Hace tiempo me planteé hacer un repaso de la literatura en español sobre las lecciones de los conflictos armados de mayor intensidad de los últimos años. La idea de partida es que la historia nos enseña que se pueden extraer lecciones relevantes de conflictos periféricos que suelen ser ignoradas por los ejércitos occidentales. El estallido de la guerra de Ucrania me ha demostrado una vez más que la demora en ejecutar un proyecto termina con uno atropellado por los acontecimientos.
La guerra en Ucrania no ha terminado. La batalla en torno a las grandes ciudades del norte del país ha terminado y ahora la guerra se decidirá en el sur y en el este. Pero mientras tanto podemos adelantar unas cuantas observaciones sobre lo visto hasta ahora.
#1 Los problemas de Rusia.
Los primeros asuntos de los que extraer lecciones de la guerra de Ucrania son los problemas rusos en liderazgo, mando, comunicaciones, logística, mantenimiento, moral, evacuación y atención de bajas, etc. Se trata de todos aquellos asuntos que diferencian a un ejército realmente avanzado del resto. No suelen ser asuntos a los que se les preste atención habitualmente más allá de unos pocos círculos ultraespecializados. En algunos casos se tratan de aspectos de unas fuerzas armadas difícilmente evaluables, por lo que expertos suelen escribir de fuerzas acorazadas, armamento inteligente, submarinos nucleares, etc.
La reputación del ejército ruso ha quedado seriamente dañada en esta guerra. Durante años consideramos que los rusos eran maestros del arte operacional y la guerra de maniobra, además de contar con importantes capacidades en ciberguerra, guerra electrónica y guerra de la información. Nada de esto último ha dado una ventaja considerable a los rusos durante la presente guerra. Tras años de estudios sobre las agrupaciones tácticas, los famosos Batalonnaya Takticheskaya Gruppa (BTG), resulta que los rusos los lanzaron en columnas separadas por las vías de comunicación principales sin realizar auténticas operaciones combinadas. Además, se habla de que las planas mayores de los BTG rusos no son capaces de gestionar una estructura interarmas con tantos elementos de apoyo. La descentralización no ha funcionado al saturar a las planas mayores de los BTG de elementos a coordinar. Recordemos que los franceses llegaron a desplegar en Mali durante la Operación SERVAL en 2013 subgrupos tácticos interarmas (SGTIA) de entidad compañía con dos capitanes a su frente. Uno mandaba las tropas y el otro gestionaba los apoyos.

El apoyo de los países de la OTAN ha sido fundamental para que Ucrania mantuviera la conectividad de las comunicaciones y librar a la infraestructura clave, como la red de ferrocarriles, de ciberataques paralizantes. Las capacidades de guerra electrónica rusa parece que no han tenido un especial protagonismo. Mientras que la maquinaria de desinformación y propaganda rusa, que explotó con éxito la ambigüedad moral y la confusión informativa en otros conflictos, no ha podido generar apatía ante la invasión de un país soberano, la muerte de civiles y la destrucción de su infraestructura. Al final, los rusos no han acompañado sus operaciones convencionales en Ucrania con nada que se parezca a una guerra híbrida, tal como la definió Frank Hoffman.
Los problemas del ejército ruso han resultado ser el reflejo de los problemas estructurales de la sociedad rusa, donde un sistema autoritario consiguió durante años convencer a muchos de que el caos y corrupción de los años 90 había dado paso a un sistema político ordenado y eficiente. La brillantez doctrinal ha brillado por su ausencia. Además, a pesar de que la industria de defensa rusa y sus fuerzas armadas presentaron en ferias y desfiles sistemas avanzados, los analistas han estado llamando la atención en los últimos años de que muchos de esos sistemas no fueron adquiridos masivamente. Véase el caso del carro de combate T-14 Armata, que finalmente dio paso al T-72B3 Obr. 2016 como nuevo carro de combate ruso. De hecho el T-72, en sus múltiples variantes (T-72A, T-72AV, T-72B, T-72B Obr. 1989, T-72B3 y T-90A), es el principal carro de combate empleado por Rusia en Ucrania. Parece que todos, de pronto, hemos redescubierto que Rusia tiene una economía del tamaño de la suma de las economías de Holanda y Bélgica. Y por tanto, es un país con capacidades económicas limitadas para dotarse masivamente de armamento avanzado.
