El pasado lunes estuve en Sofía (Bulgaria) tras una invitación de última hora para tomar parte en una mesa redonda organizada por el Center for the Study of Democracy (CSD) a propósito de la influencia rusa en Europa Central y Oriental. El pasado mes de octubre el Center for Strategic & International Studies (CSIS) presentó en Washington el informe The Kremlin Playbook: Understanding Russian Influence in Central and Eastern Europe, del que el CSD es coeditor. Así que este evento sirvió de presentación del informe y como toma de contacto sobre el tema. La intención de los autores es realizar futuros informes que vayan ampliando el foco geográfico. Así, hubo unos cuantos participantes provenientes de los países balcánicos y yo participé como solitario representante de los países del arco mediterráneo.

Sobra decir que, tras dos años sintiéndome como profeta que clama en el desierto (escribí sobre la Nueva Guerra Fría por primera vez en septiembre de 2014), fue reconfortante encontrarme en un entorno donde se debaten abiertamente las intenciones y estrategias rusas. De hecho, la OTAN apoyó la organización del acto y contamos con la presencia de Robert Pszczel, director de la Oficina de Información de la OTAN en Moscú.
El evento, por cierto, tuvo como título «The Russian Economic Footprint in Central and Eastern Europe: Addressing Strategic Vulnerabilities in Hybrid Warfare». El uso y abuso del concepto «Guerra Híbrida» daría para una larga discusión. Y de hecho en el turno de preguntas y debates, Martin Sokolov del Sofia Security Forum apuntó que el término no es empleado en Rusia, donde se usa en cambio Guerras de Nueva Generación (véase al respecto Russian Military Strategy del incombustible Timothy L. Thomas). Pero creo que es un guiño del destino que mi primera participación en un evento internacional fuera de España sea en uno donde se hable de un término que introdujo en España mi amigo y mentor Jorge Aspizua.

El tema central tratado el lunes es cómo los lazos económicos con Rusia de muchos países de Europa Central y Oriental son una vía para la influencia rusa en el ámbito político, aprovechando la corrupción política y la dependencia económica. Es más, la región ha sufrido un deterioro en la calidad de sus democracias, apareciendo líderes que promueven «democracias iliberales» y que en muchos casos son prorrusos. Siempre que hablamos en España de la penetración económica rusa y la dependencia de los países europeos hacia Rusia pensamos en el caso del gas natural. Ese es el campo de estudio de Martin Jirušek, de la universidad Masaryk de Brno (República Checa), que disertó sobre el tema. La cuestión es que la penetración rusa es en muchas ocasiones vía paraísos fiscales, empresas intermediarias y testaferros. Por ejemplo, hay países que tienen a Chipre como origen de un volumen importantísimo de inversiones pero que son en realidad de capitales provenientes de Rusia. Así que investigar la presencia rusa supone desentrañar una maraña de empresas con cruces de acciones. España es de los países que menos depende de Rusia pero hay que estar atentos a la pinza energética que puedo crearse con la alianza estratégica rusa con Argelia y más ahora que el gasoducto MedGaz está en venta. Habrá que prestar atención a los negocios rusos en España.
A la hora de hablar de España, me centré en la desinformación y propaganda. Y empecé con un caso del que no había tenido noticias hasta la semana pasado. En el año 2014 tuvo lugar en Barcelona un acto de apoyo a las repúblicas separatitas de la cuenca del Donbás. Miembros de la comunidad ucraniana pidieron la palabra para defender la causa de la unida de Ucrania. La respuesta del público fue muy negativa y la situación se volvió tensa. Así que abandonaron el lugar. En el camino a casa, uno de los ciudadanos ucranianos fue atacado brutalmente por un grupo de autoproclamados «antifascistas», quedando al borde de la muerte. La sentencia del juicio contra los agresores se conoció la semana pasada, siendo de cuatro y tres años de cárcel. Cabe preguntarse cómo es que en el imaginario de jóvenes radicales de ultraizquierda la causa ucraniana quedó asociada al fascismo y cómo les generó tanto odio. Evidentemente se trata de la narrativa rusa sobre la crisis ucraniana, así que el primer punto que destaqué fue que las ideas (propaganda y narrativas interesadas) tienen consecuencias.
Mientras que en España hablar sobre una nueva era de relaciones entre Occidente y Rusia es predicar en el desierto, no tuve que entrar en detalles ni argumentarlo dado el contexto del evento. No mencioné el concepto de Nueva Guerra Fría, pero sí señalé que esa nueva era de relaciones se destaca por una rivalidad geopolítica (como hemos visto en Europa Oriental y Oriente Medio) y una rivalidad ideológica. En este último contexto tiene lugar la «Guerra de Información». Señalé que no hace falta especular sobre las estrategias rusas, sino que podemos acudir a los propios documentos rusos, como es el caso de la Doctrina de Seguridad de Información de la República Rusa. Desde el punto de vista de la doctrina rusa, no existe una diferencia entre guerra y paz en el campo de la»Guerra de Información». Ni tampoco una distinción entre operaciones ofensivas y defensivas. Es más, el concepto ruso de «Guerra de Información» engloba áreas que en Occidente se consideran aparte, como es el caso de la ciberguerra y las operaciones psicológicas (PSYOPS). Bajo esa perspectiva, se entiende mejor el caso de los robos de datos de los servidores del Comité Nacional Demócrata en las últimas elecciones estadounidenses (asunto del que escribí en el blog Magnet).
