«El rearme y el nuevo puzle del poder» de Olga Rodríguez

El diario barcelónes El Periódico publicó esta semana una columna de opinión de la periodista Olga Rodríguez titulado «El rearme y el nuevo puzle del poder» que disparó mi sentido arácnido al leer los dos primeros párrafos.

Hace unos días, el ministro de Exteriores ruso afirmaba que las relaciones entre la OTAN y Rusia atraviesan su crisis más profunda desde el final de la guerra fría y reprochaba a la Alianza Atlántica sus «preparaciones militares cerca de las fronteras rusas».

Se refería al despliegue de tropas en cuatro países de Europa del Este, decidido en la cumbre de la OTAN de Varsovia del 2016. Con ella se activó la operación Presencia Activa Reforzada, que se desarrolla en Lituania, Estonia, Letonia y Polonia y con la que se escenifica un cerco militar a Rusia en su flanco occidental.

Un artículo que arranca así y ¿se pueden creer que en él no aparece ni una vez las palabra «Ucrania» o la palabra «Crimea»? Hay que haber permanecido escondido en un búnker subterráneo desconectado del mundo para no entender que el actual estado de las relaciones de Occidente y Rusia es producto de la crisis de Ucrania de 2014, en la que Rusia invadió la península de Crimea e intervino militarmente en Ucrania Oriental.

También hay que haber estado escondido en un búnker subterráneo desconectado del mundo para no entender el despliegue de la OTAN en Polonia y las Repúblicas Bálticas. Eso o alimentarse informativamente de Russia Today, Sputnik y otros medios como Voltairenet, dicho sea de paso.

En el siguiente mapa he trazado una línea roja, con la maestría que me caracteriza manipulando fotos y gráficos en el ordenador, que marca la frontera occidental de Rusia en contacto con países en los que estará presente el nuevo despliegue multinacional de la OTAN, descontando Kaliningrado. Como diría Pedro Piqueras, un gráfico estremecedor. Queda claro el «cerco militar» a Rusia.

Si Moscú y sus aliados enviasen tropas a cuatro países fronterizos con Estados Unidos, las lecturas serían claras. Pero no lo son tanto cuando se trata de interpretar las maniobras de nuestros socios, a los que sí se les concede el derecho a extender su órbita de influencia en las naciones vecinas. Se informa poco de las cuestiones defensivas, los Gobiernos evitan dar explicaciones y de ese modo la atmósfera bélica se extiende de forma sigilosa y casi desapercibida por las poblaciones que se verían afectadas si a alguien se le escapara un disparo en una de esas fronteras.

Creo que no tengo que extenderme mucho sobre la validez de una comparación tomada directamente del argumentario ruso. Hablamos de tres países democráticos y soberanos donde está muy presente la memoria histórica de la invasión soviética de 1940 y la posterior campaña de terror rojo. Fueron esos países los que hicieron cola para entrar en la OTAN. Y fueron esos países los que insistieron en el despliegue de la OTAN para defender su soberanía. Como le dijo John Rambo al coronel Trautman «yo no los llamé a ustedes, ustedes me llamaron a mí». En cambio, si hay un país que ha jugado a la vieja geopolítica es Rusia, que ya en 2008 vía su presidente reclamó una «órbita de influencia». Y por supuesto, resulta irónica la mención de «atmósfera bélica», si pensamos en lo que Olga Rodríguez pasa por alto de la reciente historia europea.

Según el dilema clásico de seguridad, cada acción defensiva de un actor es interpretada como una amenaza por el actor rival, generando una espiral de desconfianza y rearme. Pero en este caso, no hubo gestos equívocos. Rusia invadió Ucrania, la primera anexion de territorio por la fuerza en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, traicionando las garantías dadas a Ucrania en el Memorándum de Budapest de 1994. Así que, entendamos, en las tres República Bálticas andan algo inquietos con la idea de que en Moscú piensen que la disolución de la Unión Soviética fue «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX» y se comporten ahora como si la soberanía de los país surgidos tras la disolución de su imperio fuera un concepto «discutido y discutible».