#2 Volver a redescubrir los drones y la artillería.
Creo que las lecciones para los ejércitos occidentales de la guerra de Ucrania resultan demasiado obvias, pero habrá que hablar de la artillería de campaña nuevamente. Las piezas de gran calibre (203mm) y la artillería cohete de largo alcance son armas que no hemos visto en acción en manos de ejércitos occidentales desde hace bastante tiempo.
Me ha llamado la atención lo extendido del uso de la artillería por parte de los ucranianos contra fuerzas blindadas rusas. Lo certero de algunos impactos me hace sospechar del empleo de proyectiles guiados como el Kvitnik. Parece que los rusos también han usado el proyectil guiado Krasnopol, cuyo uso en el conflicto del Donbás ya estaba documentado.
Hemos visto a drones operar como medios de reconocimiento para la artillería de ambos bandos, desde los ya famosos Bayraktar TB2 a simples drones comerciales chinos. También hemos visto drones armados en ambos bandos. Hablamos de drones TB2 en el bando ucraniano, Forpost en el bando ruso y drones comerciales lanzando granadas. El empleo de drones comerciales (COTS) es un tema que trataré en una entrada de blog aparte en un futuro. Sin olvidar tampoco la aparición de forma limitada, al parecer, de drones kamikaze rusos Zala Aero KUB, un producto de una subsidiaria del grupo Kalashnikov.
Yago Rodríguez ha hecho un análisis del papel del dron turco Bayraktar TB2 en manos ucranianas a partir de las imágenes disponibles de sus ataques. El problema que presenta el asunto es que, al contrario de la guerra del Alto Karabaj en 2020, no hemos tenido un gran flujo de imágenes. La duda es si esto es el resultado de su limitado impacto en esta guerra o de una política deliberada del bando ucraniano de no emplear las grabaciones para vídeos de propaganda, algo que se hizo desde el bando azerí de forma sistemática en aquel conflicto. Una explicación que circula es que los ucranianos no han querido usar las imágenes de los TB2 para evitar convertirlos en un símbolo de la resistencia ucrania y animar a los rusos a redoblar sus esfuerzos para destruirlos. Pero podría ser una mera excusa. Puede que algún día sabremos la verdad y es posible que incluso veamos más imágenes cuando acabe el conflicto.
Viendo las imágenes de los drones de uno y otro bando, una de las enseñanzas de esta guerra es la aparente impunidad con la que los drones se pasean sobre el campo de batalla. Las fuerzas armadas que estudien las lecciones de esta guerra se van a tener que tomar más en serio los medios anti-drones (C-UAS), que ya figuraban en el último paquete de ayuda estadounidense. Está por ver también qué papel tendrán drones kamikaze como los de la familia Switchblade cuando lleguen a primera línea en manos ucranianas.
#3 Volver a valorar la infantería ligera altamente móvil y descentralizada.
Los primeros días de la guerra vimos a las fuerzas especiales ucranianas, militares y de la policía, combatiendo en vanguardia como infantería ligera, lanzando emboscadas contra los blindados rusos. Mi impresión personal es que a las fuerzas especiales ucranianas le tocó el papel de aguantar las primeras acometidas rusas sobre la capital. Sólo posteriormente vimos emboscadas complejas con minas e IED, llevando la guerra a la retaguardia enemiga.
