Esperando por el Ministerio de Ataque (II)

Partiendo de cómo el actual gobierno español fracturó los ministerios heredados del gobierno anterior para crear varios nuevos y repartir cargos, se me ocurrió imaginar qué pasaría si dividiéramos el Ministerio de Defensa en dos para crear el Ministerio de Ataque.

En la primera parte expliqué que mi ocurrencia es una forma de pararnos a pensar si realmente el Ministerio de Defensa español se dedica a la Defensa Nacional. En realidad, el Ministerio de Defensa español desempeña actualmente el papel de un Ministerio de Cooperación Militar. La idea que explica su trabajo es que no hay amenazas directas a España y que, de haberlas, todo se solucionaría gracias al apoyo militar que recibiría España de sus socios de la Unión Europea y la Alianza Atlántica, además del apoyo diplomático de otros países agradecidos por la labor de nuestros militares en ellos, como Mali o Iraq.

Resulta evidente que la Defensa Nacional en España tiene agujeros en un contexto internacional inestable y la estrategia optimista de “Dios proveerá” me parece que requiere consideración. Si añadimos las funestas previsiones económicas por el impacto del coronavirus (España era el 2º mayor receptor mundial de turistas) podemos imaginar que lo que nos espera no es un incremento presupuestario que nos ponga en los niveles necesarios, sino que vendrá otra época funesta de recortes. Por ejemplo, el almirante Martorell Lacave asumía el puesto de almirante jefe de la Flota el pasado mes de mayo declarando “entraremos en un periodo de gran escasez de recursos presupuestarios”.

Si en cambio prestamos atención a las intenciones declaradas del gobierno de comprar aeronaves a Airbus, la medida se ha justificado como un salvavidas tendido al tejido industrial español (que de paso beneficia a nuestros amos franco-alemanes), mientras la prensa habla de la próxima crisis económica y ola de huelgas en la industria naval y aeronáutica: “Despidos, paros, huelgas y hasta cierre patronal: la industria anticipa la crisis”. Es decir, en ningún momento el principal foco de preocupación es la Defensa Nacional y las necesidades de la fuerzas armadas españolas, sino la paz social de las regiones industriales.

Dicho todo esto, queda preguntarse sobre las responsabilidades de ese hipotético Ministerio de Ataque. No hace falta ser un genio de la geoestrategia para darse cuenta que, siendo España un país con una matriz peninsular y diferentes territorios extrapeninsulares, la prioridad española tiene que ser la capacidad de proyección de poder aeronaval en las aguas que conectan la Península Ibérica con esos territorios. Así que el Ministerio de Ataque asume como primera responsabilidad la proyección de fuerzas y el control del eje Baleares-Estrecho-Canarias. Y es que, como dice el dicho, la mejor defensa es un buen ataque.

Áreas de interés para España según la Estrategia de Seguridad Nacional 2017.

El primer paso en el control del eje Baleares-Estrecho-Canarias es contar con medios suficientes de vigilancia. Empezando por el mar, España contaba hasta hace poco con 2 aviones P-3A y 5 P-3B de patrulla marítima y guerra antisubmarina. Actualmente cuenta con 3 P-3M modernizados en España y la perspectiva es que sean sustituidos por un diseño multinacional. Allá por 2018 en el seno de la OTAN se anunció que Canadá y Polonia se unían a Francia, Alemania, España, Grecia, y Turquía en el proyecto Multinational Maritime Multi Mission Aircraft. Proyecto del que no he vuelto a escuchar, mientras que Airbus presentaba un proyecto basado en el A320neo llamado no por casualidad Modular Multi-Mission Aircraft (M3A) con la idea de desarrollar una familia de aviones militares con diferentes capacidades: guerra antisubmarina (ASW), radar de alerta temprana (AEW), inteligencia electrónica (SIGINT) y hasta transporte VIP.

Airbus A320neo M3A

En un mundo ideal, España compraría la familia entera. Compraría los aviones de patrulla marítima para sustituir los tres P-3M del Grupo 22 ubicados en Morón. Compraría la variante de inteligencia electrónica para sustituir al solitario Boeing 707 del Programa Santiago con el que contaba el Grupo 47 y que fue dado de baja sin sustituto. Compraría el avión de alerta temprana para cubrir los huecos de la red de Escuadrones de Vigilancia Aérea. Y compraría la variante de transporte VIP para ampliar las capacidades del Grupo 45 con un avión más grande que los actualmente en servicio. Sin duda alguna, que aviones con misiones tan diferentes compartieran la misma plataforma serviría para generar economía de escalas. Y viendo el actual panorama del transporte aéreo de pasajeros seguro que ahí fuera hay bastantes aviones sin muchos años, con un alto remanente de muchas horas de vuelo y a buen precio.

