Dediqué en su momento varias entradas de este blog a hablar de algunos problemas profundos del Ejército de Tierra español, víctima de una reforma seguida de una contrarreforma y embarcado en un programa ambicioso que aplica las lecciones estadounidenses del último conflicto… de 1999. Véase «Ejército de Tierra español: ¿alguien al volante?» (29 de julio de 2020) y «La organización del Ejército de Tierra es un monstruo de Frankenstein» (11 de enero de 2022) sobre las reformas del Ejército de Tierra y su organización. Véaes «Que el programa VCR 8×8 Dragón sea la estrella del Ejército de Tierra, ¿es síntoma de falta de ideas o falta de dinero?» (3 de enero de 2022) y «Vehículo «Dragón» 8×8, ¿demasiado grande, demasiado caro y demasiado tarde?» (6 de enero de 2022) sobre el Vehículo de Combate de Ruedas 8×8 «Dragón». Pero ya entonces en las redes sociales me planteaba más de uno, sabiendo mis simpatías, cuándo abordaría los problemas de la Infantería de Marina española, una fuerza cuya rama expedicionaria y especializada en operaciones anfibias ha vivido en los últimos diez años una notable decadencia. Sin embargo, antes de abordar las circunstancias y desafíos de la Brigada de Infantería de Marina «Tercio de Armada», asunto del que como todos se resuelve habitualmente el debate pidiendo más medios, habría que entender que no se trata de una cuestión particular de la Armada y España, sino que es un desafío al que enfrentan todas las Infantería de Marina del mundo.
El primer desafío al que se enfrentan todas las Infanterías de Marina es la duda sobre la viabilidad de las operaciones anfibias en un mundo donde proliferan los sistemas antibuque y antiaéreos avanzados. En la presente guerra de Ucrania hemos visto que no se han llevado a cabo más desembarcos anfibios que puntuales operaciones especiales ucranianas. El hundimiento del crucero «Moscú», logrado por el impacto de dos misiles antibuque, y la posterior aparición de pequeñas embarcaciones no tripuladas ucranianas [1] ha sido suficiente para que la armada rusa se alejara de las costas ucranianas. Evidentemente el caso ucraniano presenta toda clase de particularidades que iremos entendiendo mejor cuando acabe la guerra. Pero la preocupación por las capacidades de las armas modernas se remonta a décadas. Un documento del secretario de Defensa británico advertía sobre el «rápidamente creciente poder de las armas modernas para encontrar los objetivos con precisión y golpearles duro a largas distancias está aumentando la vulnerabilidades de las grandes plataformas como las aeronaves y los buques de superficie» ya en junio de 1981, anticipándose al papel estelar del misil antibuque Exocet empleado por la aviación naval argentina menos de un año después [2].
La capacidad de potenciales enemigos de impedir el traslado de fuerzas a un teatro de operaciones y dificultar de las fuerzas propias en él mediante armamento de precisión y largo alcance se ha denominado Anti Acceso – Denegación de Área (A2/AD en inglés). Ha sido el punto de partida de las estrategias aeronavales estadounidenses en la reorientación estratégica de sus fuerza armadas hacia el Indo-Pacífico [3]. Pero la extensa literatura sobre el tema que se centra en China no nos tiene que hacer perder de vista que la amenaza de los sistemas de armas avanzados antibuque y antiaéreos se extiende más allá e implica a toda clase de actores, como la Guerra del Líbano de 2006 demostró. En aquel entonces una fuerza irregular ayudada por Irán lanzó dos misiles antibuque. La evolución de aquel fenómeno lo vemos con las fuerzas huzíes apoyadas por Irán en Yemen [4]. Y podríamos llevar el debate del concepto A2/AD al contexto del Magreb, como hizo el profesor Guillem Colom para el caso de Argelia [5].
La respuesta a este primer desafío del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos fue la adopción del concepto «maniobra operacional desde el mar«. La fuerza de desembarco no chocaría a pie de playa con el potencial enemigo, sino que usaría el mar como «espacio de maniobra», buscando los puntos débiles del enemigo y empleando la inteligencia y el engaño. Esto significaba en la práctica ser capaz de lanzar a la fuerza de desembarco a gran distancia mediante sistemas caros de adquirir, operar y mantener como el convertiplano MV-22 Osprey, el helicóptero pesado CH-53K Super Stallion y las embarcaciones de colchón de aire LCAC.