La primera fase de la guerra, que acaba de terminar, ha sido protagonizada por las unidades de infantería ligera ucraniana moviéndose por bosques y callejones portando abundante material anticarro (RPG de todo tipo, Panzerfaust 3, AT-4, C90, etc.), sin olvidar el empleo de misiles anticarro. Esas fuerzas ligeras se han movido a veces en vehículos civiles o capturados, han empleado drones comerciales y en algunos casos han contado incluso con quads 4×4. La provisión de misiles anticarro (Javelin y NLAW) donados por países de la OTAN ha sido determinante, aunque los ucranianos se han encargado de destacar el papel de los misiles de producción nacional Skif y Corsar, algunos desviados de encargos destinados originalmente a Oriente Medio. Irónicamente la 61ª Brigada «Jäger» ucraniana, una unidad de infantería ligera cuyo sobrenombre alemán hace referencia al pasado austrohúngaro de una parte del país, se vio sobrepasada por el avance ruso de los primeros días y no hemos vuelto a tener noticias de ella.
Es evidente que las fuerzas ucranianas han operado de forma bastante descentralizada. Durante la Guerra Fría se decía que se esperaba que las fuerzas de la OTAN se impusieran en última instancia porque en el caos de la guerra se impondría el bando menos rígido en sus estructuras de mando y control, con un especial protagonismo de jefes de sección y pelotón tomando la iniciativa. Tanto británicos (Operación ORBITAL) como canadienses (Operación UNIFIER) han querido apuntarse el mérito del destacado desempeño ucraniano sobre el terreno atribuyéndolo a la formación impartida por sus instructores que entre otros muchos temas han hecho énfasis en «mission command» y «small unit tactics«.
Como sucede después de cada guerra, veremos toda clase de estudios y análisis que sobrevaloran algunas de las lecciones aprendidas. Ya hay quien considera que el carro de combate ha quedado (otra vez) obsoleto y que las fuerzas ligeras con armamento anticarro son las nuevas dueñas del campo de batalla. Se olvidan que las fuerzas ligeras ucranianas han resistido en las áreas boscosas y urbanas del norte del país, mientas que fue en el Óblast de Jersón, con una cubierta vegetal más baja, donde los rusos avanzaron más rápidamente al comienzo de la guerra. Para llevar la iniciativa en la próxima segunda fase de la guerra los ucranianos necesitarán blindados. Parece que T-72 y BMP-1 están en camino.
Espero que el uso de los drones kamikazes («loitering munitions»), los drones armados y los proyectiles de artillería guiados reabran el debate en torno a viejos conceptos como el de Follow-On Forces Attack para repensar cómo frenar ofensivas enemigas de fuerzas mecanizadas superiores en número, considerando que décadas de recortes han dejado a los ejércitos europeos escasas de fuerzas y recursos. Una situación que se le va a presentar a las fuerzas armadas españolas en los escenarios de amenazas no compartidas, por lo que las lecciones de la guerra de Ucrania no son un ejercicio intelectual gratuito.
Las fuerzas ligeras y tal son buenas para la defensa. Pero no las veo yo atacando. Para eso hacen falta fuerzas pesadas.
Espero que los Switchblade sean lo más efectivos posible a la hora de parar la próxima ofensiva rusa en el sur y en el este de Ucrania.
Y bla bla bla Lo cierto es que a estas alturas no conozc ninguana accion donde los rusos se hallan retirado, lo de kiev tipica diversion para fijar tropas mientras se conquista (se reunifica) el este y el sur. Mariupol -unico puerto que merece la pena perdido, Odessa no sirve para nada anulada desde Crimea—en fin. Uso de artilleria, Bueno, es mas barato que un B-52 soltando 40 toneladas de bombas. Yago ¿Analista? de risa vamos….. Apaga y vamonos.
Las FAS rusas son inútiles, cobardes, corruptas , pésimamente mandadas y entrenadas.
Sin logística, con medios de hace cincuenta años son una risión en el mundo militar, solo el miedo a las bombas nucleares (tendríamos que vwer si funcionan o no les explota en la cara) hace que el Ejército de Rumanía o el polaco se puesieran en Moscú en dos días.
Las fuerzas ligeras han demostrado que pueden tumbara un gigante esclerótico con ínfulas.
Interesante manual:
https://www.johnspenceronline.com/urban-warfare