A pesar de que el Ejecutivo español no ha pedido autorización al Parlamento, tropas españolas forman parte de esta estrategia atlántica en la frontera rusa. En los próximos días se completará el despliegue de 300 soldados españoles en Letonia, con 80 vehículos, entre ellos 6 carros de combate Leopard y 14 vehículos blindados de combate Pizarro. Es la primera vez que España opera en esta región desde la segunda guerra mundial, cuando participó con la División Azul al servicio de la Alemania nazi.

¡Bingo! No podía faltar el meme de la comparación con la División Azul. Ya le dediqué espacio a explicar el despliegue de la OTAN en Polonia y las Repúblicas Bálticas a la luz de la historia. No podemos comparar el envío por parte de la democracia española de fuerzas a un país democrático y aliado con la intervención de la España de Franco en el esfuerzo de guerra de la Alemania nazi.

Eurofighter español y Su-34 ruso sobre el Mar Báltico. Foto: EMAD vía ABC.es

Encontramos un frase importante para calibrar el conocimiento del tema: «Es la primera vez que España opera en esta región desde la segunda guerra mundial». Pues no. Tenemos, por ejemplo, que el Ejército del Aire realizó allí su primer despliegue dentro de la misión Baltic Air Policing en 2006. Volvió después de la Crisis de Ucrania con despliegues en 2015, 2016 y este año. La Armada Española desplegó la fragata F-103 «Méndez Núñez» en 2016 como buque de mando de la Agrupación Naval Permanente de la OTAN número 1 (SNMG-1), que navegó por el Mar Báltico. Si alguno considera excesivamente agresiva la presencia de la OTAN en el Mar Báltico, le sugiero que repase los escenarios planteados por los ejercicios militares rusos Zapad 99 y Zapad 2013.

A la Administración de Washington esta misión le queda lejos geográficamente, pero a Europa le afecta de lleno, en un momento en el que el proyecto europeo vive sus horas más bajas, con el brexit, las consecuencias de la austeridad, el aumento de la xenofobia y las políticas represivas contra personas migrantes y refugiadas.

Esta párrafo es muy curioso. Es el típico párrafo de periodista español que quiere sonar profundo y comprometido hasta que caemos en la cuenta que está metiendo con calzador en el discurso temas que no tienen nada que ver. Pero si lo pensamos bien la ironía es brutal. ¿Quién simpatiza, promueve y financia partidos y movimientos xenófobos anti-inmigración en Europa? ¿Qué país tuvo a sus medios públicos lanzando el discurso del miedo durante la crisis de los refugiados en 2015? El mismo país al que Olga Rodríguez ha querido presentar como víctima del acoso de la OTAN.

Pero esa idea de que bastantes problemas tenemos ya para que la OTAN se despliegue en el Mar Báltico y busquemos líos confunde el orden de los acontecimientos. Estados Unidos no presionó a la OTAN para meterse en el Mar Báltico por capricho o casualidad. Resulta que fueron los países europeos los que solicitaron a Estados Unidos un mayor compromiso en su defensa tras la Crisis de Ucrania, mientras se reducía la presencia militar de Estados Unidos en Europa en aplicación del «Pivot to Asia» de Obama.

Me saltaré los siguientes párrafos sobre gasto militar y el papel de Alemania para llegar al apoteósico final:

La época de la multipolaridad que hace frente a los excesos e imposiciones estadounidenses ya está aquí. Pero lejos de buscar nuevas vías alejadas del belicismo y de las políticas de la desigualdad, las grandes potencias corren a tomar posiciones para mostrar que están dispuestas a disputarse entre ellas hegemonía económica, militar y geopolítica.

Maravilloso. Olga Rodríguez era de esas personas que se creía que la era de hegemonía estadounidense tras el fin de la vieja Guerra Fría iba a ser sustituida por otra de un orden internacional más pacífico, armonioso y democrático. Advertí de lo que venía en 2015 tras haberlo anticipado en 2013. Ironizaba entonces «si no es gusta el imperialismo yanki, no os preocupéis que tendréis tiempo de disfrutar otros imperialismos». Algún día alguien dirá que contra Estados Unidos se vivía mejor.

