Defensa menguante

La defensa nacional es un servicio público como lo son la sanidad y la educación. Sin embargo en España hay un escaso debate público sobre ella. Ciertamente el ciudadano medio tiene un contacto más cercano con, por ejemplo, los servicios de salud y el sistema educativo. Así que es raro el español que conozca la situación de las fuerzas armadas y las decisiones del Ministerio de Defensa. También es cierto que hubo escaso debate en los años previos al estallido de la crisis económica sobre los multimillonarios gastos en infraestructuras de transporte. Todo el mundo quería su línea de alta velocidad y su aeropuerto, más allá de la viabilidad económica. Personajes como Roger Senserrich, escribiendo sobre los dilemas políticos y técnicos del transporte por ferrocarril en España, son la excepción [1]. Así que podemos decir que la falta de debate sobre las políticas de defensa forma parte de una falta generalizada de debate público sobre grandes cuestiones de Estado.

El problema de hablar en España sobre la defensa nacional es que simplemente no hay debate. El partido conservador tiene un discurso sobre la nación española, como parte de su enfrentamiento con los nacionalismos periféricos, que yo encuentro particularmente superficial. Recordemos el famoso “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles”. Ese discurso sobre una «gran nación» tiene en el fondo un componente nostálgico sobre glorias pasadas y es insustancial sobre el papel de España en un mundo globalizado y sus imperativos geopolíticos. La falta de interés por los asuntos militares quedó reflejada en el también famoso «este domingo tengo el coñazo del desfile… en fin, un plan apasionante».

El partido socialdemócrata por su parte mantuvo el buenismo como valor fundamental de política exterior la última vez que ocupó el gobierno. En esa línea, su primer ministro de Defensa dejó para la posterioridad su credo «prefiero que me maten a matar»,  llevándole la contraria a Patton. Durante aquellos años la publicidad institucional de las fuerzas armadas se centró en las operaciones de paz y escondía el armamento. Cuando tocó presentar a los vehículos blindados Iveco Lince, la segunda persona en ocupar la cartera de Defensa en un gobierno socialista señaló el pequeño compartimento de carga trasero del vehículo y destacó su capacidad para llevar «ayuda humanitaria».

Careciendo los dos principales partidos un discurso sobre el lugar de España en el mundo y las fuerzas armadas que el país necesita, el debate ha sido historícamente ocupado por aquellos contrarios a los conceptos de defensa y España. Los asuntos que ocupan titulares son tan ridículos como la denuncia de ejercicios, el desplazamiento de convoyes y la simple presencia de militares realizando alguna marcha por espacios públicos. Ya en 2006 hablé del tema y cómo existe en España la singular figura del político nacionalista periférico que denuncia la aparición de militares caminando en columna al borde de una carretera por Cataluña o el País Vasco diciendo «esto no pasa en ningún país democrático». La frase sólo  demuestra que no han salido de su pueblo, lo que me llevó a definir a esa clase de políticos como cosmo-paletos. Al debate hay que añadirle los tópicos sobre las fuerzas armadas como un reducto franquista, cuando resulta que muchos coroneles y generales retirados expresan ideas conservadores en columnas de opinión y blogs pero el único que se ha metido en político ha terminado en Podemos. Por no hablar de los tópicos sobre los militares como estamento privilegiado por la existencia de un puñado de centros de ocio, beneficios y actividades que en otros tiempos disfrutaban los empleados de, por ejemplo, la Compañía Telefónica Nacional de España [2]. Pero, sin duda, el tema central del debate sobre la defensa nacional y las fuerzas armadas es su presupuesto.

 Gasto en defensa en proporción al PIB de los países OTAN

España es el segundo país de la OTAN que menos gasta en sus fuerzas armadas en proproción a su PIB. Sólo Luxemburgo gasta una parte proporcional inferior de su riqueza. Durante un tiempo, Lituania y Letonia se mantuvieran casi a la par que España. Pero desde la crisis de Ucrania tanto Polonia como las Repúblicas Bálticas han aumentado su gasto en defensa. Al contrario de lo que quieren hacer creer las voces que claman un recorte en gastos de defensa para hacer frente a la crisis, desde 2007 el presupuesto del Ministerio de Defensa ha disminuido de forma importante. Según recoge el informe anual del Centre d’Estudis per la Pau JM Delàs entre 2007 y 20016 el presupuesto del Ministerio de Defensa se redujo en un 38,8%.

