El gobierno provisional de Ucrania ordenó hoy lunes 24 la retirada de sus tropas de Crimea. Al comienzo de la crisis en Ucrania afirmé en Twitter que a pesar de lo que dijeran algunos no íbamos hacia una guerra convencional. Creo que ya es la tercera vez que le llevo la contraria a los alarmistas: La primera vez fue sobre Irán y la segunda sobre Corea del Norte.
La experiencia histórica nos enseña que las potencias nucleares no se enfrentan directamente porque nadie asegura que un conflicto convencional pueda degenerar en una escalada nuclear. Eso le da a cada potencia bastante margen de actuación en su área de influencia. Sea Checoslovaquia en 1968 o Georgia en 2008. Mañana Rusia podría invadir Kazajistán y por mucho que algunos políticos republicanos en Washington llamaran a usar la fuerza para defender al régimen de Astaná no pasaría nada. Nadie quiere empezar la III Guerra Mundial.
El frágil gobierno provisional ucraniano bastante desafíos tiene con estabilizar la economía y las fuerzas armadas del país no están en condiciones de enfrentarse a las rusas. El embajador ucraniano en la República Checa definió la idea de usar la fuerza militar para recuperar Crimea como «no realista». La respuesta ucraniana sobre la pérdida de Crimea podría ser bastante pragmática.
Lo que hemos visto es que sobre el «gran tablero mundial» Occidente ha plantado su bandera en Kiev por segunda vez en una década y Moscú ha reaccionado asegurándose Crimea. Rafael Poch en La Vanguardia lo describe como «Putin se ha comido una torre en Crimea». Allí está el cuartel general de la Flota del Mar Negro, el vector con el que Rusia proyecta su poder naval al Mediterráneo. El viernes 14 de marzo aviones Sujoi Su-33 y helicópteros Kamov Ka-27 con base en el portaviones Almirante Kuznetsov ubicado en el Mediterráneo Oriental comenzaron a realizar ejercicios. No es una novedad. Desde el 2013, Rusia mantiene una presencial naval permanente que refleja su interés creciente por el Mediterráneo.
Los analistas han corrido a señalar el papel de los recursos naturales ucranianos y el transporte del gas ruso a la Unión Europea, en imitación de la crisis ruso-ucraniana por el gas de 2005 y la posterior crisis de 2009. Pero la situación ha cambiado desde aquel entonces. El temor europeo de que Ucrania actuara de cuello de botella para sus importaciones de gas ruso llevó a proyectar gasoductos que pasaran de largo del territorio ruso. El gasoducto «Nord Stream» conecta Rusia con Alemania por el Mar Báltico, evitando Polonia, Bielorrusia y Ucrania. El gasoducto «Blue Stream» conecta Rusia con Turquía por el Mar Negro, evitando el Cáucaso. Y el gasoducto «South Stream» conectará en un futuro Rusia con los Balcanes evitando Ucrania. Según cuenta Xavier Cugat en (r)Evolución Energética, «en 2007 el 80% del gas ruso destinado a la UE pasaba por Ucrania. Hoy ya solo pasa el 35% y cuando se ponga en marcha South Stream en 2015 pasará menos del 10% por Ucrania».
Los gasoductos son enormes proyectos de ingeniería que requieren una financiación compleja. Los contratos de suministro son a largo plazo en un mercado poco volátil, como descubrieron los países que quisieron crear una OPEP del gas en 2008. Ni Europa puede improvisar fuentes de suministro alternativas ni Rusia encontrar clientes de la noche a la mañana. Cuesta imaginar que la Unión Europea y Rusia rompan sus acuerdos en materia energética. Lo que sí puede que veamos es que se dé mayor importancia a proyectos que reduzcan la dependencia energética europea de Rusia, como es el caso del gasoducto «Nabucco» que conectaría Europa vía Turquía con Azerbaiyán y Asia Central. Gonzalo Escribano del Real Instituto Elcano apunta que España podría ofrecer al resto de Europa una alternativa con sus instalaciones de Gas Natural Licuado, que se importa en forma líquida por mar, si el país estuviera convenientemente conectado a la red europea.
Quizás haya que prestarle menos atención a la cuestión energética y más al sector agrícola ucraniano. Esta crisis ha generado un importante impacto en los mercados internacionales. Hay que recordar que las protestas en Kiev comenzaron tras el rechazo del gobierno ucraniano de un acuerdo con la Unión Europea. Andrés Rodríguez Seijo ha hecho un interesantísimo análisis sobre la importancia del sector agrícola ucraniano en el que menciona las presiones económicas previas de Rusia que no he visto a nadie más mencionar. Merece la pena rescatar la noticia al respecto de El País con fecha 24 de noviembre de 2013: «Ucrania cede a las presiones de Rusia» y «Kiev aparca las negociaciones con la Unión Europea para un Tratado de Asociación». Luego vino la entrada de Ucrania en el «Comité de Grano de Mar Negro» creado por Rusia para establecer un cartel con Ucrania y Kazajistán. Visto desde este perspectiva, las presiones rusas terminaron por estallar en la cara a Moscú. Crimea es entonces un premio de consolación.
Ahora que ha sido anexionada por la fuerza por Rusia, cabe preguntarse sobre qué será de las fábricas de armamento y centros de I+D ucranianos localizados en Crimea. El consorcio estatal UkrobOronProm lista trece de ellos, como la Planta de Aeronaves de Sebastopol, la Planta Mecánica y de Buques de Feodosiya, la Planta Óptica de Feodosiya o los astilleros «Morye». La pérdida de muchas de estos centros ubicados en Crimea podría afectar gravemente al sector. El director general de UkrobOronProm ha definido la hipotética apropiación de estas empresas como una amenaza a la seguridad nacional. La industria de defensa ucraniana no es despreciable. Ucrania está entre los diez mayores exportadores de armamento del mundo. Y su industria aerospacial produce sistemas como los cohetes espaciales Zenit-3SL.
Curiosamente, en muchos análisis que se leen en España se profundiza en los mezquinos intereses egoístas de Estados Unidos y la Unión Europea frente a la figura de Putin, que ha actuado desinteresadamente para proteger a los rusos de Crimea obligado por las circunstancias. Los despropósitos que escriben de esos analistas nos enseña más del éxito de la propaganda rusa que de la crisis ucraniana.
[¿Continuará?]
http://cienciasycosas.wordpress.com/2014/03/03/ucrania-algo-mas-que-gas/
Muy bueno ese artículo, que demuestra una vez más que Rusia no quiere aliados sino vasallos, y que si los países del Este de Europa le tienen tanto «odio» por algo será.
Pero la pregunta que me surge es: ¿no están los rusos en disposición de pagar un precio justo por el grano ucraniano? Porque si es así demuestra que la economía rusa no va tan bien como dicen algunos.
Magnífico el artículo, y ciertamente ya son varia las veces que has apostado por la calma frente a los agoreros de la 3ª GM y has ganado. Pero, ¿Habría un limite a ese movimiento de piezas? ¿Aguantaría Europa/EEUU que Rusia fuera a por Kazajistán? ¿Y a por Transnitria? ¿Y a por…?