En 1991, tras décadas de preparación para el enfrentamiento con el Pacto de Varsovia en las planicies de Europa Central, las fuerzas armadas de Estados Unidos se enfrentaron al ejército de Iraq durante la Operación «Tormenta del Desierto». La superioridad numérica del ejército de Saddam Husein fue compensanda con la aplastante superioridad tecnológica estadounidense. Se la llamó la «primera guerra de la Era de la Información». En el calor del momento, autores como Alvin Toffler y George Friedman escribieron sobre la supremacía de la tecnología en el campo de batalla y sobre una nueva era de guerras altamente tecnológicas. Se popularizó la idea de que había acontecido una «Revolución en los Asuntos Militares», que se convirtió en el gran tema de análisis y reflexión en las fuerzas armadas de los países desarrollados.
Dos investigadores de la RAND Corporation, David Ronfeldt y John Arquilla, prestaron atención a los elementos novedosos de aquella guerra. Vaticinaron que las nuevas tecnologías permitirían un campo de batalla donde fuerzas ligeras y móviles altamente conectadas compartieron información sobre ojetivos y se coordinaran para atacar simultáneamente. La idea era una evolución de lo que había pasado en las arenas del desierto al norte de Kuwait, pero Arquilla y Ronfeldt entendieron que las nuevas tecnologías de la información hacían extrapolable esas tácticas a ámbitos como Internet y que podían ser llevadas a cabo por fuerzas no estatales poco jerarquizadas. Su primer esbozo de estas ideas salió publicado en 1993 con el título «Cyberwar is coming!», donde el concepto «ciberguerra» se empleaba de forma genérica. En 1996 publicaron The Advent of Netwar y desde entonces emplearon el término «netwar», guerra en red, para referirse al concepto que habían desarrollado.
El interés de Arquilla y Ronfeldt se fue alejando poco a poco de la guerra convencional para adentrarse en el desarrollo de la guerra en red por parte de los actores no estatales. Uno de los casos que estudiaron fue el de las redes internacionales de apoyo al movimiento zapatista en México, tema de The Zapatista Social Netwar de 1998. Aunque aquella idea original de fuerzas altamente conectadas que comparten información sobre objetivos y que atacan coordinadamente fue retomada para desarrollar la idea de «swarming» (ataque en enjambre) en Swarming and the Future of Conflict, publicado en el año 2000. Finalmente, Arquilla y Ronfeldt editaron un trabajo colectivo que analizaba el modelo de la guera en red en ámbitos como el activismo social en la calle (movimiento antiglobalización), la delincuencia organizada, la violencia callejera, el movimiento hooligan o el terrorismo. Networks and netwar estaba listo para su publicación cuando acontecieron los atentados del 11-S, convirtiéndolos instantáneamente en los profetas de una nueva era que los teóricos fascinados por las tecnología no supieron anticipar.
Si el trabajo de Arquilla y Ronfeldt aparecía Internet como herramienta relevante, fue el estudioso del impacto social de las tecnologías Howard Rheingold quien prestó atención a los nuevos usos sociales de la telefonía móvil en el cambio de siglo. En 2002 publicó Smartmobs. El libro donde exploraba la amplia gama de usos emergentes que se le estaba dando a la telefonía móvil, desde lúdica a política, anticipando las posibilidades de lo que en el futuro serían los smartphones. La idea fundamental del libro es que las nuevas tecnologías iban a permitir la coordinación puntual de grupos de personas sin jerarquía definida para acciones puntuales. La idea daba título al libro y en español fue traducido como «multitudes inteligentes».
Los atentados del 11-S cambiaron radicalmente el panorama. El debate sobre la globalización y las acciones del movimiento antiglobalización desapareció de la agenda. Si las teorizaciones hasta el momento albergaban siempre una ambigüedad sobre la naturaleza de las redes no jerarquizadas que usaban las nuevas tecnologías para realizar acciones coordinadas, la palabra «red» empezó a verse acompañada como «red terrorista» o «red Al Qaeda». El autor que mejor recogió ese nuevo panorama y las posibilidades que en él se abrían fue John Robb en su libro Brave New War de 2008. Robb honestamente lo planteaba como un «buffet libre» de ideas, no como un ejercicio de prospectiva. Introdujo al debate varios conceptos, como el de «open-source warfare», en una era en que Internet se convertía en una fuente inagotable de información. O el de «superempowered terrorism» para referirse a cómo un grupo muy reducido de personas podía realizar un gran daño. Pero quizás una de sus aportaciones más brillantes fue dejar de plantear la estructura en red de las organizaciones para plantear el estudio de redes en la selección de objetivos. Las vías de comunicación y la infraestructura de telecomunicaciones tienen todas estructura de red con nodos y enlaces. El estudio de los nodos fundamentales permite ataques con efectos que se multiplican en cascada.