Gastando tan poco el Ministerio de Defensa ha tenido que hacer «trampas». Los principales programas de armamento, los llamados Programas Especiales de Armamento (PEAS), han sido financiados mediante créditos especiales. Y se ha concendido créditos para Investigación + Desarrollo a la industria de defensa vía el Ministerio de Industria. Vincular la política de industria de defensa y la de industria tiene sentido para lograr autonomía tecnológica y desarrollar un tejido industrial propio. Pero la experiencia española es que en la práctica el Ministerio de Defensa se ha convertido en cliente cautivo de la industria española, famosa autora de truños como el CETME L y el Santana Aníbal. Recientemente, la Armada Española encargaba dos patrulleros de altura, los futuros P45 Audaz y P46 Furor, por 330 millones de euros. Un disparate que sólo se explica como subvención encubierta a la empresa pública Navantia, cuyas perspectivas de trabajo eran entonces escasas y llevaba ocho años sin encargos de la Armada Española. Como curiosidad, los astilleros de Navantia crean en España la extraña paradoja de que partidos de izquierda y sindicatos tanto del Ferrol y la bahía de Cádiz pidan al gobierno que contrate más buques de guerra para crear trabajo.

BAM
Los Buques de Acción Marítima y sus cachivaches electrónicos.

Al igual que la condición de cliente cautivo de la industria española de defensa española, ha sucedido lo mismo con la industria europea. Tenía sentido que Europa apostara por su autonomía tecnológica respecto a Estados Unidos. En España son muy recordadas las restricciones de uso en el conflicto de Ifni impuestas a la «ayuda americana» de los acuerdos de 1953. Aunque en la práctica, desde el fin de la Guerra Fría, cada vez que Europa ha tenido una crisis a sus puertas, Bosnia, Kosovo o Libia, tuvo que llamar a Washington para que le sacara las castañas del fuego. La paradoja es que si la industria aerospacial europea ha tenido éxitos comerciales en el ámbito civil, por ejemplo los aviones de pasajeros Airbus y los omniperesentes helicópteros civiles, parece que la industria aerospacial militar europea está gafada si repasamos la lista de problemas del Eurofighter, A400M, Tigre y NH90. Ya es casualidad que que son todos ellos precisamente los productos adquiridos por España. Así, las fuerzas armadas españolas se han visto entrampadas en proyectos europeos cuyo coste se ha disparado, sus plazos de entrega se han alargado y sus capacidades han resultado disminuidas frente a lo establecido en el papel.

Resumiendo, tenemos en España que los dos partidos minoritarios nunca tuvieron un discurso propio sobre el papel de España en el mundo, sus intereses geopolíticos y el papel de sus fuerzas armadas, más allá de momentos puntuales en los que se trató de crear una imagen de estas últimas como ONGs uniformadas. El terreno de debate se dejó libre para movimientos que defienden menores gastos de defensa, detrás de los cuales encontramos siempre muchas organizaciones vascas y catalanas. La realidad es que España gasta poco en defensa, con importantes reducciones durante la crisis, y se ha tenido que recurrir a triquiñuelas presupuestarias que implican al Ministerio de Industria, quedando atado el Ministerio de Defensa a la industria española y europea. El resultado son unas fuerzas armadas que han perdido muchas capacidades después de la crisis y de lo que nadie está hablando. Trataré el asunto en próximas partes.

Notas.

[1] El próximo jueves 19 de mayo a las 19:00 en el Café Manuela de Madrid tendrán ustedes a Roger Senserrich en una charla informal sobre los trenes de alta velocidad en España:

Durante las tres últimas décadas se ha invertido una enorme cantidad de dinero en trenes y líneas de alta velocidad, a menudo sin planificación alguna. ¿Tiene toda esta inversión sentido? ¿Son las líneas rentables? ¿Qué hacemos con todas estas obras que están ya hechas?

[2] La Compañía Telefónica Nacional de España ofrecía a sus empleados desde apartamentos de vacaciones a supermercados con descuento, e instalaciones como la «Playa de Madrid».

13 respuestas a “Defensa menguante

  1. La política de defensa en los últimos 30 años ha sido desastrosa salvo honrosas excepciones, cuando se ha hecho caso a los expertos que son en contadas ocasiones (Programa FACA, AEGIS y pare usted de contar)
    Desde adquirir Superpumas en vez de Blackhawks hasta comprar Anibal para intentar reflotar una factoria que estaba absolutamente arruinada, y así ad eternum.
    Lo más triste es la opinión de gran parte de la ciudadanía está totalmente opacada por tópicos y tonterías, sin visos de cambio puesto que ningún partido parece que trate de mejorar nada, es más, los veo capaces de mermar aún más las exiguas capacidades de nuestras FAS.
    Solo utilizando la vitola de «humanitario» y/o «cooperación» parece que tienen un pase al gran público. Hasta cuando se aguantará tanto maltrato a una institución tan importante?

  2. Las perlas dichas por Rajoy, vistas con la perspectiva que da el paso del tiempo, quedan todavía más vergonzantes. ¿A cuántos «coñazos de desfiles» habrá acudido últimamente Federico Trillo?

  3. Al final no tendremos ni la pequeña fuerza expedicionaria al servicio de la OTAN. Mi opinión es que es necesario un ejército menos mercenario y cuyos gastos vayan menos a proyectos maravillosos (en especial la obsesión por tener buques multimillonarios para enfrentarse a piratas con barcas de goma y, luego, venderlos a precio de chatarra) y más a crear brigadas de infantería capaces.

