Las Guerras Posmodernas son el tipo de conflicto característico de un mundo globalizado donde las tecnologías, antes sólo al alcance de los Estados, están ahora en manos de empresas y particulares. El papel protagonista del Estado en la arena internacional ha sido socavado tanto por arriba por las organizaciones supranacionales como por abajo por las ciudades globales, las grades empresas y las organizaciones trasnacionales. Y vemos cómo muchas categorías y conceptos se difuminan: el crimen organizado y la violencia política convergen o la lucha contra la droga y la inmigración se militarizan.
El concepto necesita una puesta al día porque ya han pasado quince años desde que mi libro Guerras Posmodernas saliera publicado. En mi disco duro ya tengo el plan de trabajo para ese futuro libro de puesta al día, que tiene de título provisional INSEGURIDAD GLOBAL. Mientras tanto, toca ir adelantando trabajo organizando ideas.
Nuevas guerras posmodernas.
Una de las ideas que empezó a rondarme la cabeza al poco tiempo de publicar el libro de Guerras Posmodernas es que había puesto mucho énfasis en los actores subestatales, al fin y al cabo escribir el libro se me ocurrió durante unas vacaciones en Italia que comenzaron el día que estalló el piso de Leganés con el comando del 11-M dentro (3 de abril 2004).
La primera idea a incorporar al concepto de Guerras Posmodernas es que Estados Unidos creó un modelo de guerra de baja intensidad durante la Guerra Global Contra el Terrorismo (Global War On Terror) formada por la triada fuerzas especiales, drones y empresas militares privadas. Ese concepto fue denominado en el mundo académico como Guerra Remota (Remote Warfare), donde se trató de lanzar un debate público porque los ataques con drones en lugares como Somalia, Yemen y áreas tribales de Pakistán provocaron bastantes víctimas civiles sin que la opinión pública fuera consciente de ello. Véase en español el libro Guerra de drones: Política, tecnología y cambio social en los nuevos conflictos de los profesores Javier Jordán y Josep Baqués.
Una subvariante de esas intervenciones estadounidenses de baja huella implica el apoyo a aliados locales, una tarea habitual de las fuerzas especiales estadounidenses. El caso reciente más llamativo es el de Siria, donde Estados Unidos promovió la creación de una organización paraguas llamada Fuerzas Democráticas Sirias para hacer más disimulado su apoyo a milicianos kurdos de ultraizquierda.

La defensa numantina de los kurdos en la ciudad de Kobane (recuerdo las fotos de mi amigo Felipe Passolas), apoyada desde el aire por la aviación de Estados Unidos fue el punto de partida de un cambio de marea que llevó a la derrota del Estado Islámico. Durante el asalto final de las fuerzas kurdas sobre la capital del Califato una batería de artillería del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos agotó la la vida útil de sus piezas remolcadas M777 de 155mm. debido al volumen de fuego mantenido durante la campaña.
Este tipo de guerra empleando fuerzas aliadas interpuestas es conocido en inglés como proxy war, término de difícil traducción al español. Términos como Guerra Vicaria han tenido poco éxito y es habitual leer en español Guerra Proxy. Lo relevante del término es que no se trata de una práctica exclusiva de Estados Unidos. Y en Oriente Medio podemos encontrar el caso de Irán, que ha apoyado a fuerzas como Hezbolá (Líbano), Ansarulá (Yemen) y HAMAS (Gaza) en su particular guerra con Israel. Mientras que países como Turquía y Emiratos Árabes Unidos han empleado modelos de intervención en el extranjero que combinan el despliegue de drones, mercenarios y apoyo a fuerzas locales. Véase el artículo «Anarchy is coming» de Aris Rousinoss (22 de marzo de 2021)
Guerras Posmodernas de Europa a Estados Unidos.
