Diagnóstico diferencial

He acumulado como veinte horas de viaje en autobuses. He dormido en el avión, en autobuses y en camas donde he tenido que retorcerme para caber. Tengo los muslos endurecidos como granito, los gemelos con unas punzadas extrañas y los pies doloridos con un buen número de zonas enrojecidas donde seguro brotarán llagas. No recuerdo la última vez que dormí ocho horas seguidas. He pasado sueño, mucho frío, cansancio y hambre. He caminado con la mochila a cuestas bajo la lluvia y el viento, o por avenidas interminables.

En la colada de Varsovia perdí al menos una camiseta. El paraguas que traje terminó en la basura tras las rachas de viento bajo la lluvia en Vilna. Y estuve a punto de quedarme sin 400 euros, teniendo todavía la duda de si el «incidente» fue obra de un huésped del albergue en Vilna con dedos ligeros. Por suerte recuperé el dinero. Los 30 litai que le presté, no.

Pero todo eso no son más que anécdotas. Perdonen no les cuente nada de Varsovia, de mis conversaciones con Kasia sobre la vida política y cultural de España y Polonia, o de lo que he visto atravesando el casco viejo de Cracovia desde la estación hasta mi albergue juvenil. Porque me ha gustado tanto esta ciudad que me voy a recorrerla.

P.S.: Aprovecho para mandar un saludo a los que leen este blog periódicamente desde California, Irlanda, Reino Unido y Alemania. Siento curiosidad por saber quiénes son.

4 comentarios sobre “Diagnóstico diferencial

  1. HOla. Pues tu amiga no parece polaca, no es rubia ni tiene ojos claros. Vamos, ni los rasgos de la cara son eslavos.

    Con iluminar un poco la foto se ve todo.

Los comentarios están cerrados.

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