Es difícil cuantificar el impacto de los medios rusos en España. Lo relevante no es tanto sus audiencias como el eco que tienen sus puntos de vista en páginas web que copia y pegan noticias, blogs y muros de Facebook. Y a veces ni siquiera se trata de una cuestión de afinidad ideológica, sino de malas prácticas periodísticas. Como es el caso reciente del diario 20 Minutos que publicó una noticia sobre Bin Laden viviendo en las Bahamas. El diario 20 Minutos se limitó a copiar de un medio italiano que a su vez citaba uno ruso. Días después el diario rectificó, pero como es fácil de imaginar la noticia circuló. En otras ocasiones se trata de engaños dirigidos específicamente al público hispanohablante, como fue el caso de «spainbuca», un español que supuestamente trabajaba de controlador aéreo en Kiev y que fue una fuente sobre los acontecimientos en Ucrania para el canal RT además de muchas personas en Internet. La realidad es que no existen controladores aéreos extranjeros en Ucrania y «spainbuca» resultó ser un español residente en Bucarest.
Lo interesante de los medios rusos es que no promueven abiertamente la agenda ideológica del Kremlin, sino que encontramos una mezcla de noticias disparatadas con bulos sobre las acciones de los gobiernos occidentales. El objetivo, por lo tanto, no sería tanto promover las bondades de la Rusia de Putin como generar desconfianza hacia los gobiernos occidentales con un punto de vista cínico sobre la información en estos tiempos de las post-verdad donde para cada información, dato o estadística hay una versión alternativa.
Un aérea donde encontramos una debilidad estratégica es el ascenso de gobiernos prorrusos en Europa. Curiosamente allí donde encontramos un partido populista en ascenso encontramos simpatías o vínculos directos con Rusia. En España tenemos un partido político que abiertamente ha propuesto una alianza estratégica europea en detrimento de la OTAN (véase el punto 327 de su programa electoral). Hablo, cómo no, de Podemos, que forma parte de ese peculiar bloque que en el Parlamento Europeo vota a favor de los intereses del Kremlin en todo aquello concerniente a Ucrania, Crimea y la crisis ucraniana. Ese bloque lo componen partidos de izquierda y derecha. Y se da la paradoja que en países como Alemania y Grecia encontramos partidos en extremos opuestos del arco ideológico pero que coinciden en sus simpatías hacia la Rusia de Putin. Tal es el caso de Alternativa Por Alemania (AfD) y La Izquierda (Die Linke) o la extraña pareja formada por los comunistas griegos (KKE) y los neonazis de Aurora Dorada. El auge de todos estos partidos es el resultado de la falta de respuesta de los partidos tradicionales a los problemas de las democracias avanzadas. En el caso de España, el desempleo y la corrupción. La respuesta por tanto, no pasa por contrarrestar la propaganda rusa o las narrativas de los partidos en ascenso sino por afrontar de lleno la solución de esos problemas.
El resto de la agenda del viaje a Bulgaria estuvo bien llena, así que me quedó poco tiempo para pasear por el centro de Sofía. Sólo pude ver desde la ventana de un taxi la catedral de Alexander Nevskty y la iglesia ruso ortodoxa de San Nicolás el Milagroso. Pero pude sentirme como en un cuento de hadas paseando tras la puesta de sol y bajo la nieve frente a una mezcla de edificios otomanos y edificios góticos estalinistas. Una sensación de ensueño que remató los dos guardias en la puerta del palacio presidencial que, con sus uniformes y gorros de piel con una pluma, me llevaron al Cetro de Otokkar. Desde luego que me quedé con ganas de poder conocer mejor la ciudad. Quién sabe si habrá nuevas oportunidades de volver. Pero desde luego vuelvo con nuevas perspectivas y con ganas de profundizar en algunas líneas de trabajo.
Desconocía lo de la agresión al ciudadano ucraniano. :-O
1. Tienes que volver. Sofía es una ciudad que merece mucho la pena, para visitar y para comer.
2. Desde hace tiempo hay una minoría sensata que compartimos tus puntos de vista, y que hacemos nuestros tus argumentos sobre la Nueva Guerra Fría junto a los nuestros propios. Es cuestión de tiempo que quien tenga oído, que escuche, y quien pueda hacerlo, que le dé salida y eco.
3. Otra cuestión que necesita visibilidad urgente en España son los esfuerzos de las instituciones europeas para visibilizar el problemón que supone la guerra de información que Rusia ha declarado contra España.
¿Guerra de información contra España? ¿No te parece un poco exajerado? Despues de todo Rusia lo que quiere es recuperar su zona de influencia sovietico/zarista y España nunca ha estado en esa órbita. No creo que seamos un objetivo prioritario para Rusia.
Por otra parte ¿Como influirá la llegada a la presidencia de USA de un amigo de Putin?