Puestos a mirar la Infantería de Marina española en el espejo de la estadounidense, nos encontramos que los medios de transporte aéreo más pesados a disposición de un comandante de una fuerza de desembarco española era hasta hace poco un puñado de helicópteros SH-3D en la etapa final de su vida. Han sido finalmente dados de baja tras ser sustituidos a cuenta gotas por helicópteros SH-60F de segunda mano que se espera que sumen un total de ocho en 2023 y que recibirían equipos FLIR próximamente. Aparte, la Flotilla de Aeronaves de la Armada cuenta con siete Agusta Bell 212, que entraron en servicio en 1974 y fueron modernizados recientemente por SENER. En cuanto a embarcaciones para llevar a la fuerza de desembarco a tierra , la Armada cuenta con las lanchas convencionales LCM-1E construidas por Navantia. En España no hay nada comparable con las LCAC (Landing Craft Air Cushion) estadounidenses o las EDA-R (Engin de débarquement amphibie rapide) francesas. Habría que remontarse a los prototipos de CHACONSA para encontrar interés en España por desarrollar algún tipo de embarcación rápida no convencional. Si el debate sobre la adecuación de los medios de la Armada para poder llevar a cabo operaciones anfibias más allá del horizonte y poner en práctica la «Maniobra Operacional desde el Mar» podría llevarnos a conclusiones severas sobre las capacidades de la Armada, mejor dejar para otro día si cuenta con los medios para poder disputar con éxito el control del espacio marítimo.
[Continuará…]
[1] Véase «Ukraine’s Maritime Drones (USV) What You Need To Know» por H. I. Sutton.
[2] Véase HANDBRAKE! Dassault Super Etendard Fighter-Bombers in the Falklands/Malvinas War, 1982 de Alejandro Amendolara y Mariano Sciaroni.
[3] Véase «La tentación de la guerra tecnológica o el camino hacia el Air-Sea Battle Concept» de un servidor en la Revista General de Marina de marzo de 2014.
[4] Véase «La guerra naval en Yemen: la cara oculta del conflicto» de Yago Rodríguez en la revista Ejércitos (junio de 2019).
[5] Véase «An A2/AD in the Western Mediterranean? Is Algeria developing anti-access/area-denial capabilities?» en Defence Studies (agosto de 2021).
De lo más interesante estas cuestiones relacionadas con la infantería de marina.
Pues SÍ . Tanto LCAC’s como Ospreys DEBERÍAN ESTAR en el punto de mira de nuestra Infantería de Marina , al igual que los ACV’s , 8/12 PzH 2000 , 8/12 Himars , 18 Panthers KF-51 + 2 Pionierpanzer Wisent 3 ( Büffel/Kodiak ) , entre otros .
Además de sustituir a los Galicia por un 2° BPE mejorado para operaciones aéreas , pero sin tocar la parte anfibia del modelo , lógicamente .
Las operaciones de asalto aeroanfibio a distancias de relativa seguridad seguirán siendo primordiales previo aseguramiento de la zona de operaciones mediante reco/ataque aéreo sincronizado como preámbulo de la operación y que será de tipo quirúrgico ( drones varios/F-35B ) para lograr el efecto deseado en el éxito de la misión .
Y la velocidad , rapidez y sincronización de todos sus movimientos y despliegues serán determinantes para el éxito de la misión . LCAC’s o EDA’s-R y MV-22 B Osprey serían los protagonistas perfectos para efectuar estos despliegues . De NINGUNA otra manera se garantizaría el éxito en este empleo expedicionario sin las premisas anteriormente citadas . De lo contrario sólo el factor suerte o unas deficientes defensas enemigas pueden ser beneficiarias de inferiores prestaciones como las que hoy en día nos contemplan . Hoy más que núnca prevalece el que el famoso dicho de RENOVARSE ( EVOLUCIONAR ) O MORIR está más vivo que nunca .