La siguiente novedad fue la necesidad de reflexionar si la violencia difusa y constante que vivimos en Europa llegará a convertirse en un fenómeno suficientemente intenso como para llamarlo Guerras Posmodernas. Comencé advirtiendo que los problemas de integración de la inmigración sólo irían a peor: “Europa: lo peor está por llegar” (18 de junio de 2020). Hice un estudio del caso de Suecia en The Political Room: “¿Crisis o final del modelo de «Hogar Sueco»?” (18 de enero de 2021) sabiendo que algún día habrá que hacer lo mismo con Países Bajos. Finalmente llegué al concepto Guerras Posmodernas en Europa: “¿Llegarán las Guerras Posmodernas a Europa?” (8 de junio de 2023).
Mientras tanto sucedió algo totalmente inesperado: los acontecimientos en Estados Unidos demandaron estudiar si allí estábamos asistiendo a una nueva era de violencia política. Durante la pandemia vimos en Estados Unidos la reaparición de milicias armadas, viejo fenómeno que tuvo su cénit en los 90. Véase: «Dejados atrás: De las milicias a Trump» (14 de marzo de 2016). Pero esta vez, el protagonismo de la alt-right con su uso de la ironía y el humor negro hizo que el discurso fuera caricaturesco y jocoso. Véase «Guerracivilismo en EE.UU.: The Boogaloo» (4 de junio de 2020). Hubo un detalle que me llamó la atención por aquella época. Si fue habitual ver a los miembros de las milicias de los años 90 imitar a las fuerzas armadas de los Estados Unidos, vestidos de pies a cabeza con el patrón de camuflaje M81 Woodland o prendas de surplus militar en verde oliva de los años 70, esta vez había gente armada en Estados Unidos con una estética que hacía guiños a las fuerzas armadas y la cultura callejera de Rusia : «La estética rusa militar en la Nueva Guerra Fría» (3 de febrero de 2020). Tras el estreno de la película Civil War publiqué un recapitulación «Razones y fenómenos del guerracivilismo estadounidense» (5 de mayo de 2024).
Una aportación bastante interesante fue la del periodista y escritor Jack Murphy, veterano de los Ranger y fuerzas especiales. Anticipó que los Estados Unidos no iban encaminados a una nueva guerra civil sino a una era de violencia política de baja intensidad comparable a los «Años del Plomo» de Italia. Véase «Italy’s “Years of Lead” offer a glimpse of America’s future» (5 de julio de 2018).
Cuando Donald Trump llegó de nuevo a la Casa Blanca, en su primer día firmó una orden para elaborar una lista de organizaciones vinculadas al narcotráfico y darles consideración de organizaciones terroristas. Esto abría la puerta a usar contra el Narco aquella maquinaria de fuerzas especiales, drones y contratistas creada para la Guerra Global Contra el Terrorismo. David Axe le dedicó un libro titulado Shadow Wars (2013) y nuevamente el concepto reaparecía: «Green Berets and Reaper Drones: Trump’s Shadow War in Mexico» (21 de febrero de 2025). Pero quién más datos proporcionó fue la publicación francesa Intelligence Online que dedicó dos artículos al tema en las que se hacían afirmaciones que no he podido confirmar por otras fuentes: «CIA, Palantir… How the US is using technology to track Mexican cartels» (16 de junio de 2025) y «SEAL Team Six, DIA… The secret US architecture against Mexican cartels» (17 de junio de 2025). La novedad en esta nueva guerra contra las drogas era la aparición de empresas innovadoras del nuevo sector tecnológico de la defensa (DefenceTech) como Palantir y Anduril. Hice un repaso al asunto en un artículo para El Confidencial que fue recortado respecto al original de 2.200 palabras: «¿Narcotraficantes o terroristas? Trump ya ha cambiado la guerra contra las drogas en su frontera sur» (21 de julio de 2025).
Mientras tanto, de puertas a dentro, el gobierno Trump ha aumentado el presupuesto de la agencia Inmigration and Customs Enforcement (ICE) para la lucha contra la inmigración irregular, dándole acceso a empresas de software de inteligencia como Palantir un enorme acceso a datos personales. El gobierno de Trump también ha desplegado a militares en California y en Florida para reforzar a la ICE y pronto hará lo mismo en Washington D.C. Después de la guerra contra el Narco, tenemos la guerra contra la inmigración irregular. La militarización de la seguridad interna sigue extendiéndose. Son las nuevas formas de las Guerras Posmodernas.


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