El otro día estando trabajando de madrugada vi que C. J Chivers, un famoso reportero de guerra del New York Times publicó en su perfil de Twitter una foto de unos barriles con inscripciones en árabe y un código. Chivers pedía a sus seguidores de Twitter a modo de adivinanza si eran capaces de identificar qué era lo que mostraba la foto.
Arms & arms-trafficking researchers, here’s a Q: What’s in these barrels? if you know, say so. If not, stay tuned. pic.twitter.com/1eFGE2PKpq
— C.J. Chivers (@cjchivers) Mayo 14, 2015
Inmediatamente interpreté la inscripción que no está en árabe sino ruso como «TG_02». Contesté a C. J Chivers. Habían pasado sólo quince minutos desde que publicó su tuit. Y seguí con mis cosas.
Resulta que esos barriles fueron encontrados en unas instalaciones militares iraquíes en mayo de 2003. Se encomendó su custodia a una unidad estadounidense de reservistas, que encontraron los barriles goteando líquido y pájaros muertos a su alrededor. Los primeros en llegar al lugar empezaron a estornudar, llorar y vomitar. Fueron llevados con cierta alarma a un hospital de campaña porque sus síntomas coincidían con los de armas químicas.
Años después, los militares que entraron en aquel depósito desarrollaron problemas de salud. Uno de ellos, comenzó una batalla burocrática con el Departamento de Defensa para que le entregaran el expediente sobre los barriles. Finalmente, el subsecretario de defensa Brad R. Carson autorizó que el New York Times accediera al expediente.

Como ven, el informe original del 25 de mayo de 2003 dice «Fuel PR-02». Es un error. En el barril pone «TG_02». Si buscan «TG-02» y «fuel» en Internet encontrarán rápidamente que se trata de combustible para cohetes de origen soviético Tonka», diseñado originalmente en la Alemania Nazi como R-Stoff y conocido también en la URSS como Tonka-250 y TG-02.
John Ishmay, un antiguo desactivador de explosivos de la U.S. Navy y veterano de Iraq que ahora es periodista freelance, tuiteó:
What took the @USArmy a decade to figure out took @jpereztriana just 15 minutes to positively identify, via Twitter. https://t.co/xWh3SKZNGj
— John Ismay (@johnismay) Mayo 14, 2015
La verdad es que yo sólo me limité a transcribir un código del ruso. No busqué en Google qué podría ser. Ese trabajo lo hicieron otros lectores de C. J Chivers. Pero a partir de ahí, empezaron los retuits sobre cómo a C. J Chivers le llevó sólo 15 minutos obtener una respuesta correcta sobre qué aparecía en los barriles mientras que a los militares estadounidenses les llevó doce años caer en la cuenta del error.
When Military Intelligence Earns the Punchline. (How a case readers solved in minutes took @USArmy 12 years.) http://t.co/Gm3U75RzJj
— C.J. Chivers (@cjchivers) Mayo 14, 2015
-El reportaje sobre el incidente en Iraq, los problemas de salud de los veteranos y su lucha contra la burocracia de C. J. Chivers para el New York Times: «12 Years Later, a Mystery of Chemical Exposure in Iraq Clears Slightly».
-El asunto del misterior resuelto en Internet contado por C. J. Chivers: «When Military Intelligence Earns the Punchline».
Hola, Jesús. Me parece genial esta historia y quisiera comentarla en mi blog (infoNico.com). ¿Te molestaría si lo hiciera? Si así fuera, no hay problema. De todos modos, te has ganado un seguidor.
Ningún problema porque cuentes esta anécdota.
Pero la pregunta sigue siendo si ese material es nocivo para la salud y hasta que punto.
Pues es bastante nocivo para la salud.