Crónica provisional de los meses locos de Cataluña.

No me acuerdo en qué momento fue, pero recuerdo comentar con alguien que a una persona catalana que ambos conocíamos se le había ido por completo la pinza. Le veíamos compartir indignada en redes sociales cualquier tontería que dijera sobre Cataluña algún personaje público. La verdad es que uno, en el fondo, ya está acostumbrado a que periodistas de la caverna y figuras locales del Partido Popular digan tonterías. Forma parte del paisaje político de España. Y si uno conoce otro países, sabe que hay gente así en todas partes. Pero por lo visto era España entera la que odiaba Cataluña y aquellas tonterías sólo un síntoma. Se repetía la consigna de «no nos vamos, nos echan». España quedaba reducida para los independentistas a todo lo cutre, casposo, carca y facha. Era como si España se redujera a Torrente, las corridas de toros y Bárcenas mientras que Cataluña era Antoni Gaudí, Pau Casals y el World Mobile Congress.

Veíamos a esta persona anticipar con regocijo que España iba a tener un amargo despertar cuando el gran plan se pusiera en marcha. Mientras tanto, compartía fotos de actos multitudinarios y gente festiva con banderas con ese mismo fino sentido del humor de la gente que comparte un vídeo de la Legión desfilando con la cabra y comenta «que se jodan los podemitas». Por lo visto, en el resto de España sufríamos mucho viéndoles festejar y celebrar.

Así que llegamos al otoño de 2017. Creo que la sensación que teníamos todos en el resto de España era que en el fondo el Procés era un paripé y que, al final, Rajoy y Puigdemont lo iban a solucionar como siempre: con cambios en la financiación autonómica que pusiera más dinero en la Generalitat. No sé cuánta gente del gobierno central pensaba igual. Ya conté aquí que alguien me dijo que todo estaba bajo control y no iba a tener lugar el referéndum del 1 de octubre. Ya sabemos cómo terminó la cosa. Hice mi análisis en «El desastre del 1 de octubre»“El 1 de octubre en Cataluña y las Guerras de Cuarta Generación”.

La imagen internacional de España quedó por los suelos aquel día. Alguien me comentó «no pasa nada, las editoriales de los principales diarios apoyan al gobierno español». Poco después oí el mismo argumento a una ministra del gobierno. Supongo que la frase salió de algún argumentario o lo dijo alguien en la COPE. Parece que nadie hubiera sacado ninguna lección del uso de redes sociales en los conflictos recientes. Habían perdido la batalla de la narrativa.

Por aquellos días varios lectores catalanes me dijeron en Twitter que no entendía lo que pasaba porque yo no estaba allí. Querían decir, claro está, que pensaban que si yo hubiera estado viviendo en Cataluña hubiera simpatizado con el Procés. Alguno comentó incluso que yo escribía habitualmente cosas interesantes, pero que en el tema catalán se notaba que estaba sometido a servidumbres. Supongo que si no critico al independentismo catalán, Soraya no me manda el cheque a fin de mes. La verdad, como ya todos sabemos, es que te puedes sumergir en la realidad política de un lugar vía Internet. Leía la prensa catalana y seguía de cerca un montón de perfiles en las redes sociales para captar el estado de ánimo. Cuando miraba los medios y leía lo que decía gente del resto de España me quedó claro que no se habían enterado lo que estaba pasando allí.

El lunes 2 de octubre fue el primer día que estuve realmente preocupado. Una parte de la sociedad catalana había desconectado mentalmente de España tras las conmoción mediática del domingo día 1. Se había hablado de movilización de tractores el día del referéndum. Y ahora había manifestaciones a la puerta de cuarteles de la Guardia Civil. Sólo faltaba que alguien perdiera los nervios para que ocurriera una desgracia que encendiera la chispa. Me fui a la cama mandando mensajes a personas conocidas diciendo que todo me recordaba a Eslovenia 1991: bloqueo de vías de comunicación y cuarteles militares rodeados.

La huelga del día 3 sirvió para desinflar la tensión y como jornada de exaltación independentista. Tuvimos un mensaje del Rey que no sirvió para nada y luego la proclamación de independencia con inmediata suspensión. Una catalana con la que había coincidido alguna vez en Madrid, y a la que no hace mucho había redescubierto vía las redes sociales, contaba en su blog que en el resto de España no entendíamos que los independentistas eran la mayoría social. Otro conocido catalán no paraba de mostrar su hilaridad ante cualquiera que hablara de la fractura en la sociedad catalana.

