«Los siete pilares de la sabiduría» de Lawrence de Arabia

919 páginas contando dedicatorias, agradecimientos, prefacio e introducción. ¡919 páginas de texto!

Esta madrugada acabé «Los Siete Pilares de la Sabiduría» de Lawerence de Arabia, del que su autor nos cuenta es una versión reducida (!) de su manuscrito original. Me embarqué en la lectura del tal ladrillo mientras creaba mi propio itinerario de lecturas sobre guerra irregular en el desierto de cara a próximos trabajos sobre el Flanco Sur Profundo.

La obra es el recuento minucioso de las experiencias del autor que fue enviado por el ejército británico como asesor de la fuerzas irregulares al servicio de la familia hachemita durante la Primera Guerra Mundial. El Reino Unido alentó la llamada «Revuelta Árabe» contra el Imperio Otomano esperando aliviar presión en el frente palestino donde las fuerzas regulares británicas con base en Egipto trataban de abrirse paso en dirección norte. T. E. Lawrence, casi sin quererlo, se convirtió en uno de los líderes militares de la revuelta logrando coordinar las acciones de las fuerzas regulares británicas con las de su irregulares árabes.

Lawrence supo desde el principio que los británicos no pensaban permitir la independencia de los árabes tras la guerra a pesar de que su papel era precisamente animar a los árabes a revelarse contra las turcos para librarse del yugo extranjero. Aun así Lawrence representó su papel siendo carcomido por la culpa y sintiéndose un farsante, lo que finalmente le llevó a retirarse de la vida pública tras la guerra y buscar desesperadamente el anonimato. Incluso la publicación de «Los sietes pilares de la sabiduría» se hizo vendiéndose por debajo del coste, tal era la preocupación de Lawrence de que alguien creyera que trataba de sacar algún beneficio.

Desde el principio queda claro en el relato de Lawerence que si sus peripecias se pueden considerar épicas el día a día se vio caracterizado por el calor, el frío, el cansancio, el hambre, la sed y toda clase de penurias. Ni siquiera los momentos de descanso se vieron libres de piojos y pulgas. El libro se llena con el relato de largos días a lomos de un bamboleante camello bajo un sol abrasador con todo lujo de detalles sobre el estado de ánimo y la descripción de los paisajes. Se esfueza en logar que el lector no sienta envidia de sus aventuras.

Décadas atrás antes del relativismo cultural, el multiculturalismo y el interés por las culturas tradicionales Lawrence se convierte en uno más de los árabes y dedica espacio a loar la nobleza de corazón y la pureza de espíritu de quienes el resto de británicos considera salvajes incivilizados. Aunque su descripción de los personajes y sus reflexiones metafísicas suenen totalmente añejas. Se puede considerar a Lawrence un antropólogo notable. Y a pesar de su inexperiencia militar un estratega de mejor nivel.

Tras estudiar la situación Lawrence comprende que los turcos tratan de controlar la Península Arábiga y las actuales Siria y Jordania manteniéndose fijos al terreno. Su gran acierto es no atacar y conquistar la ciudad de Medina, que los turcos mantenían para otorgar legitimidad religiosa al monarca otomano. En caso de haber expulsado a los turcos de la Península Arábiga aquellos habrían podido cerrar filas y concentrar fuerzas en Palestina y Siria. Durante la guerra ignoran la ciudad, convirtiendo a la guarnición turca en prisionera virtual, y se dedican a atacar una y otra vez el ferrocarril que la une al resto del Imperio. Así los turcos se ven obligados a tratar de defender cada estación, reponer tramos de vía y vigilar las vía.

«Los ejércitos son como las plantas, inmóviles, firmemente arraigadas, nutridas por largos troncos conectados con la cabeza» (pág. 268). Los irregulares árabes fracasarían tratando de enfrentarse directamente con las tropas turcas. Su mejor opción es vagar por el terreno lanzando ataques esporádicos convertidos en «una influencia, una idea, algo intangible, invulnerable, sin frente ni retaguardia, que se extiende por todas partes como un gas» (pág 268.); «como un vapor, que se difundiera allí donde deseáramos» (pág. 269) . Lawrence utiliza en su provecho lo temporal del compromiso de los árabes que van y vienen, auséntadose en tiempo de cosechas y apareciendo cuando una batalla promete obtener botín. Ataca aquí y allá, obligando a los turcos a fijar más y más tropas en el terreno. Es sin duda un pionero del swarming.

8 respuestas a “«Los siete pilares de la sabiduría» de Lawrence de Arabia

  1. Como se nota que ahora tienes tiempo para leer. ¡Aprovecha!

    Lawrence de Arabia era el típico inglés diletante. Puede que con pocos recursos sacara algo útil. Pero lo cierto es que su actuar tampoco es que ayudara mucho al imperio británico.

  2. Estoy leyendo su biografia en una colecciónque editó : Club Internacional del Libro en 1978 : » Los revolucionarios del siglo XX «.
    Me parece una persona fascinante , sensible y honrada . No puedo juzgar su misión política , me gusta la historia muchísimo , pero es muy terrible . Es una pena que , todos estos grandes personajes , casi siempre , su vida no tenga un final féliz .

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