Salvar al soldado Putin

La reciente ofensiva ucraniana en la provincia de Járkiv, avanzando hacia el nodo de comunicaciones de Kupiansk, provocó un desplome de la posición rusa en lo que fue el saliente de Izyum. El alto mando ruso ordenó entonces, además, la retirada de sus fuerzas al norte y noreste de la ciudad de Járkiv, logrando los ucranianos llegar y consolidar posiciones en la frontera rusa por primera vez desde el comienzo de la guerra.

Los rusos dejaron atrás en Izyum, donde se ubicaba el cuartel general del sector, montañas de material y centenares de blindados, vehículos y piezas de artillería. Algunos cálculos hablan de que los rusos han perdido allí el equivalente a una división mecanizada.

Sin duda alguna, muchos de los vehículos militares abandonados por los rusos en descampados y solares de Izyum y alrededores fueron recuperados tras ataques ucranianos con artillería o con drones en los últimos meses. En cualquier caso, los ucranianos van a poder recuperar e introducir en servicio decenas de carros de combate T-80 y T-72 junto con blindados BMP-2 y BTR-82A que no sólo permitirá compensar el material perdido sino mecanizar algunas unidades.

La victoria ucraniana en la provincia de Járkiv es relevante por varios motivos. Los ucranianos han logrado recuperar miles de kilómetros cuadrados que estaban bajo ocupación rusa. Por comparar, en julio los rusos habían logrado ocupar 150 kilómetros cuadrados de Ucrania y en agosto unos 450 kilómetros cuadrados aproximadamente. La ofensiva ha logrado además arrebatar a los rusos la iniciativa en el este del país. Veremos en los próximos días si los ucranianos consolidan la recuperación de terreno al otro lado del río Donets para lograr en un futuro atacar Lyman y luego Kreminna desde dos ejes.

El colapso ruso en Izyum ha dejado al aire, cómo no, los problemas de las fuerzas rusas. Los ucranianos lanzaron su ofensiva aprovechando los problemas de personal de las fuerzas rusas, que no pudieron cubrir adecuadamente todo el frente desde Jersón a Járkiv. Ahora hemos visto que la empresa «Wagner» está reclutando voluntarios en las cárceles rusas. También hemos visto los problemas de moral y equipamiento de las fuerzas de las repúblicas separatistas títeres de Moscú, que han sido tratadas como carne de cañón por el ejército ruso.

Pero la victoria ucraniana ha tenido por encima de todo un efecto perturbador para Rusia en el plano moral. Tras seis meses de «Operación Militar Especial» el fin del conflicto no se vislumbra mientras se acumulan las pérdidas rusas frente a un enemigo convencido de que esta guerra sólo va a tener un resultado final y es la victoria de Ucrania, algo que los ucranianos sostenían desde el comienzo de la guerra. Como cuestionar el liderazgo de Vládimir Putin es peligroso para la salud, las críticas se han volcado sobre los generales, los asesores del presidente y las estrategias seguidas. En Rusia se piden cabezas y se pide una movilización general para acabar la guerra de una vez por todas. Como en la propia Rusia apuntan, sacar de sus puestos de trabajo a obreros y oficinistas para servir como reservistas en la guerra afectará a la economía del país, enfrentará a la sociedad rusa a la realidad de la guerra y no solucionará los problemas intangibles de las fuerzas armadas rusas: atraso tecnológico, rigidez doctrinal, falta de disciplina, etc.

Curiosamente las voces críticas en Rusia tardaron en aparecer, al difundirse la explicación oficial de que sólo había sucedido «un reagrupamiento» de fuerzas. Sólo cuando se hizo evidente la debacle rusa en Izyum vimos la intensa reacción entre contertulios de la televisión rusa e influencers de las redes sociales bien conectados con las fuerzas armadas y/o Wagner. Mientras tanto, los bots y trolls que operan en las redes sociales occidentales no les llegó la noticia de que en Rusia hablaban sin eufemismos de la derrota en Izyum, así que insistían en que lo sucedido allí es intranscendente y que los rusos se retiraron de forma ordenada. Sin olvidar las fantasías de una «trampa rusa que atrajo a los ucranianos a su aniquilación» y parecidas, que tanto gustan en Hispanoamérica entre un público crédulo e ignorante.

El último esfuerzo para desviar la atención de lo sucedido en Izyum es salir a glosar las derrotas militares estadounidenses, en lo que no es más que una variante del «whataboutism». Supongo que a los fans de Putin les consuela hablar en pleno 2022 de Vietnam y la Ruta Ho Chi Minh, cuando la Teoría del Dominó no se cumplió en el Sudeste Asiático y catorce años después de la caída de Saigón cayó el muro de Berlín. Tenemos un ejemplo en Rafael Poch-de-Feliu, que dice «el ejército de Estados Unidos, que lo hace todo tan bien, dispone de la más avanzada tecnología para matar, y consume un presupuesto por lo menos catorce veces superior al ruso, ha sido incapaz de ganar sus propias guerras». Habla de Corea, Vietnam, Afganistán e Iraq, cómo no. El argumento es falaz. Porque mezcla guerras regulares e irregulares, cuando precisamente uno de los mayores desafíos de cualquier ejército convencional es ser capaz de derrotar a una insurgencia. Hay montaña de literatura al respecto. Véase, por ejemplo, Why Big Nations Lose Small Wars: The Politics of Asymmetric Conflict y How Democracies Lose Small Wars: State, Society, and the Failures of France in Algeria, Israel in Lebanon, and the United States in Vietnam.

La invasión rusa de Ucrania en 2022 es un caso diferente. Es una guerra convencional. Precisamente la clase de guerra para la que se crearon y preparan la inmensa mayoría de fuerzas armadas del mundo. Y todo lo visto desde febrero de 2022 rompe en añicos la imagen que teníamos en Occidente del ejército ruso. Véase a Guillermo Pulido hablando recientemente en el canal Trufault sobre historia militar a partir del minuto 35:29. Si queremos comparar la invasión rusa de Ucrania con una invasión estadounidense tenemos que irnos a la Operación «Tormenta del Desierto», para comparar la capacidad de procesar información, gestionar recursos y tomar decisiones en un campo de batalla amplio y complejo.

O si queremos comparar una invasión con medios más limitados, podemos irnos a la invasión de Iraq en 2003 donde una sola división sirvió de punta de lanza hasta entrar en Bagdad.

2 comentarios sobre “Salvar al soldado Putin

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  1. La propaganda rusa no solo es una máquina de fabricar bulos, mentiras y desinformación, ahora hemos visto que es también una máquina de fabricar malas excusas para las derrotas.

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