Yo vivía todo aquello con una mezcla de sentimientos. Por un lado, la impotencia del «¿Y esto cómo se arregla?». A los medios de Madrid les gustaba hablar de «golpe de Estado», como si el Procés fuera una trama golpista que pudiera simplemente desarticularse como un comando terrorista. Parecía que no tenían en cuenta la opinión de la gente. O que simplemente pensaban que los independentistas, decepcionados, se desmovilizarían y se irían a casa. Mientras tanto, cada día nos echábamos unas risas en Twitter con las tonterías que soltaban los independentistas, que parecía habían abandonado todo contacto con la realidad. Vivían la fantasía de que la Unión Europea suplicaría que un país tan desarrollado, moderno, avanzado y pujante se uniera a ella mientras España, un lastre para Bruselas, sería expulsada por lo sucedido el 1 de octubre. España despertaría con llanto y crujir de dientes al día siguiente de la independencia catalana. Los españoles, que hemos estado toda nuestra historia viviendo de lo que robamos a otros, desde el oro de los incas al saqueo de Cataluña, íbamos a tener que ganar por primera vez el pan con el sudor de nuestra frente. El tener que trabajar para vivir iba a ser especialmente doloroso en el caso de los andaluces, que junto con los canarios, sufrimos la tara de nuestros genes africanos.

Sutil mensaje de un mural en Sabadell que muestra a una danesa del sur, rubia y de ojos azules, enfrentado a un policía español de tez morena.
Imagen promocional de un documental independentista que muestra a la típica niña danesa del sur.

El viernes 27 se votó en el parlamento de Cataluña la Declaración Unilateral de Independencia. Recuerdo levantarme del escritorio y mirarme las manos, que me temblaban. Si el gobierno catalán ordenaba a los Mossos tomar el control de edificios oficiales y fronteras, estallaría un conflicto armado. Como expliqué aquí, una Declaración Unilateral de Independencia no es un juego. Los independentistas decían desafiantes «¿a cuántos catalanes estáis dispuestos a matar para conservar vuestra sagrada unidad de España?». Pero la cuestión fundamental era justo la contraria: cuántos catalanes estaban dispuestos a luchar y morir por la independencia al grito de «¡Patria o Muerte!». El gobierno central aplicó el artículo 155 de la Constitución y pasaron dos cosas que sorprendieron a los líderes catalanes: ningún país reconoció a la República de Cataluña y los Mossos d’Esquadra acataron la aplicación del artículo 155. Que les sorprendiera lo primero es bastante llamativo. El gobierno de Cataluña tenía una legión de cargos públicos muy bien pagados y sin embargo no hubo nadie que supiera leer el contexto geopolítico europeo. Que los Mossos aceptaran el cese de su jefe y respetaran la normalidad constitucional en Cataluña respondió la pregunta de la disposición de los catalanes a luchar y morir. El  siguiente lunes, el presidente del gobierno catalán  y algunos de sus consejeros huyeron a Bruselas.

No sé cómo vamos a salir de aquí. Pero el otro día, leyendo las tonterías de independentistas que recopilan gente que sigo en Twitter, me quedé pensando si parte del problema es que hay tantos descerebrados en cada lado que es fácil construirse a medida un discurso de que las diferencias son insalvables y el otro bando está lleno de «nazis». Leer las tonterías de los independentistas sirve para echarse unas risas pero no cambia nada. Me propuse, por tanto, que a partir de ahora voy a dejar de retuitear esas tonterías y dejar de hablar del Procés en las redes sociales. No solucionará nada. Pero lo menos no ahondará la brecha.

15 comentarios sobre “Crónica provisional de los meses locos de Cataluña.

  1. Hay algo que me llama todavía más la atención. Algunos líderes independentistas siguen pensando en aplicar los mismos pasos que aplicaron en octubre pasado, y que solo condujeron a Cataluña al artículo 155. ¿No se han dado cuenta de que no tienen apoyos en la UE (ni en ninguna parte)? Hasta algunas destacadas personalidades políticas catalanas, impulsoras del independentismo, se han ido a Bélgica y Suiza.

    Comprendo que sigan defendiendo su ideología independentista, por supuesto, ¿pero no se dan cuenta de que están topando con la realidad?

