La descomposición del kirchnerismo

Como alguno recordará, pasé una temporada en Buenos Aires, el soñado París del Cono Sur, que resultó bastante desmitificadora. Sirvió para descubrir que aquel país culto y refinado que nos dio a Mario Bunge y Les Luthiers sólo existía ya a 10.000 kilómetros en la nostalgia de los argentinos de clase media que se exiliarion o emigraron. A mi vuelta, quedé enganchado a la actualidad argentina gracias a que hoy es posible seguir radio, televisión y prensa por Internet, muchas veces mediante el esfuerzo de gente como Juan Manuel Ortiz y su canal de Youtube.

Pronto se me hizo evidente que había una brecha entra la Argentina de cuyas políticas hablaba favorablemente Paul Krugman y la corte de los Kirchner. Mientras los precios de los productos agrícolas y materias primas subieron, en Argentina se consolaban diciendo «roban pero reparten». Incluso alguno consideraba, comprensivo, que la compañera Cristina debía acumular una fortuna ante la eventualidad de tener que huir al exilio.

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Foto de Presidencia de la Nación Argentina, CC BY 2.0

Al kirchnerismo hay que reconocerle la capacidad de ganar crédito político en materia de Derechos Humanos con acciones cómo descolgar el retrato de los dictadores Videla y Bingnone en el Colegio Militar de la Nación, conservados allí por la condición de antiguos directores de los personajes, para luego obrar con toda impunidad en la represión de los pueblos indígenas en las «provincias feudales» del interior o para nombrar al controvertido general Milani al frente del ejército. Esa capacidad para ser una cosa y ser aplaudidos por lo contrario convirtió en la Argentina del «Relato K» en precursora del mundo post-fáctico del BREXIT y Trump.

No faltaron pruebas e indicios presentados por periodistas argentinos que desvelaron el alcance de la ineficacia de la gestión y la corrupción de la oligarquía creptocrática que manejaba el país, abriendo una grieta política entre los consumidores del «Relato K» y la oposición. Eran literalmente dos mundos. La justicia, obviamente, no actuaba gracias a la torpeza deliberada de jueces como «Tortuga» Casanello o a la acción servil con el poder ejecutivo de jueces como Oyarbide. Sobra decir, que el aplauso que recibía Cristina Fernández de Kirchner en España me resultaba estrambótico. Parafreseando a Enrique Pinti, ¿lo hacían de malos o de boludos?

No sabría decir cuándo empezó a cambiar Argentina. Podemos fijar la fecha de la Tragedia de Once, el 22 de febrero de 2012. Un tren de cercanías no frenó inexplicamente al entrar en una estación del barrio de Once en Buenos Aires, probablemente por un fallo en los frenos debido a las habituales averías. Un vagón se empotró en otro y la extracción de las víctimas atrapadas entre los hierros se demoró porque  el operativo de rescate fue un caos por falta de medios y preparación. Murieron 51 personas. Alguno enunció entonces «la corrupción mata». El dinero robado era el dinero que faltaba en los servicios y administración del Estado.

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Foto vía LosAndes.com.ar

La corrupción en Argentina, como en España, tuvo mucho que ver con la construcción. La carrera política de los Kirchner es paralela a la del constructor Lázaro Báez, un cajero de banco con estudios secundarios que terminó acaparando la obra pública de la provincia de Santa Cruz mientras Néstor Kirchner fue gobernador allí y luego presidente del país. Hoy Lázaro Báez está en la cárcel y amaga con tirar de la manta. El círculo judicial se estrecha en torno a Cristina y ningún abogado de presitigio ha querido hacerse cargo de su defensa. El que tiene ahora, Gregorio Dalbón, es un personaje digno de la película Carancho.

Los procesos judiciales salieron del congelador tras el cambio de gobierno, con la derrota electoral del peronismo kirchnerista y el peronismo renovador. Pero la exposición pública de las miserias del kirchnerismo alcanzó carácter de farsa cuando José López, antiguo secretario de Obras Públicas, fue detenido con un fusil Sig Sauer y casi 9 millones de dólares en efectivo una madrugada en un convento de clausura donde las monjas le guardaban el dinero negro. Un vecino sospechó de López tras verlo tocar el timbre del convento insistemente y luego saltar la tapia.

Pero si algo simboliza la capacidad del kirchnerismo para corromper muchos estamentos de la sociedad argentina, es el caso de Hebe de Bonafini, figura histórica de las Madres de Plaza de Mayo, cuya fundación se embarcó en la tarea de construir vivienda social con la «Misión Sueños Compartidos» con dinero público. La Auditoría General de la Nación presentó en 2013 un informe de 210 páginas detallando la mala gestión del dinero. La Fundación Madres de Mayo no construyó las casas planificadas porque el dinero fue desviado y ni siquiera pagó al Estado las aportaciones de los obreros de la construción a la Seguridad Social. La responsabilidad posiblemente sea de los hermanos Schoklender, que conocieron a Hebe de Bonafini cuando cumplían condena en la cárcel por parricidio y a los que ella les dio puestos de responsabilidad en la Fundación tras la excarcelación de ambos. Dado que Hebe de Bonafini firmó los documentos en su condición de presidenta de la Fundación, fue requerida recientemente a declarar por la justicia argentina. Elocuentemente se dirigió en los medios de comunicación al juez instructor diciendo «metete en el orto la declaración». El día que debía ir a declarar no fue y apareció en un acto público arropado por personajes del kirchnerismo. La campaña del kirchernismo ahora es que se trata todo de una persecución política del gobierno de Mauricio Macri. La justicia se enfrenta al gran reto de hacer de Argentina un país normal.

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8 comentarios sobre “La descomposición del kirchnerismo

  1. Una detención en un convento de clausura en el que se guardaba dinero negro, esto no lo supera ni un guion de Berlanga.
    Si ya aparece corrupción en un sitio como la Fundación Madres de Mayo… ya no sé ni qué decir.

  2. Hebe de Bonafini era tan sectaria y tan pro-Kirchner que la Fundación Madres de Mayo ha sufrido muchas escisiones desde que ella asumiera la presidencia. Ahora es su fundación personal. Por lo que a mí respecta, espero que se pudra en la cárcel y la Fundación recupere su buen nombre bajo otra presidencia.

    1. No solo sectaria pro-Kirchner, sino también sectaria de izquierda radical, con algunas declaraciones sobre España muy fuertes.

  3. Interesante análisis descriptivo de Argentina.
    Jesús, una pregunta: ¿desaparece Flanco Sur?

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