La Infantería de Marina en una encrucijada histórica (III)

La guerra es un fenómeno es constante evolución y podríamos dedicar toda una carrera académica y profesional a hacer prospectiva sobre los cambios tecnológicos a la vuelta de la esquina. Pero cada cierto tiempo ese cambio tiene la forma de un salto considerable que amenaza con volver extremadamente vulnerables a las fuerzas con una doctrina y material anticuados.

Es cierto que el debate intelectual sobre el cambio tecnológico lleva muchas veces a callejones sin salida, como la introducción de la División Pentómica en los años 50 [1]. En un repaso a las visiones de la «guerra del futuro» de los últimos cien años encontraríamos vehículos blindados de un solo tripulante (las «tankettes» originales), dirigibles y hovercrafts que nos resultan ahora chocantes. Pero hay varias razones para estar seguros de estar ante un salto tecnológico relevante y ciertamente impactante.

«La guerra del futuro». Aleksandr Rodchenko (1930).

Estados Unidos percibió a mitad de la década pasada que los potenciales rivales a la par (peer competitors) habían asimilado los postulados de la Revolución de los Asuntos Militares de los años 90 y estaban desarrollando sus propias tecnologías avanzadas para poder enfrentarse en guerras convencionales de alta intensidad con éxito. Así que era necesario que Estados Unidos diera un salto para dejarlos atrás. Ese esfuerzo se denominó la Estrategia de la 3ª Compensanción (Third Offset) [2]. Una de las principales conclusiones de la avalancha de estudios, informes y conferencias que se generaron es que la creciente complejidad de los sistemas de armas y su consiguiente encarecimiento, además de los largos tiempos de desarrollo y logro de la plena operatividad, generaban una vulnerabilidad. Las fuerzas armadas occidentales cada vez tenían menos unidades de cada sistema de armas principal. Véase por ejemplo el caso de aviones de combate producidos en Estados Unidos de los modelos principales de cada era:

Reducciones de esas magnitudes encontramos en los carros de combate y buques de combate. Si lo llevamos al ámbito naval, encontramos que en las armadas occidentales el número de escoltas y submarinos han ido reduciéndose generación tras generación. Los astilleros británicos produjeron entre 1959 y 1969 un total de 26 fragatas clase «Leander» para la antiguamente poderosa Royal Navy. Algunas de aquellas fragatas llegaron a entrar en combate durante la Guerra de las Malvinas. En aquel conflicto, la Royal Navy perdió cuatro escoltas (HMS Sheffield, HMS Ardent, HMS Antelope y HMS Coventry), además de tener que enviar dos de vuelta a casa por los daños recibidos en combate (HMS Argonaut y HMS Glasgow). El total de escoltas con el que cuenta hoy el Reino Unido es 6 destructores y 12 fragatas. Es decir, la Royal Navy tiene un total de escoltas inferior al número de buques que produjo de una sola clase en los tiempos de la Guerra Fría. Cuesta imaginar que pudiera alistar el total de escoltas para un solo conflicto y además asumir el nivel de pérdidas sufridas en aquella guerra.

La respuesta de las fuerzas armadas estadounidenses a este desafío es ir en la dirección opuesta. Por un lado, simplificar y acelerar los tiempos de desarrollo y por otro plantear un futuro de armas baratas conectadas en red con el que cubrir la mayor superficie posible en campos de batalla cada vez más vacíos.

Si en 2017 la armada de los Estados Unidos empezaba sus experimentos con enjambres de drones pequeños [3], simples y baratos capaces de conectarse en red para tareas simples como vuelo en formación, el siguiente paso es desarrollar un súper enjambre (Super Swarm) de miles de drones capaces de saturar las defensas enemigas [4]. La idea no es sólo que esos drones reciban órdenes, transmitan información e interactúen entre ellos. Sino que en el campo de batalla futuro auténticas hordas de drones por tierra, superficie del mar, debajo del mar y aire interactúen con el resto de sistema de armas, compartiendo la información de las fuerzas enemigas que detecten para que sean atacadas por misiles u otros drones. Ese entramado complejo se denomina «Guerra Mosaico». Y es uno de los temas centrales del recomendable libro de mi colega Guillermo Pulido.

Mientras tanto, acumulamos en los últimos años la experiencia de varios conflictos: la intervención turca en Siria en febrero de 2020 [5], la guerra del Alto Karabaj y la guerra de Ucrania en curso. En los tres conflictos, de formas diferentes, los drones y las municiones merodeadoras han tenido un enorme protagonismo. Evidentemente, en el caso ucraniano hasta que el polvo de la guerra no se pose y separemos los relatos periodísticos de los testimonios documentados de los veteranos no podremos sacar conclusiones certeras. Pero ya hemos visto la proliferación de drones comerciales paseándose por encima del campo de batalla para buscar blancos para la artillería o lanzando pequeños proyectiles, lo que añade tridimenasionalidad de forma inédita a las operaciones militares. Y es seguro que las exigencias de los planificadores van a aumentar los requerimientos futuros y los ingenerios en todo el mundo van a empujar el salto tecnológico. La distancia mental de la tecnología que veremos en los campos de batalla de 2030 respecto a los campos de batalla de 2020 será muchísimo mayor que el salto vivido de 2010 a 2020. Y eso que ni siquiera aquí estoy tratando la robótica, la Inteligencia Artificial, las armas de energía, etc.

