Con la serie de Fuerzas Desarmadas trato de hacer un repaso a la situación de las Fuerzas Armadas españolas tras años de recortes debido a la crisis. Creo que el ciudadano medio no tiene idea de la enorme pérdida de capacidades que han sufrido las Fuerzas Armadas españolas desde 2008. En la primera parte traté la situación del Ejército del Aire. Ha pasado ya más de un año, así que ya tocaba retomar la serie. Esta vez abordaré la situación de la Armada Española en dos entregas por lo amplio de la materia.
No hay más que mirar un mapa para comprender la importancia para España del mar. Y no sólo porque el país tenga dos fachadas marítimas, una al Océano Atlántico y otra al Mar Mediterráneo, sino por la existencia de territorios en África que no están bajo el «paraguas OTAN» (Ceuta y Melilla) o están lejos de la España continental (Santa Cruz de Tenerife está a casi 1.300 kilómetros de Cádiz).
Si asumimos que el papel principal de las Fuerzas Armadas españolas es asegurar la soberanía nacional, la Armada española debería ser capaz de controlar el espacio marítimo en torno a sus territorios extrapeninsulares y ser capaz de mantener libres las líneas de comunicación marítimas (SLOC) hacia ellos para que lleguen las mercancías que permiten la vida normal (alimentos, medicinas, combustibles, etc). Además, considerado que el objetivo último es la defensa de territorios propios, la Armada Española no sólo debería ser capaz de poder usar el espacio marítimo libremente, negándoselo al adversario, sino que debería poder también proyectar fuerza de mar a tierra.
Siguiendo con las consideraciones, debemos tener en cuenta además que cualquier crisis estallará con unidades de la Armada Española lejos de casa, tomando parte en misiones internacionales. Por tanto, la Armada Española debería contar con capacidades notables en calidad y número para poder hacerse frente a todas sus responsabilidades. La alternativa, claro está, es asumir que España nunca va a tener que defender la soberanía de ninguno de sus territorios y, por tanto, nos basta con una fuerza naval dedicada a participar en misiones internacionales, enseñar el pabellón y poco más. Ese es un asunto crucial, porque se habla de la subida del presupuesto de defensa por las presiones a los países aliados del presidente Donald Trump y antes de gastar hay que tener una visión del lugar de España en el contexto internacional para luego trazar una estrategia y así desarrollar planes de gasto y personal.
Hasta principios de este siglo la Armada Española tenía un buque y unas capacidades que la colocaban en una categoría aparte: un portaaeronaves. España tenía en servicio al «Príncipe de Asturias», dotado de 16 aviones AV-8B Harrier II con capacidad de despegue corto y aterrizaje vertical, asistidos por tres helicópteros SH-3D Sea King equipados con un radar Searchwater 2000 para misiones de alerta radar. Después de la crisis, el «Príncipe de Asturias» se mandó a la chatarra, cuatro de los 16 Harrier han sido dados de baja y los tres SH-3D de alerta radar han sido reconvertidos a helicópteros de transporte.

El «Príncipe de Asturias» fue botado en 1982 y no entró en servicio hasta 1988. Dicen los «rumores» que fue un buque que nunca anduvo muy fino. Aparte de su alistamiento para formar la Task Force 1537, que hubiera evacuado a los cascos azules españoles de Bosnia, no recuerdo que participara en ninguna misión real. Cuando llegó la crisis estaba en un punto de su vida de servicio en el que era necesaria una modernización, pero se decidió retirarlo, junto con cuatro aviones Harrier, como medida de ahorro por la falta de fondos y los costes de mantenimiento.
Aparte del «Príncipe de Asturias», España contaba además con cuatro buques de asalto anfibio: dos LPD clase «Galicia», diseñados conjuntamente con Holanda, y dos LST comprados de segunda mano a Estados Unidos. Los LPD son buques con plataforma de vuelo y dique inundable para lanchas de desembarco. El segundo de la serie, el «Castilla», tiene menos capacidad de transporte de tropa, pero a cambio alberga un puesto de mando embarcado. Los LST, conocidas popularmente como «cornudas», respondían a una filosofía de empleo que ahora se considera obsoleta: embarrancan en la playa y por una rampa delantera descienden a tierra los vehículos y la tropa. La doctrina moderna de guerra anfibia establece en cambio que los buques se mantienen lejos de la costa y la infantería de marina llega a tierra por helicóptero o embarcación rápida.

