En las elecciones de 2012 la Coalición de Izquierda Radical griega (SYRIZA) defendió la salida de su país de la OTAN, el cierre de la bases extranjeras en el país y el fin de los acuerdos militares con Israel. En un documento actualizado por última vez en septiembre de 2013, el comité de Relaciones Internacionales y Asuntos de Paz del partido decía «SYRIZA is fighting for the re-foundation of Europe away from artificial divisions and cold-war alliance such as NATO». Aquellas promesas electorales fueron quedando por el camino. Pero la llegada al poder de SYRIZA en enero de 2015 fue visto con preocupación desde Israel: Véase «Syriza: Trouble for Europe, NATO and Israel», «The victory of Syriza in Greece is bad news for Israel» y «La Grecia de Syriza e Israel».
SYRIZA, contra todo pronóstico de quienes veían en el partido «una nueva esperanza para Europa» formó gobierno el partido nacionalista cristiano-ortodoxo xenófobo de los Griegos Independientes (ANEL), cuyo líder había soltado durante la campaña perlas como «Los budistas, judíos y musulmanes no pagan impuestos». Aquella alianza, dije, no había que entenderla desde el tradicional eje derecha-izquierda, sino desde los bloques de la Nueva Guerra Fría. Ambos partidos simpatizaban con el Kremlin y eran hostiles a la Troika europea.
El 4 de junio de 2015 el gobierno griego pidió un aplazamiento de un pago al FMI. Dos semanas después Tsipras viajó a Rusia para participar en el Foro Económico Internacional San Petersburgo. En un mensaje dirigido a Bruselas, dijo que Europa vivía equivocadamente con la idea de ser «el centro del universo». Pepe Escobar, la clase de «periodista» que aparece en Russia Today y Voltairenet, celebró el contenido del evento, donde se habló de un banco de los BRICs, la sustitución del dólar y la integración de la Unión Económica Euroasiática. Pero hay algo de lo que no se habló allí. De un rescate ruso de Grecia. Así que en la siguientes semanas se desató la tragedia griega que todos vimos. Yo, por cierto, me mostré escéptico sobre qué lograría Tsipras con todo aquel teatro del referéndum.
Mientras tanto, el 6 de julio el ministro de asuntos exteriores griego, el antiguo comunista Nikos Kotzias, estaba de visita en Israel, donde dijo:
There is an ongoing and in-depth bilateral political dialogue on all the bilateral region security issues. And I always say that we are living inside a triangle of destabilization. It is a triangle with Ukraine at the top, on the left is Libya, on the right side we have the Middle East: Iraq and Syria. And we have to create, inside this triangle a stability and security framework. The relations between Israel, Cyprus and Greece are very important. It is a line of stability in this area. We have a common interest in stability and security, we have some other kinds of thinking about many other problems, but at the core of our beliefs, I think we have the same interests: security and stability in the area inside this triangle.
El 19 de julio fue el turno del ministro de defensa griego, Panos Kammenos, de visitar Israel donde firmó un Status of Forces Agreement (SOFA), que es la clase de acuerdo que se firma para regular la situación jurídica de los militares que visitan otro país. Por ejemplo, los militares españoles instruyendo al ejército iraquí actualmente tienen inmunidad diplomática. Kammenos declaró en Israel que ese país y Grecia compartían preocupación por la amenaza de los misiles iraníes y el apoyo de Teherán a grupos armados en Oriente Medio. Cabe recordar que Kammenos es líder de ANEL y fue confundador del Instituto de Estudios Geopolíticos «Regeneración Nacional», con vínculos con el Kremlin. Sin embargo, durante una visita a Washington el pasado mes de mayo, el ministro Kammenos ofreció que Estados Unidos instalara una base aérea en la isla de Kárpatos bajo mando OTAN. Por su ubicación, la idea era que la isla sirviera de base para atacar al Estado Islámico. Los socios de gobiernos de SYRIZA se apresuraron en desmentir que aquella fuera la postura oficial del gobierno.
A estas alturas diría que cada vez entiendo menos la política griega. Antisemitas prorrusos que ofrecen crear una nueva base estadounidense y radicales de izquierda que estrechan lazos de Israel. Lo divertido ha sido ver la reacción de todos aquellos que en España veían al gobierno griego como la nueva esperanza de Europa y tuiteaban sorprendidos por este último movimiento del gobierno griego. Por ejemplo, véase que Kaos en la Red hablaba de «la sorpresiva noticia de la firma de un acuerdo militar entre Grecia e Israel que no tiene precedentes». ¿Precedentes? Véanse noticias y análisis sobre acuerdos militares entre Grecia e Israel en 2008, acuerdos sobre gas entre Israel, Grecia y Chipre en 2013 y ejercicios aéreos conjuntos en abril de este mismo año.
Mi conclusión es que el Kremlin no tiene un duro y el gobierno griego ha ido de farol todo este tiempo. Ahora, le toca volver al redil.
De seguir los precios del petróleo como están ahora, Rusia va a seguir sin un duro y con serios problemas económicos propios. Vamos, como para servir de apoyo a nadie…
Ya nada tiene lógica. Lo avisaron en Los Simpson, la llegada de los comunistas-nazis:
En principio no hay ninguna incompatibilidad entre ser prorruso y al mismo tiempo aliarse con Israel. Creo recordar que Nikos Kotzias era el amigo de Dugin.
En los últimos días ha ocurrido una cosa curiosa que no sé cómo interpretar en el contexto de esta «Nueva Guerra Fría». Una delegación de los principales partidos prorrusos de ultraderecha (FN, LN, VB, FPO, PVV), encabezada por Marine Le Pen, ha sido recibida por el Parlamento Judío Europeo (EJP), lo que ha suscitado la repulsa del Congreso Judío Europeo (EJC). Hasta aquí todo normal, puesto que esos partidos ultraderechistas vienen manifestando su cercanía con Israel –sea por convicción o por estrategia, ahí no entro–, y por otra parte es lógico que existan desacuerdos al respecto entre las diferentes asociaciones judías. Sin embargo, aquí lo curioso es que la asociación que organizó el recibimiento (EJP) fue cofundada por el magnate de origen ucraniano Kolomoisky, mientras que la asociación que protesta (EJC) está dirigida por el ruso Moshe Kantor, un gran amigo de Putin. Dado que esos partidos de ultraderecha son fervientemente prorrusos, reciben financiación rusa y además se han significado ampliamente en contra de Ucrania, debería haber ocurrido al revés, que fueran recibidos con los brazos abiertos por los putinianos del EJC y que protestasen los del EJP. ¿Qué está pasando?
Efectivamente Putin anda algo escaso de cash. Y yo me pregunto ¿habrán negociado Putin y Merkel algo en detrimento de Grecia?. Es decir, un cambio de cromos. Porque inicialmente Putin parecia decidido a ayudar a Grecia, pero luego…..los ha dejado en la estacada, me parece a mi. Pronto lo veremos.