Guerracivilismo en EE.UU.: The Boogaloo

Existe una larga tradición en Estados Unidos de fuerzas en la ultraderecha llamando a prepararse para un conflicto armado o para el colapso del Estado en el propio suelo estadounidense.

El miedo al colapso medioambiental y la crisis energética durante los años 70 y la carrera de armamento entre Estados Unidos y Unión Soviética en la llamada Segunda Guerra Fría de Ronald Reagan en los años 80 llevó al auge de un movimiento conocido como «survivalismo«, con autores y publicaciones llamando a prepararse para un futuro postapocalíptico.

Por disparatado que pareciera, hubo incluso una corriente dentro de la ultraderecha estadounidense que temía una invasión soviética, tal como la película Red Dawn de 1984 representó. Se atribuye al coronel Ulius Louis Amoss el desarrollo del concepto «Resistencia Sin Líderes«, que fue rescatado por Louis Beam, miembro de la ultraderecha blanca supremacista estadounidense en los años 80. A Beam y Amoss les preocupaba la vulnerabilidad que presentan las organizaciones clandestinas de estructura jerárquica piramidal a la infiltración desde la base. Un tema, por cierto, que le preocuparía también a Mustafá Setmarian Nassar, el yihadista sirio nacionalizado español que teorizó sobre una yihad atomizada. La película de Costa Gavras «El Sendero de la Traición» (Betrayed) de 1988 presentaba a grupos de la ultraderecha racista conectados vía redes informáticas, anticipando el fenónemo de la siguiente década.

Paradójicamente el fin de la Guerra Fría y la amenaza nuclear no supuso el fin de las ansiedades colectivas en Estados Unidos. La década quedaría inaugurada con el libro The New World Order (1991) del televisivo reverendo Pat Robertson. Los cambios sociales y la incipiente globalización crearían su propio universo conspirativo: el gobierno de los Estados Unidos sería en realidad el Zionist Occupation Government (ZOG) al servicio de las élites financieras globales. Llegado el momento, las tropas rusas escondidas por el gobierno de Washington en bases secretas tomarían el control del país y conducirían a los opositores a campos de exterminio gestionados por la agencia de emergencias FEMA. Mientras tanto, operaban en el país «helicópteros negros«. Sobra decir que la llegada al poder de Bill Clinton, introduciendo en la agenda política temas como los derechos de la población LGBT en las fuerzas armadas y la creación de una sanidad pública (iniciativa liderada por su mujer Hillary Clinton) ayuda a explicar los delirios apocalípticos de la ultraderecha conservadora y evangelista.

Un libro de 1994.

Los años 90 serían una época de proliferación de milicias armadas en Estados Unidos. Véase mi repaso al fenómeno en vísperas de las elecciones de 2016 en «Dejados atrás: De las milicias a Trump«. Los sociólogos, como Manuel Castells en el segundo volumen de La Era de la Información, explicarían el fenómeno como un reacción a la desindustrialización y la pérdida de referentes para una generación de hombres en edad laboral que encontrarían en las milicias camaradería, significado y autoafirmación masculina. El atentado terrorista en Oklahoma City contra un edificio federal el 19 de abril de 1995, que causó 168 muertos, llevaría a una presión policial sobre la ultraderecha racista y a un desprestigio del movimiento de las milicias.

Los atentados del 11-S abrirían una nueva época de ansiedades colectivas en Estados Unidos, que alimentarían acontecimientos como el huracán Katrina en 2005. El movimiento survivalista daría paso en esta década a un nuevo arquetipo: el «prepper», alguien que se prepara para un gran acontecimiento disruptivo. El abanico de preocupaciones se abriría con la preocupación de ir equipado el día a día para afrontar emergencias o enfrentamientos, situaciones identificadas por el concepto Shit Hits The Fan (SHTF). Esto llevaría a hablar del concepto Every Day Carry (EDC). Esto es, los accesorios que alguien lleva en sus bolsillos, mochila o vehículo en el día a día. O las mochilas o bolsos guardados con material de emergencia bajo la idea Grab-n-Go. La idea sería no pensar únicamente en un colapso civilizatorio, el llamado The End Of The World As We Know It (TEOTWAWKI), sino crisis puntuales como la acción de un tirador activo, apagones totales de una región extensa, atentados terroristas, catástrofes ambientales y disturbios generalizados como los que estamos viendo estos días. En el fondo, existía en Estados Unidos un fenómeno de glorificación de la figura de los militares y toda una industria de complementos dispuesta a convertir cualquier chisme diseñado para profesionales en un complemento tacticool imprescindible en el día a día.