El «Príncipe de Asturias» y las dos «cornudas» fueron sustituidas por un solo buque, el «Juan Carlos I». Se trata de un proyecto 100% español que ha logrado exportarse a Australia y Turquía. Es un buque mucho más grande que el «Príncipe de Asturias», desempeñando funciones de portaaeronaves o buque de asalto anfibio. Aparte de la cubierta corrida, cuenta con dique inundable y espacio para llevar tropas y vehículos. Sin embargo, su capacidad de embarcar aeronaves es menor que la del «Príncipe de Asturias». Y cuando lo hace a su máxima capacidad, se reduce su capacidad de embarcar una fuerza de asalto anfibio.
La realidad es que el nuevo buque no venía a sustituir al «Príncipe de Asturias», sino a complementarlo. Cuando se tiene un barco o un solo avión de un tipo se tienen capacidades a ratos. La necesidad de usar un sistema esencial no surge siempre cuando está 100% listo. Aviones y buques requieren revisiones periódicas. Por ejemplo, el «Juan Carlos I» entró en servicio en 2010 y en 2015 entró en dique seco por más de un mes. Así que tener los dos buques permitía aspirar a tener siempre un portaaeronaves listo. El único remedio será encargar un futuro L62 «Príncipe/sa de Asturias», como parece que la Armada Española tiene previsto.
Alrededor de ese núcleo de poder aeronaval, la Armada Española contaba con 17 escoltas: cinco fragatas de la clase «Baleares», seis fragatas de la clase «Santa María» y seis corbetas de la clase «Descubierta». Las dos series de fragatas fueron desarrolladas en España a partir de proyectos estadounidenses. La primer estaba orientada a la guerra antiaérea y la segunda a la guerra antisubmarina. Hay que decir que a las fragatas de la clase «Santa María» se les retiró el sonar remolcable, herramienta destacada en la lucha antisubmarina. Desconozco las razones, pero está claro que si fue por obsolescencia del sistema, no hubo dinero para comprar uno nuevo.
La clase «Baleares» fue retirada del servicio para dar paso a la magnífica serie F100, la clase «Álvaro de Bazán», un diseño español exportado a Australia. Su característica principal es el sistema AEGIS de defensa antiaérea, que colocaba a estas fragatas españolas entre las mejores de su clase en todo el mundo en el momento de entrar en servicio. Pronto le tocará el retiro a la clase «Santa María», que dará paso a cinco fragatas de la serie F110. Se trata de otro diseño español, aún en fase de desarrollo. Parece cada vez más que serán un desarrollo interesante y no un proyecto low cost para complementar a las F100, como estaba previsto. Pero nótese el cambiazo. Se retiran seis para introducir cinco.
El asunto más debatido y debatible es el destino de las unidades de menor tamaño. Se asumió que las corbetas eran buques con demasiadas pocas capacidades de combate para la guerra moderna, por lo que no tenían lugar en una armada avanzada como la española. Así que se decidió retirar las corbetas de la clase «Descubierta», con un paso intermedio de reconversión en patrulleros de altura con la retirada de equipos, pero no llegaron nuevos escoltas como sustitutos. Así que la idea de que las corbetas eran poca cosa para una armada seria sólo tiene sentido si el siguiente paso hubiera sido que la Armada Española abogara por una nueva serie de fragatas ligeras para completar el número de escoltas. Pero evidentemente no había dinero para ello y jamás se planteó el asunto aceptando que es lo mismo diecisiete que diez.
Mientras tanto, con la creación del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, se decidió que la Armada Española dejara las tareas de vigilancia del litoral y fuera retirando sus pequeños patrulleros para contar sólo con patrulleros oceánicos. Esto sucedía en un creciente contexto internacional que imponía la presencia de la Armada Española en lugares como el Cuerno de África o el Golfo de Guinea, pero en misiones para las que mandar una fragata era un despilfarro. Así se diseñó el Buque de Acción Marítima (BAM), un patrullero de gran desplazamiento, para contar con gran autonomía y buena calidad de vida de la tripulación en despliegues de larga duración lejos de España.
Los planes originales hablaban de que el diseño del BAM sirviera de base para otros buques y así obtener economía de escalas. La lista incluía un buque de captación de inteligencia, un buque oceanográfico, un buque de apoyo a buceadores y un buque de mando de guerra contra minas. La crisis se llevó por delante todos esos planes, de lo que no he vuelto a escuchar. El proyecto de buque oceanográfico reapareció en un artículo en la Revista General de Marina pero el diseño propuesto no tenía nada en común con los BAM. Se construyeron cuatro BAM y gracias. Entonces la crisis produjo una situación paradójica. La falta de trabajo en los astilleros de Navantia en la Bahía de Cádiz obligó al gobierno a encargar dos unidades adicionales, con precio y tiempo de construcción dilatado. Mi impresión personal es que se decidió inyectar dinero y generar trabajo en la empresa pública Navantia vía un precio encarecido. Pero seguro que hay una explicación mejor. Como siempre, lograr la paz social en una zona industrial fue una razón más poderosa que las necesidades de la defensa nacional para liberar dinero.
