First we take Manhattan, then we take Berlin

En primero de carrera de Sociología me leí el primer tomo de La Era de la Información de Manuel Castells para la asignatura de Sociología del Trabajo y le comenté al profesor que había algo que no me quedaba claro en la visión del futuro que el libro planteaba. La sociedad de la información iba a vaciar el mercado de trabajo de los puestos de cualificación media mediante la automatización y la deslocalización. Íbamos hacia un mundo polarizado. Por un lado programadores o ingenieros bien pagados en Sillicon Valley. Por otro lado teleoperadores o limpiadoras precarizados con subcontratas y empresas de trabajo temporal. ¿Y en medio? Se suponía que la promesa del mundo tecnológico futuro traería prosperidad a todos en el largo plazo. Desde entonces, por el camino han quedado los «perdedores de la globalización». Un concepto que ha aparecido en los análisis de los resultados del referéndum británico y las elecciones presidenciales estadounidenses.

Estados Unidos
Image: ABC.es

En «Trump presidente y los dos Estados Unidos» señalé que la clave en estas elecciones presidenciales, como en las anteriores, es el voto en los «swing states», aquellos estados donde el voto mayoritario oscila de uno a otro partido. Los «swing states» son, principalmente, Florida y un corredor que va desde los Grandes Lagos al Océano Atlántico. Donald Trump ganó en Florida, Wisconsin, Ohio y Pensilvania, estados en los que Obama ganó en 2008 y 2012.

Estados Unidos
Imagen vía @elOrdenMundial

El corredor de «swing states» que va de los Grandes Lagos a la costa atlántica coincide, más o menos, con el «cinturón del óxido» (rustbelt), un antiguo cinturón industrial ahora en decadencia (como la Valonia belga). Es una región que en los años 90 asistió a la aparición de milicias armadas, como  el Michigan Militia Corps (Wolverines), nacido en 1994. Hablé del fenómeno el pasado mes de marzo en «Dejados atrás: de las milicias a Trump» para luego trazar un paralelismo entre el apoyo a Trump entre los blancos de clase obrera y  aquella ola de descontento que se nutrió de la misma base demográfica y social. Y es que antes de señalar a un repunte del racismo, xenofobia, machismo, etc. habría que fijarse, como hice entonces, en los puntos de vista sobre la globalización que tienen los simpatizantes de Trump de clase obrera. Algo que Gerald F. Seib planteaba en el Wall Street Journal ayer.

Quien mejor explicó cómo el voto a Trump iba a ser un voto de protesta de la clase obrera empobrecida fue Michael Moore en julio de este año. Su explicación circuló como texto («5 reasons Trump is going to win») y hasta el audio con la explicación en su propia voz terminó en un montaje con banda sonora como material de apoyo a Trump.

La cuestión de fondo aquí es la «promesa rota» de la globalización. Y cómo aquí en Europa la izquierda que forma parte del establishment político no ha sabido articular un discurso coherente sobre la caída de los ingresos, la precariedad laboral y los inmigrantes musulmanes que no tienen la más mínimo intención de aceptar los valores democráticos occidentales. El BREXIT y la victoria de Trump son dos hitos más de un fenómeno que va a sacudir Europa Occidental. Habrá que estar atentos a las próximas elecciones.

Véase:

«Presidente Trump» (2 marzo 2016)

«Dejados atrás: de las milicias a Trump» (14 marzo 2016)

«Dejados atrás: De las milicias a Trump» 2ª parte (2 abril 2016)

Trump presidente y los dos Estados Unidos (10 noviembre 2016)

Véase también de Andrés P. Mohorte:

El «rust belt»: la mitología decadente de la clase obrera que ha entregado la victoria a Trump

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3 comentarios sobre “First we take Manhattan, then we take Berlin

  1. Es muy incoherente en partidos de izquierda ver cómo se critican, de manera acertada en mi opinión, las actitudes de la iglesia católica en temas como la homosexualidad, los derechos de la mujer, etc, y se tenga reparos en criticar las actitudes del islamismo en estos mismos asuntos.
    Es incoherente este comportamiento de algunos partidos de izquierda, incluso diría que cobarde.

  2. Pues hay quien dice que la que si que era peligrosa era la candidata demócrata que quería realizar una política exterior mucho más agresiva, y que este en realidad excepto por los del ISIS pasa de meterese en lios. Igual se da la paradoja de que los diplomáticos obamianos sean ahora los que se lleven el gato al agua y no esos que querían implicarse más en Siria.

  3. La teoría de Castells no tienen mucho sentido. Los trabajos de teleoperadora o limpiadora serían los primero en robotizarse, antes que los trabajos semicualificados.

    Más bien el drama está en qué hacemos con la gente de edad intermedia, que aún no se han jubilado pero son demasiado mayores para ir a la universidad o estudiar un módulo.

    Es decir, la tecnología puede avanzar demasiado rápido y dejar a esa gente atrás.

    A mi juicio, la solución está en convencer a la gente de que formen continuamente. Cambiar la educación basada en memorizar cosas por una educación basada en saber encontrar la información necesaria en cada momento y adaptarse a un mundo cambiante.

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