El riesgo que anticipo tiene que ver con que el actual gobierno de España parece dispuesto a subir el gasto en Defensa. En realidad, no se trata de una expansión del gasto, sino una recuperación de los niveles perdidos en las sucesivas crisis. El contexto de la guerra de Ucrania ha servido como excusa en el marco de la pertenencia a la OTAN, cuando España tiene sus propios desafíos «no compartidos». Y el riesgo está en que se aproveche el nuevo dinero para hacer lo viejo. El caso del Ejército de Tierra me parece un peligroso precedente [6]. Su programa estrella no es un sistema de combate en red que integre distintos sistemas de armas, desde vehículos al combatiente a pie y pasando por drones de todo tipo. Su proyecto estrella es un descomunal vehículo de combate de infantería de ruedas de más de 30 toneladas que parece va a tener problemas para su movilidad estratégica y táctica, dado sus problemas de concepto y desarrollo [7].

El autobús de combate «Dragón».

El desafío para la Infantería de Marina española es entender qué nos espera en los campos de batalla futuro para no invertir los recursos, siempre escasos, en sistemas de armas pensados para las formas de guerra superadas por el cambio tecnológico. Pero también evitar el caer en verse atrapados por las modas pasajeras ni en la «tentación tecnológica» de pensar que la adaptación a los desafíos del futuro se limita a adoptar un plan de compras de vehículos y sistemas de armas. Un error en tomar un camino en esta encrucijada histórica podía condenar a la Infantería de Marina española a la irrelevancia. O peor aún, verse totalmente superada por un rival en el campo de batalla.

[1] Véase «La División pentómica de Estados Unidos: una respuesta a las armas nucleares tácticas» por Alberto Guerrero en Global Strategy (2020).

[2] Véase «Toward a New Offset Strategy: Exploiting U.S. Long-Term Advantages to Restore U.S. Global Power Projection Capability» de Robert Martinage (CSBA, 2014), «Third Offset Strategy. ¿Preludio de una Revolución Militar?» por Christian D. Villanueva en revista Ejércitos (2018) y «A History of the Third Offset, 2014–2018» de Gian Gentile et al. (RAND Corporation, 2021).

[3]Véase «Drones en red» en Guerras Posmodernas (2017).

[4] Véase «The US Navy wants swarms of thousands of small drones» por David Hambling ern MIT Press (2022).

[5] Véase «La última ofensiva turca en Siria» en Guerras Posmodernas y «Escudo de Primavera: Innovaciones turcas en la ofensiva de Idlib» en la revista Ejército (2020).

[6] Véase «Que el programa VCR 8×8 Dragón sea la estrella del Ejército de Tierra, ¿es síntoma de falta de ideas o falta de dinero?» en Guerras Posmodernas (2022) y «Vehículo «Dragón» 8×8, ¿demasiado grande, demasiado caro y demasiado tarde?» en Guerras Posmodernas (2022).

[7] Por ejemplo, los problemas en la suspensión .Véase «El VCR 8×8 Dragón para el Ejército de Tierra» en Defensa.com (2022).

3 respuestas a “La Infantería de Marina en una encrucijada histórica (III)

  1. Para eso están las lecciones que nos dejen los conflictos de hoy en dia como la guerra de Ucrania . Para aprender , analizar y sacar conclusiones y dar respuesta a los problemas y situaciones presentadas . Y lo que está SUPERCLARO es que la TECNOLOGÍA ES VITAL en el dominio del campo de batalla . El ejemplo ruso lo dice todo . Mucha cantidad → chatarra y carne de cañón Vs Ucrania → tecnología superior y control del terreno recuperado . Fin de la cita .

  2. Tanto para las fuerzas del E.T. o la I.M . es vital poder anular o destruir las esferas A2/AD y tener el control positivo aéro/espacial . A partir de este punto la guerra convencional esta servida . Los drones son un arma más y deben ser tomadas en su justa medida .

    1. Pues fíjate tú lo bien que lo ha empleado Rusia . Igualmente para ejercer ese control la respuesta es la misma , medios con TECNOLOGÍA , porque sin ella es imposible llevarla a cabo . Lo que les toca a nuestras FFAA’s es la de procurarse disponer de unos medios lo suficientemente avanzados y que tecnológicamente sean capaces de bloquear , anular y eliminar las amenazas que se detecten en el campo de batalla actual y futuro . Ese es el objetivo y como es obvio afecta a TODOS y en TODOS los aspectos implicados por igual . Si cualquiera de ellos falla , las garantías de éxito se verán profundamente mermadas . TODO tiene que funcionar como un reloj , con precisión estratégica . Eso es lo que hay y eso es lo que habrá que solventar más pronto que tarde por nuestra integridad y por nuestro futuro en paz y libertad . No hay vuelta de hoja .

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