    1. Si se van dando cuenta pero no saben como decirselo a sus votantes despues de haberles contado durante cinco años que la independecia estaba al alcance de la mano y que esta vez no se les escapaba,

    2. Falta talento en las élites de ambos bandos.

      En Madrid falta entender que una parte de España no está a gusto, y necesita cambios que no necesariamente implican una independencia.

      Y en Barcelona para entender que con un 48.9 % de votos en un referéndum no se puede declarar una DUI.

      Lo que tengo clarísimo es que el statu quo ahora mismo es imposible, con talento se podría arreglar con un nuevo Estatuto de Autonomía , que no necesariamente es más pasta para Cataluña… sino simplemente reconocer la singularidad.

      Las hostias del 1 de octubre creo que han hecho más favor al independentismo que mal, en unos años la chavalería que tiene ahora 15-16 años votará… y esto lo tendrá en cuenta.

      En España alguien tiene que analizar sin sesgos porqué se ha pasado de un mísero 9% de votos a partidos independentistas en 1999 (ERC) a un 47% el 21D.

      Quién se queda con que si la TV3… o la abuela fuma es que no ha profundizado más allá de lo que se ve en en los medios de intoxicación

      1. Tienes razón y, según se vaya incorporando las nuevas generaciones, el voto independentista aumentará. Lo que no estoy seguro es que fue antes, si el huevo o la gallina; desde luego hay otras muchas causas pero si la educación y TV3 fueran de otra forma seguramente habría menos independentistas entre las nuevas generaciones

        1. Vamos a ver, yo he estado más de 10 veces en Madrid por lo menos y no opino sobre algo de allí porque no lo he vivido, una cosa esta clara «Daneses del Sur» antes se nos solía llamar Polacos directamente, que la sociedad catalana esta hasta los webos del Rey y quiere cambios es un hecho, que la sociedad catalana esta más a favor de una República Federal española que de una república catalana es más claro que cuestionar si el agua moja, lo que en algo tenéis razón, entre los artículos como este (de alguien que es su miserable vida ha pasado una hora en territorio catalán y se nota, entre cadenas como Intereconomia que desvirtúa y engaña fomentando el odio y que los políticos sean tratados cómo terroristas mientras una infanta con «Masters» en Bostón no sabe lo que firma, su marido que ha ROBADO millones esta en Suiza esquiando y cobrando del Estado, desaparecen casi el 80% del dinero que fue dado desde Europa y que tendremos que devolver todos, los bancos no han devuelto ni un 50% de lo que robaron con las preferentes, el Pujol joda siga callado y no diga lo que sabe para no acabar preso o asesinado como la Barberá, mientras nuestros ex ministros (el 90% unos incultos y unos ladrones) sigan cobrando super sueldos vitalicios,… eso no hace más que favorecer al independentismo nos pese a quien nos pese esa es una realidad, si nada cambia y siguen los mismo mandando, no se solucionará el problema, que la ciudadanía catalana no esta en contra de los españoles sino de su nefasto gobierno y de sus casposas oligarquías que llevan chupándonos la sangre literalmente a todos los españoles desde hace demasiado.

          Esta claro que aquí lo mejor es que se una todo el pueblo y salga a luchar por su futuro que esta cada vez peor, hasta los africanos están regresando a sus países de origen o se van a otros de Europa porque ni ellos ven futuro aquí en España, mientras nos mantengan divididos podrán seguir robando a placer y riéndose en nuestra cara y aquí desgraciadamente solo salimos a celebrar los títulos de la Roja.

      2. No entiendo eso de singularidad, ¿que singularidad? ¿que los catalanes son mas especiales o algo?
        Lo de la DUI les salio el tiro por la culata, asi que toca cambiar la narrativa a «dame mas», pero ese dame mas tiene un limite y hay que asumirlo.

  2. No estoy de acuerdo que el mensaje del rey no sirviese para nada. El mensaje del rey nos dio animo a los españoles que vivimos en Cataluña y fue el desencadenante de la primera gran manifestacion anti-independentista, detalle que usted no menciona, que dejo entender que mas que hacia Eslovenia caminabamos hacia Irlanda del Norte. Por el resto, de acuerdo con su buen analisis.

    1. Estoy completamente de acuerdo. Además, esa manifestación eliminó de la prensa internacional la idea que muchos vendían hasta ese momento de una Cataluña unida por la independencia. Cuando tanta gente sale a la calle en tu contra no puedes vender esa burra.

