Dice el presidente Mariano Rajoy sobre las alambradas puestas sobre las vallas en el perímetro de Ceuta y Melilla «no sé si pueden afectar a las personas, pero está en estudio» y que ha solicitado un informe al Ministerio de Interior. Yo les resuelvo la duda. Lo que se colocó en lo alto de las vallas de la frontera Ceuta y Melilla es concertina militar. Mientras las alambradas típicas tienen púas, las concertinas tienen cuchillas.
Hacer más inaccesible las vallas de las fronteras de Ceuta y Melilla es un propósito que también tuvo el anterior gobierno, que antes las heridas sufridas por las personas que tratagan de superarla desde el lado marroquí ordenó instalar una «sirga tridimensional» que al final no ha cumplido su misión.
Vivimos en un país donde la mayor movilización social en mucho tiempo tuvo su arranque en las protestas minoritarias de jóvenes que descubrieron que la vivienda en propiedad les resultaba prohibitiva o alcanzó gran notoriedad que se retirara la reducida beca que reciben los estudiantes univeristarios de familias con recursos que se pueden permitir estudiar durante un curso en otro país europeo. Está claro que la agenda pública de los grandes problemas la marca quienes tienen recursos para hacer oir y habilidades comunicativas. Así la mayor vergüenza de la democracia española reciente, el tratamiento de los inmigrante irregulares, ha permanecido como un problema desconocido. Hablamos de lo que sucede en la frontera de Ceuta y Melilla desde hace ya bastantes años y lo que sucede en los infames Centros de Internamiento de Extranjeros.
La cuestión aquí de fondo es que la Península Ibérica es uno de los puntos de contacto de Europa con África. Y en un mundo globalizado, se produce un efecto de vaso comunicantes. No podemos creer que los habitantes de África Occidental, una de las regiones más pobres del planeta, van a permanecer pasivos y conformistas sabiendo que hay una región cercana donde se vive mejor. Pero más poderoso que ese «efecto llamada» que alguno atribuía a las políticas del anterior gobierno, existe un «efecto expulsión» muchísimo más fuerte y brutal. Primero fue la cadena de conflictos que prendió en el África Atlántica y la hizo arder desde Costa de Marfil a Guiena-Bissau. Luego vino la creciente desertización de áreas del Sahel y el reciente conflicto en Mali. En el futuro sólo podemos preveer un flujo de sur a norte de la población frente al que no podemos ignorar o levantar muros. Irónicamente, tras el último asalto a las vallas fronterizas el Instituto Nacional de Estadísticas anunció sus cálculos de que en el año 2017 habrá en España más muertes que nacimientos. Alguien debería conectar los puntos.
Creo que a estas alturas el seguir con el discurso progre, que vengan los pobres inmigrantes, debería estar superado. La inmigración de un montón de pobres no trae riqueza por ninguna parte, sino problemas y saturar los servicios sociales. Y más cuando se trata de gentes que no se van a integrar dado que su cultura es demasiado diferente. Al multiculturalismo que le den.
Lo que hay que hacer es devolverlos a sus países y no dar ni un euro de ayuda a esos países si no se comprometen a aceptar la repatriación de sus nacionales.
Nadie habla de eso, pero ¿Qué problema verías en una política que consistiese en «Si tienes una carrera o un máster en una universidad de esta lista o en una universidad europea, tienes un visado de trabajo»?
El problema es que esos no vienen de África. Esos no asaltan las barreras puestas en la frontera de Melilla.
A nivel europeo hay plena movilidad laboral, y ahora mismo con eso es más que suficiente. Y se está en camino de homologación a nivel europeo de los estudios para favorecer la movilidad laboral dentro de la Unión Europea.
Aquí hasta el más tolerante del mundo se cagaría en los pantalones al cruzarse, solo y de noche, por un callejón oscuro, con tres subsaharianos (oye, que 3 canis nacidos en el mismo hospital que tú te pueden dar la noche de igual o peor manera). Es decir, ¿la llegada de estas personas aporta algo?, no; ¿intentar arreglar los problemas de sus lugares de origen para evitar que vengan aquí arreglaría algo?, rotundamente no. Pero claro, presumimos ante el mundo de un determinado estatus y luego no podemos pretender que, el que lo vea desde fuera, no quiera también su pedacito de tarta, aunque nadie le haya invitado a la fiesta. La tierra de la leche y la miel, pero las vacas están secas y las abejas se extinguen por culpa de esas otras gigantes que han llegado de China.
Un saludo.
Sería interesante aplicar el análisis demográfico que hace Thomas P. Barnett a países como China y Japón a Europa. De hecho creo que publicó cosas al respecto. http://thomaspmbarnett.com/globlogization/tag/demographics
En todo caso las perspectivas son bastante malas. Europa está en decadencia.
Europa y EEUU estan en decadencia y China, la India, Brasil, Turquia o Indonesia estan en imparable auge.
Sin embargo los flujos migratorias van desde los paises en imparable auge hacia los paises en decadencia.
O bien la ascension de esos paises en sobre todo macro economica y no social o bien en decadencia se vive muy bien.