Un ejemplo de material EDC (chubasquero/cortavientos Helikon Windrunner, batería de respaldo impermeable Geonaute, navaja Spyderco, multiusos Leatherman Wingman y linterna LED).

La fuerte polarización política que acompañó a la llegada al poder de Donald Trump introdujo una nueva idea: que Estados Unidos se encaminaba hacia una nueva guerra civil. El término empleado en Internet conecta con una película de los años 80: «Breakin’ 2: Electric Boogaloo«. La película es una secuela estrenada sólo siete meses después de la original y que aprovechaba la popularidad del breakdance en aquel momento. Pasados los años, la película se convertiría en un cliché de secuela hecha de forma apresurada y sin talento para explotar el éxito y el nombre del original. «Electric Boogaloo» se convertiría entonces en una expresión humorística que añadir a un concepto para convertirlo en una secuela de baja calidad. Así apareció en 2018, aproximadamente, en Internet la idea Civil War 2: Electric Boogaloo.

Al parecer, el término apareció en 2018. Fue entre finales de 2019 y principios de 2020 cuando empezó a llamar la atención a los medios e instituciones. Véase por ejemplo:

«The Boogaloo: Extremists’ New Slang Term for A Coming Civil War» (noviembre de 2019) en la web de la Anti-Defamation League y «‘Boogaloo’ Is The New Far-Right Slang For Civil War» (enero de 2020) en la radio pública estadounidense (NPR).

Considerando la censura que a veces emplean las grandes empresas de redes sociales y la guerra de denuncias de perfiles entre activistas de uno y otro lado empezaron a usarse términos alternativos para The Boogaloo. Así apareció The Big Igloo, The Blue Igloo y The Big Luau. Luau es un banquete tradicional hawiano, por lo esa conexión llevó a que las camisas hawianas se convirtieron entonces en un símbolo de los Boogalo Bois. En esto, el movimiento se distanciaría de las milicias de los años 90 y su estética militar. Es más, llama la atención cómo dentro de la ultraderecha estadounidense se copia la estética militar rusa, tal como conté en La estética rusa militar en la Nueva Guerra Fría (febrero 2020). En el intervalo de 25 años los rusos han pasado de ser lo malos para la ultraderecha estadounidense, a ser un referente gracias a las simpatías que genera Vladimir Putin.

Cuatro «Boogaloo Bois» en Louisville (Kentucky) el 30 de mayo. El segundo por la izquierda lleva unos pantalones militares de estilo ruso. Foto: The Photo Access / MediaPunch /IPX

Evidentemente los recientes acontecimientos en Estados Unidos, con presencia militar en las calles, represión violenta de manifestaciones y saqueos apelan a todos aquellos que soñaban con una guerra civil. Sin embargo, el movimiento es más complejo y diverso que una simple ramificación de la ultraderecha racista. La desconfianza hacia el Estado sería un valor dentro de cierta ultraderecha estadounidense que estaría por encima para algunos que el racismo y por tanto ven con simpatía las protestas contra los excesos policiales.

Robert Evans y Jason Wilson contaron para Bellingcat en «The Boogaloo Movement Is Not What You Think» (mayo 2020) el origen en foros como 4chan y 8chan del concepto The Boogaloo, su evolución y cómo han reaccionado sus simpatizantes a los últimos acontecimientos.

10 respuestas a “Guerracivilismo en EE.UU.: The Boogaloo

  1. Es un cambio rotundo, Rusia ha pasado de ser el malo a ser un modelo a seguir. Qué contento tiene que estar Putin viendo este cambio.

    1. Hombre, un modelo a seguir por 4 pirados, no por la sociedad en su conjunto. Ese precisamente es uno de los problemas de Rusia para consolidarse como una potencia. Que a parte de algunos valores no puede aportar un modelo de sociedad diferente como si ofrecía la URSS.

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