La primera película del año ha sido Lone Survivor («El único superviviente»). Trata de una acción de guerra real, sucedida en las montañas de Afganistán en 2005. Una patrulla de reconocimiento de cuatro miembros de los SEAL se encontró en las montañas con unos pastores, a los que dejaron marchar y que alertaron de su presencia. Un grupo local de talibán fue en su búsqueda y les tendió una emboscada en la que murieron tres de los cuatro estadounidenses. El único superviviente, al que hace la referencia el título, consiguió poner distancia a pesar de sus heridas y fue encontrado por unos aldeanos afganos de un aldea hostil a los talibán.
La película es en sí un martirologio, recreándose en los golpes y heridas sufridas por los cuatro militares durante el combate que ocupa buena parte del metraje. Lone Survivor es una película menor, hecha con poco presupuesto. Las montañas de Nuevo México con sus cóniferas resultan poco creíbles como Afganistán, lo mismo que la instalación militar que representa la base de Bagram. Más allá de la repercusión alcanzada por el libro del superviviente y las medallas concedidas, queda la pregunta de por qué este acontecimiento en particular de la guerra de Afganistán mereció la atención de Hollywood y cuántas otras historias habrían merecido igualmente ser contadas en una película.
Hay que retroalimentar el patriotismo del pueblo americano. Otros críticos han señalado (tu solo dices que es un film menor y seguramente aciertas) que el actor «prota», el Mark Whalberg, está muy en su papel de SEAL.
Precisamente anoche vi «Essential Killing», una película que resuelve bien en su argumento las dificultades de rodar en Afganistán o en un sitio que se parezca a Afganistán. Además, juraría que el guionista se ha inspirado parcialmente en la novel «El afgano», de Frederick Forsyth, aunque dudo que aquel lo reconozca.
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