Uno de los capítulos que se cayeron de la versión final del libro de «Guerras Posmodernas» fue explicar qué posibilidades quedaban para las viejas guerras modernas en el siglo XX. Y como apuntaba en mi autocrítica al libro el lugar donde hay que mirar es el Sudeste Asiático.
Aquí está un artículo desde la perspectiva realista de Robert D. Kaplan, el autor que hace diez años me puso en la pista de las Guerras Posmodernas.
Interesante reflexión la de Kaplan, pero no estoy de acuerdo con cierta conclusiones. El papel de China en el Sudeste asiático es complejo y varía no sólo según el país, sino según los sectores. Pero creo que hay un punto importante que hay que destacar si se compara, como hace el autor, su presencia en la región con la de Estados Unidos: China comparte un sistema de valores muy similar al de las naciones del Sudeste asiático (en parte porque su presencia en la región no es nueva, data de muchos siglos atrás), si bien no es el caso de Estados Unidos que, como mínimo, tiene que mantener una fachada de defensa de derechos humanos y democracia. Así se entiende mejor la afirmación «China’s conception of itself is that of a benign, non-hegemonic power, one that does not interfere in the domestic philosophies of other states in the way the United States — with its busybody morality — does». China sí interfiere, y de forma muy agresiva, en asuntos internos, pero la filosofía es muy similar, por lo que obviamente en ese punto no hay choque.
Creo, sin embargo, que China evitará al máximo cualquier conflicto con los países del Sudeste Asiático y buscará fórmulas económicas para compensarlos. Por supuesto, Kaplan defiende una presencia fuerte de EE.UU. en la región, pero este sentido más práctico de los chinos no les pondrá las cosas fáciles a los occidentales.
Yo creo que EE.UU. ve China a través del espejo distorsionado de su propia condición “imperial”. Cada avance tecnológico militar chino lo interpretan como un paso más hacia la próxima Gran Guerra del Pacífico cuando China ya ha demostrado en África, por ejemplo, saber usar el “soft power” de las donaciones de material militar o las obras públicas.
Al menos el discurso chino, de momento, sobre su estrategia naval y su proyección en Asia es de carácter defensivo. Que sigan abiertas las Sea Line of Communication para que sigan fluyendo los portacontenedores cargados de iPads hacia el resto del mundo y desde el resto del mundo sigan lleganddo hidrocarburos y materias primas.
Ojo con los chinos. Su concepto de la soberanía es muy extensivo. Quieren, por ejemplo, convertir la ZEE en aguas jurisdiccionales y además exigir el permiso previo para toda navegación, cargándose el concepto de derecho de paso inocente.
Es cierto que los pises de esa zona han sido culturalmente «achinados» (se que no existe esa palabra, pero no se me ocurre otra mejor). Influidos cultural, política y económicamente. Pero de ahí pasar a que esa influencia haya sido pacífica va un mundo. Los vietnamitas por ejemplo fueron dominados unos 1.000 años por los chinos, pero si de algo están orgullosos es de haberse librado de dicho dominio. Con los coreanos pasa algo parecido. Los japoneses nunca fueron dominados etc