Desde el bloqueo de la ciudad de São Paulo por un ataque coordinado de organizaciones criminales en 2006 a los ataques de los hackers rusos contra Estonia en 2007 son varios los fenómenos donde podemos aplicar las teorías de Arquilla, Ronfeldt, Rheingold y Robb, junto con las derivaciones militares del modelo de Network Centric Warfare. Sin embargo, creo que falta materiales, debate y análisis en español.
Hola Jesús. ¿Has leído esto?:
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/05/04/actualidad/1367700469_570919.html
Un saludo.
No acabo de ver la relación entre la NCW y los ejemplos de Al-Queda, por ejemplo.
Es decir, si no estoy muy equivocado, la Network Centric Warfare lo único que hace es extender el radio de conocimiento de las fuerzas amigas sobre un determinado teatro a través de compartir información de los diversos medios de que se disponga en el teatro de operaciones, de tal modo que sirva para coordinar mejor a las propias fuerzas y tomar decisiones más rápidas y mejores.
Es decir, que a través de la red creada donde los nodos de información serían las propias fuerzas, se pudiesen tomar mejores decisiones en el mando central. Una especie de sistema cliente-servidor donde los «clientes» (helos, buques, equipos…) pudiesen transmitir información al servidor que tomaría decisiones basándose en la información recogida por los «clientes».
Sin embargo, tal y como lo veo, Al-Queda es una malla, donde no hay un nodo central que tome las decisiones en el teatro, sino que cada uno de los nodos, todos iguales en la jerarquía, operan en función del conocimiento que obtienen por sí mismos y por los demás nodos a los que tienen acceso en la malla, lo que redunda en que no toda la malla conozca las acciones de cada nodo.
En fin, un simple pensamiento en voz alta.
Aprovecho para felicitarte por tu blog y el esfuerzo en sintetizar para tus lectores tanta documentación a la que accedes.
Buenas
Yo en la bibliografía que das, incorporaría Black Ice: the invisible threat of Cyber-Terrorism. Hay traducción en Español, publicada en MacGrrawHill. Aunque la primera edición es de 2003, el libro repasa la prehistoria del ciberterrorismo, a finales del siglo XX, en sus comienzos.
Recuerdo lo explicito de su revisión de las redes de comunicación antes de 2001, en USA. Entonces redes de supervivencia, de lo que hoy llamamos sociedad en Red, luz, gas, electricidad en USA, estaban en Internet, sin apenas seguridad. A diferencia de España, por ejemplo donde las redes de comunicación de las grandes empresas energéticas, antes y ahora, están al margen de Internet, son redes «privadas de comunicación».
Recuerdo que el libro en cuestión, analiza que tras el 11S, las agencias de seguridad en USA, realizan por así decirlo una «auditoría» para conocer si USA ha sido atacada mediante ciberterrorismo, antes de 2001. Resultado de esa «auditoría» es que sí, fueron atacados y muchas veces sin saberlo.
Por ejemplo ataques desde Afganistán, a un hospital de una pequeña ciudad, no recuerdo, donde el ataque fue acceder por Internet a la base de datos de donantes de sangre del hospital, y alterar en la misma los grupos sanguíneos de los individuos. El efecto del ataque, que nunca fue reivindicado, fue un gran número de muertes a raíz de las transfusiones, que paso inadvertido, durante meses.
Bueno, saludos.
Estoy de vacaciones desconectado del mundo. Vuelvo el viernes. No la liéis demasiado hasta que pueda contestar como Dios manda.
Disfruta de las vacaciones.
Bueno, estoy de vuelta.
Jose. Sobre lo del ciberespionaje chino sólo se me ocurre decir «¿otra vez?». Y recordemos, noticia es que lo descubren. Porque pasar, pasa todos los días.
Aurelio. Señalas precisamente el gran nudo gordiano de los modelos de guerra en red cuando se aplican en ejércitos convencionales. La teoría habla de aplanar las jerarquías y un flujo libre de información entre nodos. La práctica es otra cosa. Y creo que hay un abismo entre la «cyberwar» de la que hablaban Arquilla y Ronfeldt tras «Tormenta del Desierto» y la NCW. Habría además que desarrollar más el asunto del terrorismo como forma de guerra en red. Creo que se ha abusado del concepto «red». Porque al fin y al cabo una estructura jerárquica de corte leninista no dejar de ser una red, una red descentralizada. Creo que Arquilla y Ronfeldt fueron un tanto descuidados con el uso del término, cuando ellos en realidad estaban hablando de redes distribuidas.