Me llama la atención que Navantia tenía un diseño polivalente aparte del BAM, el Avante 2200, que se ofreció como patrullero a Venezuela y luego evolucionó como fragata ligera con mayor desplazamiento para ser ofrecido a Perú y Filipinas. En el caso venezolano era obvio que se ofreció sin armamento de entidad para no soliviantar a Estados Unidos. Así que ya pasado el tiempo, saltó hace poco la noticia de que Venezuela iba a dotar de misiles antibuque chinos a esos patrulleros de diseño español. Me pregunto, ¿no hubiera sido mejor ese diseño de Navantia y esperar a un futuro paquete de modernización que supusiera una reconversión de patrullero a corbeta? Al fin y al cabo, una de las principales quejas sobre la clase «Descubierta» era su carencia de plataforma de vuelo y hangar. Por mucho que se insista en que juegan en ligas diferentes, la realidad es que la Armada Española retiró seis corbetas y tendrá seis BAM.

Otra área donde la reducción de capacidades ha sido tremenda es la Flotilla de Submarinos. A finales del siglo XX, la Armada Española contaba con ocho submarinos pertenecientes a dos series diferentes, ambas de tecnología francesa. Los submarinos de la serie S-60 fueron dados de baja entre 2003 y 2006. Mientras que de los cuatro submarinos de la serie S-70 sólo quedaban dos en servicio en 2012, que serán sometidos junto a un tercero a una quinta «gran carena» para tener un total de tres submarinos a la espera de la entrada en servicio de la malhadada serie S-80.
Después de trabajar como subcontratista en la construcción de varios submarinos franceses «Scorpéne» para exportación, la empresa española Navantia decidió lanzarse al diseño de un submarino propio de nueva generación con propulsión anaerobia (AIP). Como viene siendo habitual en la mayoría de grandes desarrollos tecnológicos militares, el proyecto S-80 de Navantia se encontró problemas. Véase si no, el caso británico: «Slow, leaky, rusty: Britain’s £10bn submarine beset by design flaws». Pero en el caso español los problemas han sido bien gordos. El primer ejemplar de la serie quedará inacabado y las lecciones aprendidas se aplicarán en los tres restantes. El asunto transcendió a la prensa, teniendo bastante eco en el público en general, siempre dispuesto a reírse en España de quien lo intenta y fracasa.
Ahora es fácil decir que ojalá España hubiera apostado por planes menos ambiciosos y se hubieran comprado cuatro «Scorpène», dejando para más adelante los sueños industriales de un proyecto ambicioso «Made in Spain». La cuestión es que, incluso en el caso en el que el programa S-80 hubiera sido un éxito, el número de submarinos se va a quedar en la mitad. Se trataba de retirar la serie S-60 y la serie S-70 para dejar paso a la serie S-80. Jamás leí a nadie mencionar una serie S-90. Un almirante decía que el número mínimo necesario de submarinos para España era seis para tener uno de patrulla en el Océano Atlántico, otro en el Mar Mediterráneo, otro camino a puerto, otro yendo al área de patrulla y dos en puerto, con sus tripulaciones descansando y siendo puestos a punto. Hay tres y habrá tres.
Resumiendo, la Armada Española ha pasado de tener:
-Un portaaeronaves, 11 fragatas, 6 corbetas, 4 buques de asalto anfibio y 8 submarinos.
A tener:
-Un buque de asalto anfibio que se desdobla como portaaeronaves, 11 fragatas (tendrá 10), 2 buques de asalto anfibio y 3 submarinos.
La pérdida de capacidades sobre el papel es notable. Pero hay un asunto igualmente importante: el presupuesto para alistar los buques y hacer que salgan a la mar. La reducción de presupuestos no sólo ha significado que se dejen de sustituir buques en proporción uno por uno, sino que hay menos presupuesto para la puesta a punto de los buques, completar su armamento y días de navegación con los que formar a la tripulación. No cuesta imaginar que la reducción de presupuestos por culpa de la crisis afectó a una larga de sistemas por actualizar, reponer o sustituir a bordo de los buques de la Armada Española. Yo personalmente vi en 2006 cómo unos marineros reinstalaban Windows 3.11 en unos disquetes en un ordenador en el puente de un buque aún en servicio.