    Tengo mis dudas que hoy por hoy, el ejército español pudiera enfrentarse siquiera al marroquí

  4. Claro y concreto. Y poniendo el dedo en la llaga.
    Ayer asistía, un día más, a un cursillo monográfico sobre crisis global en la Facultad de Filosofía. El ponente de turno nos hablaba de términos tales como nación, nacionalismo, estado, pais… y resulta que no hay una definición clara sobre ellos. Así, las definiciones políticas, las académicas y las jurídicas son diferentes y hasta enfrentadas. Con estos mimbres nos sale un cesto que para qué las prisas. Y eso que hay una cátedra dedicada a estos menesteres nacionalistas. Y si no tenemos claro estos conceptos ¿cómo lo va a haber sobre la Defensa y el papel de las FAs?.
    Por otra parte, la mili fue buena en ciertos aspectos pero hizo mucho daño en otros. La gente recuerda un ejército que no se parece en nada al de hoy. Pero abuelos y padres siguen diciendo a sus descendientes lo mal que lo pasaron (excepto en la barra del bar donde sólo se recuerdan cosas estupendas, ficticias la mayoría) y la inutilidad del ejercito y sus mandos. Esos «licenciados» han prósperado en su vida pero son incapaces de entender que el Ejército y sus Mandos también lo han hecho y a mayor velocidad. Y por supuesto ni ellos ni los políticos han entendido cual es el verdadero papel de un Ejército. Pero si mañana ocurriera algo, todos querrían tener unas FAS bien armadas y preparadas desde ya. Como si eso se consiguiera de la noche a la mañana y con cuatro perras.

  5. Por cierto, acabo de leer en elmed.io tu artículo sobre Marruecos. Muy acertado.

  6. Creo que has sido demasiado maximalista respecto a nuestra industria. Hay ejemplos anteriores y recientes de buenos productos, y algunos de los ejemplos que citas son problemas relativos a la gestión de producción y no al diseño. Concretamente, el CETME L presentó dos problemas principales ajenos al diseño: la elección de plásticos para el modelo de serie y la adquisición de cargadores STANAG en pésimas condiciones, siendo una de las fuentes principales de interrupciones. Estos problemas se exacerbaron en la AMELI, de excelente diseño que se fue por el retrete cuando se puso en producción al cambiar materiales y tolerancias. El SAS estaba encantado con los prototipos y devolvió los ejemplares de serie.

    Como ejemplos de buenos productos, entre otros muchos podríamos citar el Instalaza C-90 o el Expal EIMOS.

    Lo que no tiene sentido es que caracterices de esa manera tan negativa a nuestra industria y que seamos, a la vez, de los primeros exportadores del mundo. Algo no cuadra con eso.

    Otra cosa es que, efectivamente, nuestro MinDef no sea un comprador masivo por decisiones políticas, o que la concepción política de los recursos de defensa sea ilusoria y rehuya con tanta eficacia el simple hecho de que dichos recursos están para no emplearse hasta que hay que hacerlo, con consecuencias obvias e inevitables. Nuestros políticos niegan el mundo en el que vivimos, y antes o después eso tendrá consecuencias

    1. No somos los primeros exporadores del mundo ni en sueños. No caigas en la burda propaganda antimilitarista.
      Hay algunos productos buenos y otros muy buenos. El problema es la cantidad de veces que se ha tenido que tragar con truños. Lo lógico sería apoyar a las industrias que cumplen y mandar a tomar viento a las que no. Pero a veces es al contrario; las fabricantes de truños siguen recibiendo apoyos mientras que las buenas son torpedeadas. Como aquellas bombas de racimo que eran perfectamente homologables y que sinembargo se retiraron del servicio.
      Se te olvidaba otro de los problemas con el CETME L, la munición. Me tiendo le cargadores en condiciones y munición buena «me han contado», que el fusil iba mucho mejor.

  7. Lo peor sabéis que es? Que si algún día pasara algo gordo tipo un Perl Harbour o una crisis del 98 se les echaría la culpa a los militares.

  8. No deja de sorprenderme que un analista tan capaz como usted, yo le sigo con una cierta devoción, nos brinde unas conclusiones tan someras sobre la falta de penetración de las FAs en la sociedad española contemporánea.
    La falta de interés y hasta el desprecio de políticos e instituciones no es más que el reflejo de la sociedad infantilizada, que emerge en nuestros días. No me parecen, los políticos, tan responsables como sintomáticos.
    La mención a los nacionalismos periféricos y a sus afirmaciones paleto-populistas cómo algo importante, no demuestra para mi la fuerza de sus argumentos sino el constante debilitamiento del concepto nacional español.
    Para mi es clara la responsabilidad histórica del las FAS en parte de este debilitamiento, pero no es momento de entrar en este jardín ahora mismo.

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