Palestina y el lado incorrecto del periodismo

Los estudios de Economía Política sobre los medios de comunicación plantean cómo el accionariado en manos de grandes grupos empresariales, que tienden a la concentración, colocan la línea editorial y los contenidos en consonancia con los intereses de clase de los propietarios. Además, los medios establecen una relación de dependencia hacia esos pocas empresas o instituciones con grandes contratos de publicidad. Así, el periódico El Punt Avui anunció un ERE que afectó a 90 trabajadores y cerró su oficina de Barcelona tras el recorte de publicidad del gobierno autonómico catalán después de la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española. Pero también es famosa en España la renuncia de los medios impresos a publicar noticias negativas sobre El Corte Inglés, que eufemísticamente aparece siempre referido en términos parecidos a «una conocida cadena de grandes almacenes». Y es que esos anuncios a página entera de «Ya es primavera en El Corte Inglés» deben suponer unos ingresos importantes.

Esta teoría de que estamos condenados a encontrar en los medios sólo la perspectiva del gran capital tiene un defecto. A veces los conglomerados mediáticos encuentran que las personas de izquierda son un nicho de mercado como otro cualquiera. En España tenemos el caso de la cadena La Sexta, que fue absorbida por el Grupo Planeta, y se convirtió en la plataforma de promoción de Pablo Iglesias como parte de una estrategia de división del voto de izquierda. La línea editorial de La Sexta, con programas como Salvados, es muy diferente al del diario conservador La Razón. Y, sin embargo, ambos comparten dueño.

La solución de quienes quieren sacar adelante medios minoritarios ha sido acudir a las suscripciones y los crowdfunding. El lema de todos ellos suele ser «ayúdanos con tu dinero a seguir siendo independientes». Alguno, como ctxt, pedía hasta hace poco, con gran modestia, ayuda para seguir ofreciendo «periodismo de calidad». El sector ha florecido con la crisis de los medios generalistas, que han enviado a bastantes periodistas al paro. Basta repasar los archivos del blog Papers papers para ver la larga lista de medios en papel que han cerrando en todo el mundo en la última década. Sin ir más lejos, se anunció el cierre en España de las veteranas revistas Tiempo e Interviú. La cuestión es si hay suficiente público para tanta publicación de izquierda, crítica y alternativa. ctxt muestra en su portada que tiene 5.502 suscriptores y aspira a 10.000. Así que la publicidad sigue siendo importante para esta clase de medios, que no son ajenos al clickbait. Y llegamos así a un asunto que quizás sea el problema de fondo. Los medios que nacen como medios de la izquierda alternativa, contestaria, solidaria, etc. no apelan a un potencial público lector a priori indefinido. Apelan a un público ya convencido que quiere que le confirmen sus mitos. Quiere que le cuenten que en Venezuela hay democracia o que la ley de montes de 2015 hizo aumentar los incendios forestales en España por la especulación urbanística. Aunque ambas sea mentira.

El Salto es un proyecto del periódico Diagonal que llamó mi atención hace meses por publicar un artículo del economista Yago Álvarez que reproducía el bulo de que el gobierno de España se había comprometido a gastar 6.000 millones en la compra de aviones F-35 para granjearse el favor de Donald Trump al asegurar la supervivencia de la empresa Lochkeed Martin. Sobra decir a estas alturas, que no existió ese acuerdo ni Lockheed Martin está necesitada de un contrato español que la rescate. Ayer me encontré en El Salto un artículo que es una antología de las malas prácticas periodísticas de las que tanto me quejo. Se titula «Palestina: el lado correcto de la historia«. Arranca fuerte. Tras el título y la entradilla aparece una foto de Julia Caulfield, con el siguiente pie de foto:

Todos los hombres y mujeres israelíes están obligados a realizar el servicio militar durante dos años. Las prácticas militares las realizan con los propios habitantes de los territorios palestinos, poniendo a prueba la eficacia de sus armas.

El artículo en sí empieza hablando del colegio Córdoba de Hebrón:

«Los niños que acuden a este colegio tienen que enfrentarse cada día a la cara más dura de la ocupación, tratar con soldados extranjeros fuertemente armados y jugarse la vida para asistir a las clases».

Entonces llegamos a la explicación del contexto histórico:

«Un año después de la Guerra de los Seis Días, en 1968, se instaló el primer asentamiento israelí en Hebrón».