La realidad es que desde que se anunciaron los proyectos no he vuelto a tener noticias del proyecto Multinational Maritime Multi Mission Aircraft ni del Modular Multi-Mission Aircraft. Mientras que los 3 tristes P-3M españoles van a ser dados de baja más pronto que tarde. Así que hará falta comprar un sustituto con urgencia. Sabemos que la intención del Ministerio de Defensa es comprar cuatro bimotores C-295 con capacidades inferiores a los aviones que sustituyen para satisfacer a Airbus, en lo que es una tónica general de pérdida de capacidades. Las intenciones son que el C-295 sea un sustituto interino hasta que más adelante haya recursos para comprar una avión con las capacidades adecuadas. El problema es que el mundo de los aviones de patrulla marítima está dando un salto generacional. Estados Unidos, Reino Unido y Australia han sustituido sus aviones de patrulla marítima por el P-8 Poseidón, una versión derivada del Boeing 737. Mientras que Japón desarrolló el Kawasaki P-1, un cuatrimotor a reacción. Se tratan ambos modelos de aviones llenos de cachivaches electrónicos mucho más complejos y caros que la generación que sustituyen. Y la pregunta es si realmente España volverá a tener un día recursos que le permitan jugar en primera división.

Boeing P-8 y Kawasaki P-1

Exactamente la misma situación le pasa a España con el elemento central de su poder aeronaval: los aviones de despegue corto y aterrizaje vertical Harrier II. Contar con un cazabombardero embarcado es lo que colocaba a la Armada Española en un selecto grupo de países en el que sólo estaban las cinco potencias nucleares tradicionales junto con India, Brasil e Italia.

El Harrier fue originalmente un diseño británico pero su sustituto fue desarrollado en Estados Unidos como una variante del caro y problemático avión invisible al radar F-35 Lightning II. Mientras que británicos e italianos tuvieron claro desde el comienzo embarcarse en el proyecto F-35B, a España no le salían las cuentas. No sólo por el coste del aparato, sino por su mantenimiento. La única posibilidad de que la Armada Española llegue a comprar el F-35B es que el Ejército del Aire compre el F-35A y establezcan un centro conjunto de mantenimiento. Si a eso añadimos que es muy probable que Japón, Corea del Sur y Australia terminen comprando el F-35B para sus grandes portaaeronaves, la cifra de usuarios podría generar economías de escala que hicieran el modelo y su mantenimiento más asequible.

Ahora mismo al Ejército del Aire se le presenta el dilema de tener que pensar en los sustitutos de los 72 cazabombarderos F-18 comprados en los años 80. Ya está casi decidido que los 24 F-18 comprados de segundo mano en los años 90 y ahora mismo ubicados en Gran Canaria serán sustituidos por una nueva versión del caza europeo. Comprar F-35A es sólo una de las opciones. Se habla de más Eurofighter de la nueva versión LTE y se habla de un caza europeo invisible al radar liderado por Francia y que sólo existe en el papel. Es posible que incluso se baraje los F-18E Super Hornet, la variante más grande y evolucionada del F-18.

Como vemos, las débiles esperanzas de que la Armada Española se dote de aeronaves de ala fija pasan por un acuerdo histórico para compartir gastos con el Ejército del Aire comprando un avión estadounidense y manteniendo a raya las presiones del eje franco-alemán para que las fuerzas armadas españolas vivan con el cuello atado al yunque de los programas europeos que lleguen siempre tarde y mal. Siempre es posible que la Armada Española decidiera lanzarse sola a comprar el F-35B, sacrificando otras capacidades por el camino para mantener ella sola de forma precaria un puñado escaso de aviones que sabemos volarían poco.

La otra opción, claro está, es que llegue alguien y decida que los F-35B son un lujo exótico para la Armada Española y que dar de baja los Harrier II es un sacrificio triste pero necesario para contar con fragatas, submarinos, helicópteros y otros sistemas avanzados en una armada con capacidades coherentes. La gran duda, llegados a esa situación, es ver si alguien va a tener los huevazos de salir a declarar que el cambio es para mejor y que en el fondo no hay ninguna pérdida que lamentar porque los portaaeronaves son un blanco flotante en las guerras del siglo XXI y bla, bla, bla…

El L61 «Juan Carlos I» y el ya historia R11 «Príncipe de Asturias».

