Tras su llegada al poder en Hispanoamérica, los diferentes gobiernos contrarios al Consenso de Washington buscaron nuevos aliados estratégicos en Rusia y China. Años de consignas contra el “imperialismo yanki” durante la Guerra Fría parecen no haber preparado para la llegada de los nuevo imperialismos del siglo XXI. Bien es cierto que la conciencia crítica de los ciudadanos occidentales colocó el foco en el papel de las empresas multinacionales fuera de sus fronteras, fuera el caso de las compañías eléctricas españolas en Centroamérica o el reciente reportaje de la BBC sobre las condiciones de trabajo en las factorías que ensamblan productos Apple en China. Quizá el vicio de algunos en Occidente de aplaudir a cualquier presidente que haga frente a Washington dé como resultado que pocos estén prestando atención a los costes sociales y medioambientales aprobados por ciertos gobiernos de Hispanoamérica que han abierto la puerta al capital chino.
En agosto de 2013 el gobierno de Ecuador aprobó la explotación petrolera del Parque Nacional Yasuní, en la región amazónica más oriental del país y hogar de comunidades indígenas no contactadas. Antes de ello el gobierno del presidente Rafael Correa había lanzado la iniciativa Yasuní-ITT para dejar intactos los recursos naturales de la zona a cambio de fondos que compensaran al país por el lucro cesante de la explotación de los campos petroleros de Ishpingo, Tambococha y Tiputini. La intención era recaudar fondos internacionales pero las aportaciones recibidas fueron muchísimo menos de lo previsto. Finalmente el gobierno ecuatoriano dio luz verde a la explotación del petróleo en un parque nacional considerado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera.
Los derechos de explotación del petróleo ecuatoriano venían tiempo atrás siendo subastados a empresas chinas, dado el acuerdo preferencial entre Ecuador y China vinculados a los préstamos que la segunda concede a la primera. Así, en 2013 el 83% del petróleo exportado por Ecuador iba rumbo a China, manejado principalmente por PetroChina y Unipec, entre otras compañías chinas. El petróleo del Yasnuí será igualmente explotado por empresas chinas. Empresas, que según Omar Bonilla afirma en “La geopolítica petrolera China en Ecuador y el área andina”, muestran “poco o nulo interés en las consecuencias” de sus actividades extractivas para los pueblos indígenas no contactados y el medio ambiente a la vez que tienen “escaso interés” en las condiciones laborales de sus trabajadores. Las voces críticas afirman que los estudios de impacto medioambiental del gobierno ecuatoriano subestiman las consecuencias de la explotación del petróleo en el Yasuní mientras la oposición a la explotación petrolera ha dado nacimiento a movimientos como YASunidos.
Otro proyecto de costes medioambientales cuestionables y emprendido por empresas chinas en Hispanoamérica fue noticia estos días. El pasado lunes 22 tuvo lugar la inaguración de las obras del Gran Canal de Nicaragua, llevadas a cabo por un consorcio chino. El canal aprovechará las aguas del Lago Nicaragua, la principal reserva de agua potable del país, que deberá ser dragado para permitir el paso de grandes cargueros. El canal atravesará reservas naturales y comunidades indígenas serán desplazadas. Los escépticos dudan de la capacidad financiera del millonario chino que ha lanzado el proyecto y temen las consecuencias medioambientales del proyecto.
Tras las empresas chinas que explotan recursos naturales con un alto costo medioambiental, las siguientes empresas chinas en desembarcar en Hispanoamérica son las industriales. El martes 18 de noviembre la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela publicó el Decreto Nº1425 con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo Socioproductivo de la Patria. En su artículo 31 establece la creación de la Zona Económicas Especiales, que podrán tener “estímulos económicos y fiscales”, se orientarán a la exportación, “desarrollarán eslabones productivos” y buscarán la “complementariedad económica con inversión extranjera”. En otras palabras, son zonas donde se ofrecerán estímulos económicos y fiscales para que empresas extranjeras instalen factorías donde se ensamblen productos orientados a la exportación, como las maquilas mexicanas y centroamericanas. El nombre “Zona Económica Especial” no parece casual. Así se bautizaron en los años 80 en China a las áreas establecidas por el gobierno en el sur del país, especialmente en la provincia de Cantón, para atraer inversión extranjera que establecieran áreas industriales orientadas a la exportación.