Y aquí paro. Los dos primeros párrafos que he citado mezclaban la tendenciosidad con la exageración. Al apunte histórico habría que añadirle un dato. Hubo judíos en Hebrón con anterioridad hasta que el progromo de Hebrón de 1929 acabó con la comunidad judía de la ciudad y que llevó a los pioneros judíos a crear la organización de defensa Haganá. Lo interesante del artículo está más adelante:

«La Asociación Al-Quds de Solidaridad con los Pueblos del Mundo Árabe lleva desde 1999 realizando labores de denuncia y apoyo internacional en toda Palestina. Desde Málaga, ofrecen apoyo al Centro de Información Alternativa, que se dedica al monitoreo y denuncia de la situación en Hebrón».

Busco en Internet al autor del texto artículo, Javier Díaz Muriana. Las fotos son de Julia Caulfield, por cierto. En Twitter encuentro que Javier Díaz Muriana se define como «activista y periodista» y aparece ubicado en Málaga-Palestina. Apostaría que tiene algo que ver con Asociación Al Quds de Málaga. Busco en Internet y encuentro referencias a su participación en la segunda jornada  del Seminario sobre Periodismo Ético «Procesos Migratorios y Minorías: El Periodismo ante los Nuevos Reto». Se le presenta como «periodista e integrante de la Asociación AL-Quds». Y así tenemos que un activista de una ONG va a Hebrón y firma una noticia donde habla del trabajo que hace su ONG allí. Eso en periodismo se llama publi-reportaje. Pero hay otro detalle interesante en el artículo:

«El doctor Azzeh se dedicaba en su tiempo libre a mostrar a periodistas y activistas la crudeza de la ocupación. Ahora su hogar ya no tiene la privacidad deseada. Los periodistas y activistas la visitan casi a diario para conocer su historia».

El periodismo enlatado es uno de los pequeños secretos de la cobertura informativa del conflicto palestino-israelí. Los periodistas llegan a Israel y entran en Cisjordania a tiro hecho llevados por los fixers u organizaciones locales a unos personajes que cumplen los estereotipos que la prensa occidental demanda. Nacho Carretero lo desvelaba en su artículo «Guía para hacer un reportaje en Palestina».

Lo que tenemos aquí un publirreportaje de una ONG firmada por uno de sus miembros que cuenta la mitad de la historia. Parte de la otra mitad al menos aparece en la Wikipedia. Estoy seguro que todo esto que cuento es irrelevante. Las personas que simpatizan con Israel aplaudirán esta entrada de blog y me llegarán, como suele suceder, nuevos seguidores en Twitter. Los que simpaticen con la causa palestina dirán como siempre que las exageraciones, omisiones y errores del artículo son irrelevantes porque cuenta una historia de fondo que es verdad: la miseria de los palestinos que viven en Hebrón. Y ahí está el meollo del periodismo activista y comprometido. La buena intención del periodista está siempre por encima de todo. Lo que importa no son los datos y los hechos de un artículo sino la historia que quiere contar.  Y eso, sin ir más lejos, es la post-verdad.

 

8 respuestas a “Palestina y el lado incorrecto del periodismo

  1. Este problema que tiene el periodismo también lo tiene la democracia. Yo tengo que trabajar o estudiar. Por muy interesante que me parezca, no puedo estar todo el día leyendo sobre los conflictos en Oriente Próximo o sobre las teorías de la Escuela Austríaca. Cuando escojo lo que me gusta o lo que no me gusta leer, cuando voto a este y no a este otro, lo hago siempre con unos conocimientos que están lejos de ser los de un experto. Estoy obligado a guiarme por lo que me dicen las personas que yo elijo escuchar. Y estoy seguro que para todo habrá gente más o menos seria o que se comunique mejor o peor y eso ya determina, al menos en un principio, la línea que voy a seguir. Y la línea que voy a seguir es la que me van a ofrecer. De hecho, últimamente me preguntaba si la razón por la que te sigo será porque los asuntos de defensa se estarán poniendo de moda. Vamos, espero que no, pero no sé cómo saberlo. Me interesa lo que escribes y creo que eres serio -aprendo muchas cosas-, pero tendría que saber muchísimo para juzgar tu calidad y no sé tanto ni de lejos. Para mí leerte no es un trabajo, es un entretenimiento. Sólo cuando algo me ha motivado especialmente he indagado un poco más, pero en general no hago esas búsquedas de 10 segundos de las que hablas a menudo (y no pienso hacerlas). Cuando dices que este arma es de tal modelo y no el que señala el artículo que estés criticando, o me pones el enlace ahí mismo (cosa que haces mucho y se agradece) o si me lo creo o no depende de mi decisión. Para ser sincero, a veces ni con el enlace. No hay tiempo o energía para ser un experto en todo.

