En 2012 mandé una propuesta de comunicación académica a un congreso organizado por un centro universitario español. Se titulaba: «Guerra Híbrida: InfoOps y ciberguerra en el conflicto Rusia-Georgia de 2008«. Me la rechazaron aplicando un artículo del reglamento del congreso que mencionaba la falta de interés del tema o la carencia de carácter científico de la comunicación. Nunca me molesté en averiguar cuál de las dos razones fue la que justificó su rechazo. Considerando el nivel habitual de los congresos académicos, dudo que fuera su falta de carácter científico.
Dos años después, Rusia invadió Ucrania y el término Guerras Híbridas se puso de moda. Se produjo una habitual explosión de artículos de prensa, cursos y conferencias. Todo el mundo lo tenía clarísimo. La guerra había cambiado. Otra vez. Ahora no se declaraban formalmente. Sino que tenían lugar en la Zona Gris. Muchos que participaron en aquel frenesí, imagino, serían los mismos que ignoraron a Jorge Aspizua (Z»L) en vida, la persona que más hizo por divulgar el término en España.
Mi experiencia escribiendo sobre conflictos armados en este blog desde hace 15 años me ha hecho observar el eterno ciclo por el que pasan los conceptos en España. Primero, se ridiculizan. Siempre hay alguien para decir que no tiene sentido acuñar términos nuevos cuando la guerra es tan vieja como la Humanidad. Y mientras cambian los protagonistas y las tecnologías, los dilemas sobre liderazgo, estrategia y liderazgo son eternos. Siempre hay un antecedente histórico que mencionar, sean los romanos, los tercios de Flandes o la Segunda Guerra Mundial, para decir que no merece la pena decir que hay algo nuevo o interesante. La lista de temas de los que yo he escrito y me dijeron que no tenían relevancia incluye las Empresas Militares Privadas o el yihadismo en el Sahel. A los españoles no se nos había perdido nada en África, me dijeron.
El siguiente paso es que el tema en cuestión es asumido por el Pentágono o la OTAN. Aparecen documentos doctrinales, se celebran eventos internacionales y aparecen libros en inglés. Entonces se desata en España el furor del converso. Aquel tema del que me habían dicho que era irrelevante o inexistente se convierte en el tema de moda. Se escriben columnas de opinión en los periódicos, se organizan mesas redondas, se publican monografías en el CESEDEN, se montan cursos en universidades de verano, se traen expertos internacionales para organizar work-lunchs en el Real Instituto Elcano… Se vuelve imperativo tener una opinión sobre el tema y parece que todo el mundo tiene que publicar algo sobre el tema, aunque no lo conozca o no lo entienda. La gente habla de Guerras de Cuarta Generación sin haber leído nada de William S. Lind, más que el artículo del que fue coautor en 1989, porque toca. O habla de Guerra Híbrida rusa sin saber que los rusos jamás desarrollaron una doctrina de Guerra Híbrida. Para colmo, los conceptos se usan como excusa para las cosas más peregrinas. Así, en España, se justificó la reactivación de los cuarteles generales de entidad división o la creación de un centro de inteligencia militar en el Ejército de Tierra al margen del CIFAS por el nuevo panorama geoestratégico posterior a la Guerra de Ucrania. ¡Que vienen los rusos!
Asumo la soledad del corredor de fondo. No voy a dejar de hacer las cosas que hago, hablando de cosas que generan perplejidad. El pasado viernes escuché una charla on-line de Iago Moreno sobre los memes políticos y dedicó los primeros minutos a justificar la relevancia académica del tema. No pude más que sentirme identificado en esa necesidad de defender el objeto de estudio. Al menos, ver que otra persona desde un aproximación totalmente diferente está trabajando el tema me ha animado a recuperar el proyecto de artículo sobre la guerra memética y el atentado terrorista en Christchurch del año pasado. Pero primero haré aquí una revisión bibliográfica del tema. Porque la mayoría se va a sorprender de encontrar las cosas que se han publicado en el contexto de la OTAN sobre guerra memética.
Hay que dedicarse a los temas y asuntos que cada cual cree conveniente, nos llamen frikis, nos llamen raros o nos llamen como quieran. Es preferible ser un «raro» a ser un advenedizo o tener la fe de un converso.
Algo que no me ha gustado nunca, ni aún cuando era más joven, era seguir modas o tendencias del tipo que fuesen.
Muy buenas
Espero que estas bien, dentro de lo posible.
¡Qué me vas a decir!…..
-Las redes yihadistas y los memex. Revista Mundo Linux Nº 86 . Enero 2006.
-Guerras de cuarta generación y percolación de redes yihadistas: La dimensión
memética.
En: La Inteligencia como disciplina científica: Actas del Primer
Congreso Nacional de Inteligencia. Editorial: Plaza y Valdés Editores –
Ministerio de Defensa. ISBN 978-84-9781-575-8. Madrid (2010)
Por cierto que un concepto es memex y otro memes, y los dos son notables en estos asuntos,
Cuídate, y por cierto ¿Estamos en guerra?
Te descubrí hoy, me propongo leerme tus articulos del presente para atrás. Gracias por escribirlos, buscaba un punto de vista creíble e independiente…entre otras cosas.