¿Qué mejor momento que el presente para leer un trabajo académico sobre las Revoluciones de Colores? Las Revoluciones de Colores: «Poder blando» e interdependencia en la Posguerra Fría (2003-2005) de Carlos González Villa es un intento de responder a por qué tuvieron lugar revueltas populares que lograron hacer caer gobiernos en ciertos países ex-soviéticos (Ucrania, Georgia y Kirguistán) y el papel de Estados Unidos en ellas. Fue presentado como trabajo final del máster oficial en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid en 2010 y fue publicado por Eurasian Hub el pasado año como libro electrónico en Amazon.
El texto dedica bastante extensión a presentar el contexto estratégico de la Posguerra Fría en el espacio «ex-soviético», con la decadente Rusia de Yeltsin en retirada y los Estados Unidos ocupando el vacío. Según el autor, la revitalización de Rusia (que coincide con la llegada de Putin al poder) espoleó a Estados Unidos a intervenir en la región. Pero al contrario que en los tiempos de la Guerra Fría, la acción exterior estadounidense fue externalizada en organizaciones privadas (ONG, think-tanks, fundaciones, etc.) que se encargaron de articular la débil sociedad civil en aquellos países donde las circunstancias eran propicias.
El recorrido hace una parada previa en la caída de Slobodan Milošević, primer ensayo del modelo. La entonces radio disidente B92 y líderes estudiantiles fueron apoyados económicamente (25 millones de dólares en 1999) y recibieron cursos de formación en Hungría por organizaciones estadounidenses. Aquellos líderes terminarían creando el movimiento opositor Otpor!, el modelo que se replicaría en Revoluciones de Colores. El autor procura dejar bien claro que no se puede considerar que la acción de las organizaciones estadounidenses financiando y apoyando a la disidencia de un país produce resultados garantizados. Precisamente el meollo del texto es el repaso, somero a mi entender, de la Revolución de las Rosas en Georgia (2003), la Revolución Naranja en Ucrania (2004) y la Revolución de los Limones en Kirguistán (2005) haciendo hincapié en las circunstancias que propiciaron el triunfo de la oposición en cada país. El eje común que el autor encuentra es que los movimientos opositores triunfaron «contra regímenes débiles, que en muchos casos no controlan partes enteras de las maquinarias del Estado». Por su parte, igual de interesantes son los contraejemplos. Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán, tres países ricos en recursos naturales, no constituyeron un objetivo estratégico por sus acuerdos comerciales con Occidente. Armenia estaba sólidamente instalada en la órbita rusa y su realinamiento con Washington, que mantiene buenas relaciones con Azerbaiyán, habría supuesto un dilema difícil al ser Armenia y Azerbaiyán enemigos irreconciliables por cuenta del conflicto de Nagorno-Karabaj. Más llamativo es el caso de Uzbekistán, un país donde los movimientos prodemocracia y proderechos humanos hubieran tenido un intenso trabajo. Pero Uzbekistán se convirtió en aliado esencial tras el 11-S por su papel de ruta de infiltración y retaguardia del despliegue estadounidense en Afganistán. Así que Uzbekistán no estuvo en la agenda de las organizaciones encargadas de promover revueltas populares.
Como ya dije el tratamiento del asunto me pareció somero, aunque los argumentos del autor me parecieron convincentes. Lo que me queda es la sensación de que hay una historia por reconstruir. Cuentan Peter Ackerman y Jack Duvall en A Force More Powerful que Freedom House pagó la impresión de 5.000 ejemplares del libro From dictatorship to democracy: A conceptual framework for liberation de Gene Sharp de la Albert Einstein Institution para ser repartidos entre los disidentes serbios. Otra obra de Sharp, los tres volumenes de The Politics of Nonviolent Action, fue resumida y traducida al serbio por Otpor!. Sus miembros recibieron además en mayo de 2000 un seminario en Budapest a cargo del coronel (ret). Robert Helvey sobre acción no violenta. A partir de ahí encontramos a antiguos miembros de Otpor! encuadrados en el Center for Applied Nonviolent Action and Strategies (CANVAS) dando seminarios en lugares como Ucrania antes de la Revolución Naranja o sin moverse de Serbia a egipcios antes de la Primavera Árabe. Algún día sabremos algún día cuánto dinero salió de Washington para financiar todas esas operaciones.
Un pequeño lapsus, la Revolución Naranja fue en Ucrania, como bien se dice en el enlace de la wikipedia. Otro gran artículo por lo demás.
Un saludo
¡Gracias por avisar de la errata! El enlace a Wikipedia despejaba las dudas pero el error hubiera quedado si se el texto se pasa a papel.