    Puede que el inmenso comentario que traté de ponerte en la entrada sobre los mapitas de la «grossdeutschland» (no sé porqué no se publicó, creo) es una prueba para mí mismo que si pienso que estás metiendo la pata, lo pienso aunque en líneas generales me guste lo que escribes. Aunque tal vez sea lo contrario. Tal vez yo tenga mi propio mito y esa entrada me pareció más que flojita porque chocaba con ese mito. Obviamente, pienso que mi postura en ese caso era racional (en el comentario lo justificaba todo), pero estoy seguro que ese nicho de mercado de la izquierda crítica también cree ser muy racional e informada… Esto se vuelve muy paranoico, pero no dar nada por hecho y estar abierto a que todo pueda ser falso o no y que nada puede ser lo bastante racional supongo que es algo muy paranoico. Así que como simple lector por entretenimiento no veo cómo no voy a tener mis propios mitos que luego den lugar a periodismo de poca calidad. Un día me salió tu página sugerida en Facebook. Te leí un poco. Me gustó tu estilo preciso y tu forma de justificar cada punto. Fin.

    1. Estupendo razonamiento. Eso le pasa a la mayoría y como dice MDII «Cada día cuesta más informarse verazmente en los periódicos, por unas razones o por otras.»
      Y si, la defensa y la inteligencia están de moda porque cada dia se ve mas la necesidad de ellas. Asi está el mundo. Y conocer lo que implican ambos términos debe ser entendido y compartido por todos los ciudadanos. Estamos aun muy lejos del pensamiento y la postura ciudadana en estos temas de Francia, Inglaterra, EEUU o Polonia, por poner unos ejemplos. Falta divulgación y cultura de defensa, aunque desde hace unos años hay un cierto avance en el que estan implicadas varias universidades.
      Un saludo

  2. Ante todo gracias por tu entradas, Jesús. Por el esfuerzo y la información que compartes de forma desinteresada. Con tu permiso dejo mi opinión, espero que no te importe.

    Cuando la gente piensa que un suceso es desastroso, o piensa que es injusto, o piensa que es triste, en realidad, y parece mentira, está expresando sus sentimientos. Ese pensar no es más que un cúmulo de sentimientos no elegidos y, por supuesto, no razonados. Forman parte de la mente inconsciente, que se dice más potente que la mente consciente pero sin duda mucho menos fiable.

    Ningún medio publica sin intención. El esfuerzo que supone es demasiado grande. Puede ser que pretenda sacarse un dinerillo con la publicidad, inculcar una idea política, o también puede tener a un montón de gente detrás con intereses ocultos. Cuanto mayor es el esfuerzo, mayores son los intereses. En todo caso, el objetivo inicial suele ser que la noticia llegue al mayor número de gente posible. Y es aquí donde entran los benditos sentimientos. Poca gente se siente estimulada por un aburrido pensamiento racional. Es demasiado cansado. Los datos no son atractivos para la mente.

    La mayoría de la gente, en cambio, añora emocionarse hasta la médula con una historia poco probable que les deje con una sonrisa en la boca, o con rabia en el estómago, o con miedo en el pecho. Se recuerdan mucho mejor los datos asociados a emociones. Parece ser que los humanos tenemos una necesidad fundamental de sentir. Sólo así se explica el auge de los vídeos virales. Diseñados para simplificar la información a expensas de apuñalarnos los sentimientos. Las octavillas del siglo XXI.

    Apelar a los sentimientos es un mecanismo no fungible, pues parece que no se desgasta con el uso. Sigue funcionando igual de bien que el primer día y, además, parece ser que va para largo. Si no debatimos sobre los errores que se cometieron a la hora de juzgar “la verdad” en el pasado, es muy muy probable que volvamos a cometer los mismos errores en el futuro.

    Ante la duda de si estamos siendo objetivos, no hay duda. No lo estamos siendo. Sentimientos diferentes a la mera curiosidad son un montón de humo que nos puede nublar la vista. Habrá que estar atentos, hacer autodiagnosis, y seguir leyendo.

  3. Jesús, me alegro de que tengas tan claro hoy que en Venezuela no hay democracia. Recuerdo que en 2004 diste por buenos los resultados del referéndum revocatorio en este mismo blog y festejabas la limpieza de las urnas venezolanas 😉

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