-En 1993 Somalia sufría en proprociones bíblicas las calamidades del hambre y la guerra. El impacto mediático de la tragedia somalí llevó a EE.UU. a intervenir militarmente en el país bajo cobertura legal de de Naciones Unidas.
Entre el 3 y el 4 de octubre se desencadenaron combates en Mogadiscio en los que murieron 19 soldados estadounidenses, 73 fueron heridos y uno fue hecho prisionero. Desde la guerra de Vietnam ninguna unidad militar estadounidense había sufrido tres cuartas partes de bajas entre muertos y heridos. El impacto mediático de la debacle llevó a la retirada de las fuerzas estadounidenses del país.
-En abril de 1994 se desencadenó lo que conocemos como el Genocidio de Ruanda. A pesar de las peticiones del comandante de la misión de Naciones Unidas en Ruanda (UNAMIR) la comunidad internacional fue incapaz de articular ninguna respuesta adecuada y a tiempo. Ningún país quiso volver a comprometer soldados para un oscuro conflicto en un pequeño y olvidado país africano.
-En julio de 1996 más de 8.000 bosnios musulmanes fueron masacrados en la ciudad de Srebrenica a pesar de la presencia de 400 cascos azules holandeses que supuestamente defendían lo que Naciones Unidas habían declarado «safe area».
-Entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999 diversos países miembros de la OTAN (incluída España) participaron en una campaña de bombardeo sobre la llamada entonces República Federal de Yugoslavia, en respuesta a la campaña de represión de las autoridades de Belgrado sobre la mayoría albanesa de la provincia de Kosovo.
Recomiendo la lectura de:
«A postmodern declaration» de John Laughland en The Guardian.
Y el blog de Francisco Veiga, un habitual de mis estanterías de libros.