6 respuestas a “«El rearme y el nuevo puzle del poder» de Olga Rodríguez

  1. Rusia está realizando una política represiva en repúblicas como Daguestán y Chechenia, con acciones que parecen no diferenciar entre grupos yihadistas y población civil. Dinero ruso financia económicamente al partido de Marine Le Pen, un partido contra la inmigración.
    Hay periodistas españoles que parecen olvidar cuestiones como estas, y si no las olvidan, las mencionan poco.

  2. Interesante artículo sr Jesús M. Pérez, corrijame si estoy equivocado, pero entiendo que el punto de partida para esta reorganizacion estrategico-militar de la otan en los paises antes mencionados por usted, se debe a la intervencion de Rusia en el conflicto de ucrania y la anexion de crimea.

    Suponiendo que estoy en lo correcto ire un poco mas atras, entiendo que el conflicto en ucrania inicio con un golpe de estado, el cual llevo al poder a Poroshenko.

    No fue este conflicto fue el que llevo a crimea a solicitar al gobierno Ruso su reintegracion? Esa solicitud, no resulta igual de legitima que la hecha por los estados mencionados en tu articulo a la OTAN, para intervenir en sus fronteras? no considera que este movimiento politico militar pudo haber surgido a raiz de la desicion de ucrania de no continuar con su incorporacion a la OTAN y la posterior presion politica de EEUU
    la UE a Ucrania?

    Creo yo, y solo es una opinion personal, que todo corresponde a la proteccion de sus respectivas esferas de influencia de cada una de las potencias, EEUU y Rusia, sin desestimar el caso de China en otros conflictos internacionales.

    Saludos y gracias por su tiempo.

    1. Ya te respondo yo:

      No, Poroshenko no llegó al poder con un golpe de estado. Llegó al poder ganando unas elecciones presidenciales limpias y democráticas supervisadas por la comunidad internacional, tras la liberación de los presos políticos aprobada por el parlamento. Después de que el tirano Yanukovich huyera del país (al iniciarse un impeachment contra él apoyado por miembros de su propio partido hartos de sus atrocidades) para resguardarse en Rusia y evitar así ser juzgado por corrupción masiva y crímenes contra la humanidad.

      No, no es igual de legítimo que Rusia invada Crimea (región ucraniana) a que un país soberano albergue tropas de un aliado en su territorio. Es decir, no es lo mismo que Francia invada Cataluña y se la anexione oficialmente a que España decida albergar tropas portuguesas en el interior de sus fronteras sin invadir a nadie.

      Además el referéndum de Crimea se realizó después de la invasión rusa, bajo la tutela de las tropas de ocupación, para legitimar esta. Y vulnerado el memorándum de 1994 y la legislación internacional.

      No hubo tal presión. Más bien al revés, Putin presionó a Yanukovich para que no firmara un acuerdo con la UE que había prometido a su pueblo. A partir de ahí se desataron protestas que fueron escalando a medida que se aumentaba la represión. Al final el pueblo ganó la batalla cuando hasta diputados y otros cargos del Partido de las Regiones abandonaron al tirano.

      Y sí, Rusia defiende su influencia, expandiéndose militarmente y conquistando a sus vecinos. La OTAN por su parte, es una alianza militar de países independientes que no sueñan con ampliar sus fronteras sino que se limitan a protegerse del imperialismo militar expansionista ruso en este caso.

      1. Básicamente las regiones ucranianas prorrusas o Crimea no tienen derecho a nada, pero partir Yugoslavia en trocitos, apoyar al estado pro terrorista de Kosovo, así como tomar parte en guerras civiles del lado de los más salvajes es lo más normal del mundo.

        Es lo que siempre se ha llamado embudo.

        1. La constitución yugolava reconocía la autodeterminación de Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Montenegro y Macedonia. Ahora bien, estoy totalmente de acuerdo contigo en que es inaceptable reconocer la independencia de Kosovo y menos aún respaldar a su gobierno terrorista. Es eso estamos de acuerdo.

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