Prepárense para el impacto

Casualidades de la vida, el 8 de junio de 2023 publiqué “¿Llegarán las Guerras Posmodernas a Europa?” haciendo una presentación del concepto Guerras Posmodernas para los nuevos lectores y ordenando ideas de cómo este nos ayuda a describir el futuro que nos espera en Europa. Semanas después estalló una nueva ola de disturbios en Francia como reacción a la muerte por disparos de la policía de un delincuente juvenil de origen magrebí que conducía un coche deportivo de forma temeraria.

De la misma forma que la muerte de George Floyd en mayo de 2020 en Estados Unidos, el asunto en Francia fue ultrapolitizado mientras en las calles tenía lugar una ola de violencia completamente nihilista que incluyó saqueos. Aquellos días pensé en el concepto de anomia de Emile Durkheim, uno de los padres de la Sociología. Porque no estábamos ante una violencia articulada en torno a una ideología. Era algo amorfo resultado de los vacíos creados en nuestras sociedades occidentales.

Los acontecimientos en Francia me llevaron a leer Arde París, libro del periodista español Iñaki Gil. Entendiendo el contexto francés, podría argumentarse que los disturbios violentos forman parte de una tradición francesa no vinculada a la inmigración (véase el capítulo “Chalecos amarillos, la revuelta de la Francia de las rotondas” pág. 97-118). Pero ciertamente tenemos antecedentes en Europa, como los disturbios también en Francia en 2005 y los disturbios en Inglaterra en agosto de 2011. Y, sobre todo, podemos ver un paralelismo entre los acontecimientos de Estados Unidos en 2020 y los de Francia en 2023.

A mí me llamó la atención que tanto en Francia como en Estados Unidos se presentó la violencia como la respuesta comprensible de un sector de la población que tenía el derecho temporalmente a saltarse la ley. Cuando la violencia ha procedido de los mismos sectores de la población no recuerdo a nadie que considerara entonces lógico y comprensible que exaltados hubieran canalizado su rabia ejerciendo la violencia de forma aleatoria. De hecho, los mensajes de las autoridades y medios de comunicación en la mayoría de los casos van dirigidos a pedir calma con una prisa y un énfasis que deja siempre de lado el ofrecer consuelo a las víctimas y aliviar el trauma colectivo.

En ambos casos podríamos decir que se aceptó con normalidad la ruptura temporal del monopolio de la violencia legítima del Estado, habiéndose incluso ensayado en Estados Unidos zonas libres de policía. Recordemos la Zona Autónoma de Capitol Hill (CHAZ) en Portland, que terminó convertida en un escenario digno de la película distópica “1997: Rescate en Nueva York”.

También podríamos decir que se aceptó con naturalidad la superación del principio de que los derechos y deberes son universales. Algunas comunidades, por tanto, tendrían derechos y deberes diferentes en función de sus particularidades históricas y culturales. Una idea que vulgarmente se conoce por “son sus costumbres y hay que respetarlas”, pero que coincide además con el relativismo epistemológico y moral de la izquierda woke, a la que vimos abanderando los disturbios de Estados Unidos y apoyando los de Francia. Y ahora, después de los acontecimientos del 7 de octubre de 2023 en Israel, también la hemos visto en Occidente en extraña alianza con los islamistas y otros enemigos de los valores occidentales.

Pero sin duda, el fenómeno que me parece más relevante después del 7 de octubre de 2023 es que hemos visto en los países de cultura occidental, de Norteamérica a Australia pasando por Europa, mensajes de odio sin ningún filtro, incluyendo apología de grupos salafistas-yihadistas. Pero como dije el 9 de junio, no estamos hablando del auge de un movimiento ideológico concreto y organizado, sino algo más difuso que refleja un choque de valores que ahora se hace explícito y que nos permite vaticinar serios problemas en Occidente en un futuro. El conflicto en Gaza ha sido la sacudida que ha hecho salir a la calle a sectores de la población de los países occidentales y ha permitido conocer todo el extremismo y todo el odio que anida en ellos. Y al menos, por primera vez que yo recuerde, hemos visto a las autoridades de varios países europeos tomar conciencia de ello.

Como parte de esa naturaleza difusa del problema, los episodios de violencia en Europa con víctimas mortales (uno en Francia y otro en Bélgica) posteriores al 7 de octubre de 2023 fueron llevados a cabo por individuos en solitario, poniendo de nuevo de actualidad el concepto de “lobos solitarios”. En 2015 escribí en este blog sobre la “yihad atomizada” ante la sucesión de acciones violentas en Europa que eran tratada por medios y autoridades como actos de locura de individuos perturbados evitando hablar de terrorismo. Así, aquí en España, el ataque sucedido en Algeciras en enero de 2023 fue tratado como “presunto ataque terrorista”. Abordando el fenómeno en Francia, Iñaki Gil habla en su libro de “violencia subterrorista” (pág. 222) para referirse a esos casos en los que el protagonista es identificado como una personal con problemas mentales o no queda claro la existencia de motivación ideológica.

Mi conclusión es que los acontecimientos del 7 de octubre de 2023 en Israel no son un hecho contenido en el conflicto palestino-israelí. Ese nivel de violencia nihilista y atroz es sólo un anticipo de episodios futuros en el que se combinará igualmente el odio y la envidia a un Occidente próspero y decadente. Mi impresión, al menos, es que en otros países de Europa se ha entendido por fin el nivel de la amenaza y veremos medidas inimaginables hace unos pocos años. Evidentemente la duda es si se tomarán suficientes medidas y a tiempo.

Una respuesta a “Prepárense para el impacto

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  1. Hoy corre por los grupos de Whatsapp (éste de las redes sociales cerradas es un tema interesante que ahora no viene al caso) una supuesta noticia sobre el inicio de las deportaciones masivas en los países nórdicos.

    En realidad es algo mucho más tibio: esos cinco países se reunieron el martes pasado en Coopenhague y acordaron compartir gastos para las repatriaciones voluntarias y las aceptadas (Finlandia no puede permitirse fletar sola un avión para enviar a dos ecuatorianos a su país) dentro del marco de Frontex. Es decir, prácticamente nada.

    PERO ya es un indicativo del cambio de tendencia al que te refieres y abre una seria vía de agua en el barco buenista.

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