Podríamos seguir el repaso con el poder naval español hablando de los submarinos, pero es una historia larga y deprimente. Mientras que de las fragatas hablaré próximamente cuando escriba sobre el programa europeo de corbetas para la revista Ejércitos. En cuanto al hachazo que parece que va a caer sobre el Tercio de Armada ya me pronuncié en mis comentarios a una entrevista a su general jefe allá por marzo. Así que hablar de los aviones de patrulla marítima (la transición del P-3 a la generación del P-8) y la aviación embarcada de ala fija (la transición del AV-8B+ Harrier II al F-35B Lightning II) ha servido para señalar el momento delicado en que se encuentra las fuerzas armadas españolas. Les ha tocado vivir dos grandes crisis, la crisis financiera de 2008 y la pandemia global de 2020, justo en el momento en el que la tecnología militar está dando un salto equiparable al paso de los buques de vela a carbón o el paso de los aviones de hélice a turbina. Es posible que España se quede muy atrás convertida en un país con enormes agujeros en su Defensa Nacional y con unas fuerzas armadas con capacidades de segunda división.

La reflexión que he querido plantear todo este tiempo es que si hacemos una lista de prioridades básicas que han de contar las fuerzas armadas españolas, y tenemos en cuenta que los presupuestos no van a crecer sino todo lo contrario, va siendo hora de plantearse las prioridades.

Es de sobra conocido que los aviones de patrulla marítima P-3M Orión han sido los patitos feos del Ejército del Aire cuando la actividad submarina rusa ha aumentado en el Océano Atlántico, Argelia ha pasado de 2 a 8 submarinos y es posible que un día de estos Rusia cierre por fin la venta de submarinos a Marruecos. Ese desdén del Ejército del Aire por los aviones P-3M se debe a que su trabajo beneficia directamente a la Armada Española. Así que lo lógico es que las labores que desempeña hoy el Grupo 22 del Ejército del Aire terminaran siendo asumidas por una Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves de la Armada Española, aspiración frenada por la falta de recursos.

P-3 Orión y P-8 Poseidón

Y vemos que desde que la Fuerza de Infantería de Marina depende de la Flota y no del Estado Mayor de la Armada sucede que el Tercio de Armada se ha ido quedando descolgado. Así que alguien debería tomar medidas, porque lo lógico es que el Tercio de Armada sea una de las brigadas operativas de las fuerzas armadas españolas que tenga plantillas lo más completas posibles y cuente con los sistemas de armas avanzados necesarios.

Evidentemente alguien tendría que dar un puñetazo en la mesa, torcer el brazo a los jefazos de turno, vencer las inercias históricas y plantear reformas. Y sé por dónde habría que empezar: por el Ejército de Tierra. Como vimos en mi comentarios a la contrarreforma del 2020 (que viene a deshacer parte de la reforma del 2015), es que parece que no hay nadie al volante en el Ejército de Tierra español. Así que una buena motosierra sería el instrumento quirúrgico de precisión que haría falta para realizar los cambios.

Con las funestas previsiones económicas a partir de octubre de este año, sé que lo que va a pasar es que venga otra nueva ola de recortes presupuestarios. Se paralizarán programas de modernización, se reducirán los ejercicios, se perderán capacidades y las fuerzas armadas españolas se verán el riesgo de perder el tren para convertirse en unas fuerzas armadas huecas.

Así que llegamos a una reflexión final. En una época de recortes presupuestarios, ¿dónde actuaría de forma limitada y precisa el imaginario Ministerio de Ataque? Y pienso que puestos a concentrar esfuerzos y aplicar la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque, tengo claro que el Ministerio de Ataque establecería su prioridad en el Sahel.

[Continuará]

2 comentarios sobre “Esperando por el Ministerio de Ataque (II)

  1. Me da un no sé qué leer estos artículos porque la realidad que describen es descorazonadora. Pero por muy descorazonadora que sea la realidad hay que hablar de ella y describirla, sin medias tintas, porque es el mejor camino para poder llegar a una solución.

    Hay algo que llevo mal desde hace muchos años, es lo que muy bien defines en este artículo como sumisión a los amos franco-alemanes. Es pura hipocresía la relación que estos dos países mantienen con España porque ni son socios económicos fiables ni son aliados militares fiables.

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