El concepto Revolución en los Asuntos Militares surge en los años 90 en el seno del establishment militar estadounidense para referirse al salto tecnológico que proporcionan las tecnologías de la Sociedad de la Información en el ámbito militar. Una Revolución en los Asuntos Militares supone no sólo la incorporación de nuevas tecnologías, sino de nuevas doctrinas y formas de organización que suponen un cambio profundo en la forma de conducir la guerra.
Paradójicamente el fenómeno fue anticipado por los soviéticos en los años 70, que vieron con preocupación el despegue tecnológico estadounidense. Recordemos que en 1971 fue lanzado comercialmente el Intel 4004, el primer microprocesador encapsulado en una pastilla (chip). Y que en 1974 salió publicado el artículo «A Protocol for Packet Network Intercommunication«, obra de Vint Cerf y Bob Kahn, que establecía los fundamentos teóricos del Protocolo de Internet (IP). Ordenadores y redes de comunicación son dos de los pilares de la Revolución de los Asuntos Militares.
En la literatura soviética de los años 70 se empleó el término Revolución Tecnológico-Militar (RTM). Pero en su adaptación en el Pentágono se convirtió en la Revolución de los Asuntos Militares (RMA en inglés). Después de la aplastante victoria estadounidense en la Guerra del Golfo de 1991, se produjo una sensación de euforia que llevó a considerar que el salto tecnológico anticipado por los soviéticos había finalmente tenido lugar.
En la práctica esa revolución tecnológica se articuló en la combinación de sensores electrónicos, armamento guiado y sistemas de mando y control complejos que dieron lugar en los años 90 a conceptos como la Guerra Centrada en Redes (Network Centric Warfare en inglés). Esto es, imaginar un campo de batalla donde las fuerzas aliadas desplegadas en el terreno con sensores avanzados detectan de forma temprana al enemigo, comparten la información, maniobran y atacan al enemigo de forma anticipada y coordinada con armamento inteligente.
Es de destacar que dos autores de la RAND Corporation, John Arquilla y David Ronfeldt, comenzaron trabajando poco después de la Guerra del Golfo de 1991 en el concepto de la guerra en red (netwar) al que en primera instancia lo llamaron simplemente ciberguerra . Véase “Cyberwar is coming!” de 1993. Sin embargo, su trabajo les llevó a llamar la atención de que las nuevas tecnologías (principalmente Internet) estaban siendo usadas con provecho y de forma innovadora por actores no estatales como terroristas y grupos criminales. Su obra Redes y guerra en red (Networks and Netwars. The Future of Terror, Crime, and Militancy) iba camino de la imprenta cuando tuvieron lugar los acontecimientos del 11-S.
La siguiente década Estados Unidos vivió un parón estratégico por los esfuerzos dedicados a la guerra global contra el terrorismo yihadista (GWOT por sus siglas en inglés). Sin embargo, el establishment militar estadounidense siguió esforzándose por anticipar las guerras del futuro para enfrentar a las potencias emergentes que intentaran ponerse a la par de Estados Unidos (peer competitors), mientras que el secretario de Defensa Robert Gates, que sirvió entre 2006 y 2011 a caballo entre el último mandato de George Bush hijo y el primer mandato de Obama, luchó porque los esfuerzos de las fuerzas armadas estadounidenses se centraran en las guerras abiertas en Afganistán e Iraq. Robert Gates bautizó aquella obsesión por las guerras del futuro como la «nextwaritis». Según John T. Correll aquella década supuso una «Contra Revolución de los Asuntos Militares» porque las fuerzas armadas estadounidenses perdieron capacidades en guerra convencional para centrarse en la lucha contra las insurgencias yihadistas, señalando como ejemplo significativo el recorte en la compra de aviones F-22.

En el año 2010 salió publicado el artículo “While You’re Busy Making Other Plans – The ‘Other RMA’” del entonces general de brigada israelí Itai Brun del Centro Dado para los Estudios Militares Interdisciplinares y que llegaría más tarde a ser jefe de la inteligencia militar israelí. El general Brun señala por un lado cómo los acontecimientos en Oriente Medio desde 1979 habían configurado una alianza centrada en Irán y los enemigos de Israel, el llamado “Eje de la Resistencia”, mientras que la abrumadora superioridad tecnológica de Israel había llevado a sus enemigos a desarrollar su propia y particular Revolución de los Asuntos Militares.
Según el general Brun, la «Otra Revolución de los Asuntos Militares» (O-RAM en inglés) se caracteriza por:
- Fuerte énfasis en la supervivencia de las fuerzas (dispersión, camuflaje, ocultación y fortificación en búnkeres y túneles)
- Fuerte énfasis en cohetes de largo alcance y misiles balísticos.
- Fuerte énfasis en armas y tipos de ataques que causan un considerable número de víctimas civiles.
- Fuerte énfasis en propaganda y guerra de información, tanto de cara a la población propia, la población del enemigo y la opinión pública internacional.
- Fuerte énfasis en la «batalla cercana» para anular la ventaja tecnológica del enemigo.
- Fuerte énfasis en la confrontación de la superioridad aérea del enemigo mediante medidas activas (sistemas de defensa antiaérea y sistemas de ataque) y medidas pasivas (como parte del esfuerzo de absorber los ataques aéreos).
El concepto de O-RAM incluye a actores estatales y no estatales, pero es evidente que tiene en él una extrema importancia los recursos y asesoramientos ofrecidos por Irán a actores no estatales como Hezbolá en Líbano y HAMAS en Gaza. Así que un caso interesante e intermedio es el de Yemen, donde las fuerzas hutíes han empleado una combinación de recursos locales heredados del ejército del Yemen, equipos recibidos en piezas desde Irán y desarrollos locales montados de forma casi artesanal. Yago Rodríguez lo llama la «Revolución de los Asuntos Militares del pobre«. Se trata de una respuesta de aquellas fuerzas cuyos recursos y tecnología les coloca en desventaja frente a una fuerza convencional, así que adaptan tecnologías maduras, llevan la guerra a un terreno favorable y mantienen la intensidad del conflicto en un nivel limitado para no generar una respuesta contundente del enemigo pero logrando provocar desgaste en el largo plazo.
Tanto en el concepto planteado por el general Itai Brun y Yago Rodríguez tiene un papel clave Irán. Lo que me lleva a llamar la atención sobre que queda explorar la Revolución de los Asuntos Militares vivida por los actores no estatales sin intervención estatal alguna, incorporando tecnologías comerciales (Commercial Off-The-Shelf, COTS) para dotarse de capacidades C4ISTAR y otras que estaban sólo al alcance de los gobiernos, como dispositivos GPS o eran prohibitivas, como los dispositivos de visión nocturna.
[Continuará]
El asunto de la incorporación de tecnologías comerciales para dotarse de capacidades C4ISTAR por parte de grupos no estatales me parece preocupante. Los drones, por poner un ejemplo, en manos terroristas son un mal asunto.
En los 80 ya se puso de manifiesto la superioridad tecnológica occidental (israelí) sobre los equipos soviéticos usados por los sirios en los combates del Valle de la Bekaa.
La operación conocida en inglés como «Mole Cricket 19».
Desconocía el nombre de la operación. Leí la reseña hace años en un texto del fallecido historiador Ricardo de la Cierva.