En 2006 podíamos leer que la Armada Española pensaba dotar de misiles de crucero «Tomahawk» a las fragatas F100 y los submarinos S-80. Esos misiles nunca se compraron y el asunto se olvidó. Es más, es de todos es sabido que las fragatas F100, que destacan por sus sistema de defensa antiaérea AEGIS, nunca han contado con su dotación de misiles antiaéreos al 100%. Tampoco se les instaló un sistema antiaéreo de defensa de punto y cuentan como armas auxiliares para autoprotección, en esta era de amenazas asimétricas, cañones antiaéreos Oerlikon de 20mm. de funcionamiento manual, que si no tengo mal entendido son de segunda mano procedentes del Ejército de Tierra. Supongo que en la Armada Española esperan mejores tiempos para dotar a las F100 de un montaje automático Mk. 38 como los BAM. Tampoco hay que olvidar que ninguno de los buques de asalto anfibio («Juan Carlos I», «Galicia» y «Castilla») llevan armamento antiaéreo de defensa de punto, como sí llevan o llevarán sus unidades gemelas en las armadas de Holanda y Australia.

Libertad Digital recogió en 2014 las palabras del Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada:
En lo que a la Armada se refiere, destacó que mientras en 2008 el presupuesto era de 1.308 millones de euros, en este año será de apenas 806 millones. En lo que se refiere al capítulo 2 del presupuesto, el que hay que mirar para ver la operatividad del arma marina, destacó que el descenso entre 2008 y 2014 ha sido del 40 por ciento, mientras que el presupuesto destinado a inversiones en este mismo periodo se vio reducido un 70 por ciento.
Una de las soluciones a la falta de presupuesto fue el alquiler de los buques logísticos «Cantabria» a la armada australiana en 2013 y el «Patiño» a la armada canadiense en 2016.
Queda repasar el impacto de la crisis en la Flotilla de Aeronaves y en la Infantería de Marina para terminar con las conclusiones finales. Pero eso lo haré en una próxima entrega de Fuerzas Desarmadas.
Es desolador el panorama.
Vi como un gran error mandar a desguace al R11, pero viendo la reducción de presupuestos, era casi invevitable. A ver si pasados unos años se puede botar un nuevo LHD. A ver…
Si finalmente se tienen que adquirir 12 F-35B para llenar el Juan Carlos I con un ala embarcada olvídate de construir nada en mucho tiempo. Construir otro buque similar a éste u otro similar al R11 supondría adquirir un numero mayor de F-35B, 24- 30 de estos se comerían el presupuesto de la Armada de una década..
Todo lleva a pensar que en cuanto se dé de baja a los AV8 B+ se acabara el ala embarcada en la Armada en muchos años.. Triste pero cierto. Y ojito a ver con qué sustituimos los F-18 y en qué numero. Si son F-35A dividiremos por dos tranquilamente. Sinceramente, aceptando nuestras limitaciones y el potencial de nuestros posibles adversarios, 15 F-35A, 15-F35B y el resto F-18 de ultima generación, que valen un 40% del F-35, sería algo mas equilibrado.
Saludos.
Pues anda que no me cansé de leer,en la Defensa de Talón, el estado en el que iba dejando a la Armada española.
Aquí te dejo un enlace que cuenta la «historia» de los BAM:
http://www.infodefensa.com/es/2014/05/21/noticia-gobierno-compra-barcos-navantia.html
En cuanto a los S-80 a la hora de superar las indudables deficiencias que han surgido y obtener un primer S-80 operativo, el perjuicio causado a la Armada española parece preocupar al Ministerio de Defensa menos que conseguir llegar a tiempo y en condiciones al concurso de la Armada australiana (¡entre 6 y 12 unidades!), que nunca se inclinaría por la oferta española si no comparece un resultado material, palpable, de comportamiento y prestaciones demostrables, como así ha sido adquiriendo «Scorpene». Como ese concurso internacional se percibía como crucial, la fecha de 2017 para tener un primer S-80 operativo no era indicativa: era conminatoria. Tras el concurso australiano esperan otros, acaso la India (6 para su proyecto 75), Noruega…
Por cierto.Viendo las imagenes de las plazas de soberania, y demas,acabo de recordar que Franco no le veia utilidad a mantener las diversas posesiones ,peñones e islotes en nuestra posesion
A partir de esos territorios se trazan el mar territorial, la ZEE y la plataforma continental.
http://gees.org/articulos/las-fronteras-maritimas-hispano-marroquies-desde-el-derecho-internacional