Cuando era adolescente y existía el servicio militar obligatorio recuerdo que se contaban cosas horribles del Hospital Militar. No sé cuánto de leyenda urbana tenían aquellas historias sobre diagnósticos errados con consecuencias fatales y pacientes desatendidos sufriendo condiciones infrahumanas. Pero ya no existe la «mili» y aquel Hospital es hoy un centro de atención de la 3ª edad.
He terminado de leer estos días «Lobo en el purgatorio. Un sargento español en la guerra de Iraq» de Alfonso Ruiz de Aguirre. (Con ese título cuesta entender que haya tardado tanto en comprarlo). El libro cuenta la historia del sargento del Ejército de Tierra Sergio del Cristo Santisteban Peña que fue herido en Diwaniyah el 11 de febrero de 2004 y sus desventuras enfrentado a la burocracia, la desidia, la torpeza y la ineficacia de médicos militares, mandos y políticos. Tras múltiples heridas por una granada nadie se molestó en hacerle las radiografías oportunas para buscar los fragmentos de metralla que tenía por todo el cuerpo. Tampoco nadie reparó en la rotura de tímpanos. Tras ser ordenada su evacuación a España por la seriedad de las heridas tardó dos semanas en ser enviado a Madrid. Su llegada, como sucede en España siempre con heridos y cadáveres, fue de noche y a escondidas. Si la llegada a la «civilización» podría parecer que supuso el fin de los suplicios nada más lejos de la realidad. Ahí se puede decir que empezaron los problemas que ocupan la mayor parte del libro.
El autor deja la narración en ocasiones para dar voz al propio «Lobo», del que toma la oportuna distancia y llega a decir que «no se portó bien con el ejército» (pág. 158) influido sin duda por un evidente cuadro de stress post-traumático que nadie se molestó tampoco en diagnosticar.
«Lobo» tuvo la mala fortuna de ser herido en una operación internacional poco popular en España, lo que llevó al gobierno de turno a darle el perfil más bajo posible a su condición de herido de guerra. Más adelante le tocó sufrir que el siguiente gobierno intentara marcar las distancias lo máximo posible de la ocupación de Iraq negándole el reconocimiento merecido. Lo que nos lleva a mi impresión de que aquello que el sargento Santisteban esperaba entra más en el terreno de lo simbólico que de lo material. Que si alguien como él escogió una profesión militar no fue por razones económicas y su mundo se vino abajo cuando el sacrificio por algo abstracto como la Patria se topó con la fría crueldad de la burocracia del Estado.
Queda contar algún día la microhistoria de la precariedad y cutrez de los despliegues españoles en lugares lejanos cuando se supone que España abandonó el rincón de la historia para estar entre los países que cuentan.
El libro es muy interesante. Y curioso que el autor discrepe con el sargento sobre si aquello fue o no una guerra. De todas formas se le trató de pena tanto en el aspecto médico como en el sicológico.
Lo de que lleguen a Madrid heridos y se tengan que apañar ellos con sus equipajes clama al cielo.
Yo en su caso me largo a la atención del ISFAS en cuanto veo el primer maltrato.
Y es que la medicina militar es a la medicina lo que la música militar es a la música.
Hola, Dani:
He encontrado tu comentario por casualidad en un buscador. Soy Alfonso Ruiz de Aguirre, autor de «Lobo en el Purgatorio». Muchísimas gracias al autor del blog y a ti por ocuparos del libro y por la lectura que habéis hecho de él.
No discrepo en absoluto con Santisteban acerca de si España participó en una guerra en Irak. Lo hizo. El 4 de abril de 2004, por poner un ejemplo (él ya no estaba allí), los españoles libraron una auténtica batalla en Nayaf, que se saldó con decenas (tal vez centenas) de bajas por parte enemiga.
Sí es cierto y, por supuesto, así se lo hice saber a Sergio, que, en mi opinión, el síndrome de estrés postraumático que padecía, y que el Ejército no se encargó ni de diagnosticar, ni de tratar, hizo que cometiera errores. Aunque en el libro intento mostrarlos como tales, en mi opinión no es él el culpable de dichos errores. Cuando sometes a una persona a una presión excesiva, estalla.
No sé si leeréis este comentario, después de tanto tiempo.
Ha sido un placer poder escribirme con vosotros.
Un saludo al administrador del blog y a Dani.
Alfonso.
Un placer tener al autor del libro por aquí. Creo que cualquiera que haya leído el libro se dio cuenta que «Lobo» se sintió maltratado por el Ministerio de Defensa y que su comportamiento es una reacción ante el maltrato recibido.
Sobre los combates del 4 de abril de 2004 en Nayaf sé por vía de la persona que más ha estudidado el asunto y que nunca pudo terminar de publicar una serie de artículos en la desaparecida revista «Fuerza Terrestre» por presiones recibidas desde el Ministerio de Defensa. Una foto de aquel día aparece en la cabecera aleatoria de este mismo blog.