Uruguay es un país con el que quedé enganchado cuando lo pisé por primera vez en 2009. Luego volví en 2011 y al segundo día de estar en Montevideo conocí los que supe que serían amigos para toda la vida. A rachas he ido siguiendo la actualidad del país vía Internet. Pero sobre todo he tratado de empaparme sobre las cuestiones de seguridad y defensa del país porque el asunto me parece un desafío intelectual interesante. Uruguay tiene un presupuesto de defensa muy magro y sus fuerzas armadas viven estancadas en una inercia producto de que nadie ha podido o querido plantearse las reformas necesarias. He debatido el asunto por Internet con urugayos interesados en estos temas y me encontré que para algunos el debate se limitaba a una «lista de la compra» de barcos, vehículos blindados y aviones. En cambio, la cuestión para mí era debatir primero el entorno estratégico para entonces decidir qué materiales para qué doctrina operativa. Ahí estaba el desafío intelectual: Analizar la defensa nacional de Uruguay desde la perspectiva de las Guerras Posmodernas.
Uruguay representa uno de los casos más interesantes para mí, el de los países pequeños. En su momento traté aquí el caso de Cataluña, a raíz de la aparición de un documento apócrifo sobre un hipotético ejército catalán. Traté también el caso de Mongolia, un país con una población más pequeña que la de Uruguay, que tiene por vecinos al país más extenso de la tierra y al país más poblado. Uruguay comparte fronteras con el 5º y 8º países más extensos de la tierra, con los que además forma parte de una organización de integración regional. La voz de Uruguay corre el riesgo de quedar ahogada y no es un país que pueda usar actualemente la fuerza en caso de crisis extrema. En estos casos la estrategia más común de los países pequeños ha sido ser muy activos en el ámbito internacional y buscando alianzas con potencias externas a la región. Precisamente, estos días el presidente de Uruguay hablaba ante la Asamblea General de Naciones Unidas y mencionaba el papel del país:
Pongo un pequeño ejemplo, pequeñito: nuestro pequeño país tiene en términos absolutos la mayor cantidad de soldados en misiones de paz de los países de América Latina desparramados en el mundo y allí estamos donde nos piden que estemos. Pero somos pequeños, débiles. Donde se reparten los recursos y se toman las decisiones no entramos ni para servir el café.
A continuación expresaba el propósito de esa acción exterior de Uruguay como un esfuerzo desinteresado.
En lo más profundo de nuestro corazón existe un enorme anhelo de ayudar a que el hombre salga de la prehistoria. Yo defino que el hombre, mientras viva con clima de guerra, está en la prehistoria, a pesar de los muchos artefactos que pueda construir. Hasta que el hombre no salga de esa prehistoria y archive la guerra como recurso cuando la política fracasa… esa es la larga marcha y el desafío que tenemos por delante. Y lo decimos con conocimiento de causa, conocemos las soledades de la guerra.
La cuestión evidente es si participar en misiones de paz de Naciones Unidas es una acción desinteresada de los países o es lógico esperar un beneficio. El presidente Mujica expresa una intención altruista pero se queja de no obtener réditos de ello. Así que la respuesta es obvia. Los países se convierten en miembros activos de la comunidad internacional, por ejemplo participando en misiones de paz, con un propósito.
En el caso de Uruguay podemos señalar que su participación en MINUSTAH, la misión internacional de estabilización en Haití, se entendió desde Washington como una contribución a la estabilidad regional en el Caribe en una época en que el país estaba ocupado en guerras en el Gran Oriente Medio. Hatí es un país en el que Estados Unidos ha intervenido militarmente dos veces en los últimos 25 años, primero en 1994 (Operación Uphold Democracy) y luego en 2004 (Operación Secure Tomorrow). En agradecimiento Estados Unidos donó un lote de todoterrenos Jeep J8 al ejército uruguayo, que vio así de paso complicada aún más la pesadilla logística que es su parque rodante (tres tipos de todoterreno, tres tipo de carros de combate, cinco tipos diferentes de transportes blindados de tropas etc.)
Obtener más réditos del esfuerzo de Uruguay en misiones de paz de Naciones Unidas supondría pensar cuál es el objetvo del país al participar en ellas, entendiendo que las misiones militares en el extranjero son una herramienta más de la política exterior del país. Eso es, entender que la política de defensa requiere coordinación con la política exterior, porque ambas forman parte de un todo. Y ello supone, nada más y nada menos que Uruguay tengo claro qué lugar quiere ocupar en el mundo.