Ya hay experiencia en Venezuela del establecimiento de factorías con estándares laborales chinos. En febrero de 2009 se inauguró en la Zona Franca de Paraguaná (estado Falcón) la primera planta de la empresa estatal Venezolana de Telecomunicaciones (Vtelca), donde participa la multinacional china ZTE con un 15,7%. El primer producto de la nueva empresa fue el teléfono chino ZTE c366. El presidente Hugo Chávez lo presentó en la edición del 10 de mayo de 2009 de su programa televisivo “Aló, presidente”. Anunció que las existencias del teléfono habían quedado agotada aquel mismo día, que coincidía con el Día de la Madre y que el miércoles siguiente llegaría al mercado 10.000 unidades más. El presidente Chávez se refirió al teléfono como el “Vergatario”, expresión coloquial venezolana que hace referencia al miembro sexual masculino y equivalente a la española “cojonudo”. Las cuotas de producción se alcanzaron trabajando de forma intensiva y extendiendo los turnos de trabajo hasta bien entrada la noche, saltándose comidas y dejando a los trabajadores sin medios de volver a casa desde una zona industrial a la hora de salida. Más tarde se ampliaría la plantilla, hacinándose los trabajadores en las zonas comunes. El descontento de los trabajadores llevó a diferentes autoridades a visitar la fábrica, momento en el que se comunica a los trabajadores que el suyo no era un contrato laboral, sino que estaban allí en condición de voluntarios remunerados con un “bono mensual de productividad. Cuando los trabajadores empezaron a organizarse para reclamar sus derechos, empezaron los despidos en la que se presenta como una fábrica modelo y exponente del “modelo de producción socialista”. Sin embargo, en palabras del dirigente sindicalista Orlando Chirino, en Vtelca “lo que hay es capitalismo puro y duro”.
El sociólogo marxista Immanuel Wallerstein ha dedicado su dedicado su obra a explicar el nacimiento y expansión del capitalismo global desde el siglo XVIII. “Sistema-mundo” capitalista, lo llama Wallerstein. Su obra le debe a la escuela francesa de los Annales, en especial a Fernand Braudel que introdujo el concepto de “longue durée” para referirse a fenómenos históricos de larga duración. Wallerstein afirmó que la historia de la Unión Soviética quedaba plenamente inserta en la historia del capitalismo y no era un fenómeno aparte. Mirando desde el largo plazo, la revolución soviética había sido un simple proceso de modernización nacional. Desde esa misma perspectiva histórica de largo alcance, los gobiernos de Venezuela y Ecuador nos parecerán simples ejecutores de la inserción de las economías de esos países en el sistema-mundo capitalista subordinados a un país distinto a Estados Unidos. Cuba sigue el mismo camino, con la creación de la Zona Económica de Desarrollo del Mariel (ZEDM), cuyo puerto ha sido renovado con financación brasileña y por la que ya se ha interesado el capital chino. Dice Ramón Lobo, que Fidel Castro “vendió humo por revolución”. Habría que añadir que si Castro consiguió vender humo fue porque alguien estuvo dispuesto a comprarlo.
El biólogo Andrés Rodríguez ha escrito en su blog sobre el impacto medioambiental de la explotación del Parque Nacional Yasuní y el nuevo Gran Canal de Nicaragua:
“Correa ordena explotación petrolera en reserva amazónica de Ecuador”
“Por qué el nuevo canal de Nicaragua puede ser un desastre medioambiental”
Publicado originalmente en el desaparecido medio «Sesión de Control«.