  3. Tu insistencia en demostrar «lo daneses del sur» que somos es preocupante. Forma parte del discurso del «supremacista catalán» que se han encargado de vender y tu de comprar.
    Sobre la disposición a la muerte de los catalanes me sorprende que no hables de los que matan y culpabilices al muerto, todo muy nacionalista. Español naturalmente. Balcánico.
    Los trabajos de la diplomacia española, el dinero gastado, los ejércitos enviados, etc. te da cuenta de las posibilidades de apoyo europeo real, tanto que España sigue por ahí perdiendo sangre (figuradamente) por todas partes. Y no lo digo yo, un poco de editoriales internacionales te harían bien. Por otra parte, como el gobierno catalán no dio pie a que nadie para que Europa apoyara la independencia hablar de ello es ridículo como bien sabrás. Si no se pidió no se dio, fácil, no?.
    Y finalmente, no se va a salir de aquí. Como bien dices mas de la mitad de la población se ha ido de España, nunca mas serán españoles y la razón es fácil: nadie les da una razón para serlo, nadie les da una opción en la que no se sientan agredidos, menospreciados y marcados. En España el tiro al catalán da votos y todos los partidos nacionalistas españoles se esfuerzan y miman el odio al catalán malo. Mira que es fácil y elegante un referéndum pero esa primigenia unidad de la patria (de unos pocos) hace imposible ningún acuerdo. Se pide votar desde el primer momento y casi todo lo que se ha hecho era para forzar el referéndum. Igual a partir de ahora y si se renueva y rejuvenece el elenco político catalán, vas a ver esos muertos que ponen ustedes sobre la mesa como amenaza y argumento principal.
    Sea todo dicho para dar profundidad al análisis si es posible.

    1. Iba a responderte, estaba editando detalles, pero me di cuenta que tu comentario se resume en lo de siempre, españoles mu malos y catalanes pobres victimas en su ombliguismo tipico. Asi que paso, aburre.

  4. «No solucionará nada. Pero lo menos no ahondará la brecha.» Son las frases finales que no comparto. Cada veo leo menos —perdón, quiero decir que soy más selectivo— y, desde hace tiempo, busco gente que escriba desde la sensatez y el equilibrio, independientemente de que coincida o no con mis puntos de vista —de hecho, la no coincidencia puede ser un factor determinante para aprender algo nuevo—.
    En este sentido, su blog es uno de los que tengo entre mis favoritos. Así que espero que siga escribiendo sobre este tema; no por el tema en sí, sino porque es actual y está relacionado con su ámbito de análisis.
    Y creo que la brecha no va a ahondarse por lo que escriba ni a cerrarse si no lo hace. Las posturas están demasiado marcadas y, lo que sería interesante es empezar a pensar con sentido común. Así que gracias por su aportaciones. Y a seguir, si le apetece.

  5. Por desgracia diría que hay tema para rato. Y más si en las próximas elecciones generales no se consigue una mayoría estable que apoye a un gobierno.
    Lo de los daneses del sur tiene su gracia. Pero todos los de mercadotecnia te dirán que es más fácil conseguir el apoyo si la gente se identifica y bla bla bla. Lo tienen muy estudiado.

  6. Tu análisis de la situación, ha sido muy acertado. Me ha gustado sobre todo, como con elegancia, has sabido transmitir el profundo, odio y racismo que rezuma el independentismo catalán. Soy un tabarnes no independentista y esta clase de análisis, nos hace mucho bien, porque es pedagogía pura y desmonta los argumentos de los independentistas y de los españoles (podemos) que los apoyan. Buen trabajo.

    1. Como amante de los libros, te recomiendo «La raza catalana» de Francisco Caja (2 vol). Ahí se comprueba el gérmen racialista y supremacista de los independentistas catalanes.

      Se habla del paso del 9 al 47% en el voto independentista, pero el pujolismo convergente era, sentía y trabajaba institucionalmente en ese sentido hace años. Así que las cosas no han cambiado, en realidad, desde 1980. Sólo que el miedo a perder el chollo-corralito (3%, etc) ha desenmascarado y acelerado las cosas.

      «¿que singularidad? ¿que los catalanes son mas especiales o algo?» Ahí está el quid de la cuestión desde la Transición, y el error fatal de base. El haber asumido, el resto de españoles por acomplejamiento cultural y de los partidos políticos y su propaganda, que hay ciertos españoles «distintos» porque se les ocurre hablar, bailar o pensar a su aire, y que ello les privilegia respecto al resto.

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