Una amiga me contó que, en un seminario al que había asistido, explicaron cómo el blando de Jimmy Carter cedió en todo frente al régimen de los ayatolás y tuvo que venir el duro de Ronald Reagan para poner firmes a los iraníes, que entonces entregaron a los rehenes de la embajada. Después de haber leído Guests of the Ayatollah de Mark Bowden, con sus 634 detalladas páginas, me sorprendió el descaro con el que se puede tergiversar la historia con fines partidistas. La cuestión es que Jimmy Carter intentó una solución militar a la crisis de los rehenes de la embajada en Teherán. Salió mal por un accidente resultado de una mala planificación y a las limitaciones tecnológicas de aquel entonces en una operación tan compleja. De hecho, las fuerzas armadas estadounidenses realizaron cambios y reformas después de aquel fiasco. Si la Operación «Eagle Claw» hubiera salido bien, hoy se recordaría la presidencia de Jimmy Carter en otros términos.
Después del fracaso de la operación militar, las negociaciones con Irán se endurecieron. Carter tuvo que ceder en descongelar los fondos iraníes depositados en bancos estadounidenses mientras el régimen de Teherán alargaba la crisis para que su resolución tuviera lugar después del fin del mandato de Carter. Ciertamente Carter fue percibido por el electorado como un presidente débil y titubeante. Pero eso no corresponde con el perfil personal de alguien que fue oficial de la U.S. Navy y corrió riesgos personales en los trabajos de limpieza de un reactor nuclear experimental accidentado. Pero sobre todo, Jimmy Carter fue el presidente que tomó acciones agresivas como el envío de ayuda a los insurgentes afganos meses antes de la invasión soviética.
Cuando el presidente Ronald Reagan asumió la presidencia se encontró con la crisis de los rehenes resuelta. Pero lo tocó vivir su propia crisis de rehenes en el Líbano. ¿Cómo trató de resolverla el duro Reagan? Pagando. Aprobó un primer pago de 200.000 dólares para tratar de lograr la liberación de David Jacobsen (director del Hospital Universitario Americano) y William Francis Buckley (jefe de la CIA en Beirut). El dinero se entregó y no sucedió nada. La liberación de seis rehenes en el Líbano llevó al plan de vender clandestinamente misiles anticarro TOW y misiles antiaéreos HAWK a Irán, con la colaboración de Israel, para lograr que las autoridades de Teherán intercedieran ante los grupos libaneses. Cuando la operación se puso en marcha los beneficios comerciales se destinaron a financiar la «Contra» nicaragüense. La ruta aérea de suministros a la «Contra» se convirtió en vía de entrada de la cocaína colombiana, algo que la CIA consintió como un mal menor. Todo ello, hay que recordar, mientras Estados Unidos apoyaba a Iraq en su guerra contra Irán (lo que incluyó la venta de tecnología para armas bacteriológicas). El gobierno de los Estados Unidos terminó por ofrecer información sobre las fuerzas iraquíes a Irán como gesto de «buena voluntad» mientras ofrecía información sobre las fuerzas iraníes al régimen de Saddam Hussein.

El conocimiento del presidente Reagan en todo esta enorme trama es materia de debate. Y atraviesa el relato de Bob Woodward en un libro muy interesante sobre aquel período: Veil: The Secret Wars of the CIA, 1981-1987. Sea como fuera, o Reagan la autorizó o permitió que la CIA jugara por libre. Su lista de hazañas es corta. Ordenó invadir una isla, Granada, que tiene la mitad de tamaño que la isla de La Palma. Reagan se implicó en la guerra civil libanesa y salió escaldado: Atentados terroristas, secuestros y el fiasco de los bombardeos aéreos de castigo en torno a Beirut. Por eso es tan divertido ver a Chuck Norris en Delta Force. Es un psicodrama dirigido al público estadounidense.
Reagan ordenó atacar Libia (un país de 3 millones de habitantes) tras un atentado en Berlín y ordenó apoyar a los muyahidines afganos para frentar el expansionismo soviético cuando la realidad es que Moscú sólo pretendía estabilizar Asia Central pero la crisis afgana se le escapó de las manos. Su gran logro en política exterior, el fin de la Guerra Fría, se debió a la debilidad interna de la Unión Soviética que terminó provocando su colapso. Fue proteccionista en lo económico y la expansión del gasto militar fue en la práctica un paquete de estímulo keynesiano (Chrysler Corporation se salvó de la bancarrota gracias al desarrollo del carro de combate M-1 Abrams).
Cómo un presidente así se convirtió en el gran mito de la derecha, un icono para ciertos liberales españoles, es uno de esos grandes misterios de la propaganda política que se me escapan. Pero si estos fenómenos pueden parecer cosas del pasado, sólo basta repasar los comentarios sobre la política exterior del presidente Obama antes de las elecciones presidenciales de 2012. Obama era el nuevo Jimmy Carter. El causante del ocaso del imperio estadounidense. Hasta que llegó el tercer debate con Romney. Brillante el montaje en el programa de Jon Stewart:
Sospecho que algún día miraremos atrás y veremos la presidencia de Obama considerando la continuidad de la prisión de Guantánamo y los ataques de drones en Pakistán, Yemen y Somalia. Lo curioso es que ya hay libros que explican el presente desde esa perspectiva: Confront and Conceal: Obama’s Secret Wars and Surprising Use of American Power y The Way of the Knife: The CIA, a Secret Army, and a War at the Ends of the Earth. Pero supongo que la creación de mitos es más potente.
terminas el párrafo con «Es un psicodrama para que el público estadounidense».
¿cómo sigue?
Ups, frase corregida.
Quería decir que la trama de la película, Chuck Nurris va a Beirut a rescatar rehenes estadounidenses matando un montón de terroristas como en un videojuego, apela al público estadounidense que había visto la impotencia de su país. Es el mismo propósito de películas como Rambo II y Desaparecido en combate, donde los protagonistas matan un montón de vietnamitas en plenos años 80. Son psicodramas que escenifican una realidad adversa y le dan un resultado diferente pero más positivo.
Si no recuerdo mal la pelicula Delta Force empieza con el fiasco del rescate de la embajada de Iran. La verdad es que leyendo lo de Reagan, no queda muy bien parado, no
En verdad Carter fue mucho más blando que Reagan en Política Exterior, aumentó de pocos cientos a miles de millones de dólares los subsidios a la insuergencia afgana, y añadió varios miles de millones más al introducir a saudíes y otros árabes. En el trato con la URSS pasó de la contención de Carter, convencido como estaba al comienzo de su legislatura de hacer un desarme nuclear unilateral, a una carrera de armamentos desenfrenada por parte de Reagan que casi lleva a la guerra nuclear con la URSS a comienzos de los 80. En ese sentido, no es que sea un mito de la derecha que Reagan fuera un duro, sino que esa era la misma percepción en el KGB y el Polituburó. Respecto a Eagle Claw, afortunadamente fracasó como operación en el desierto, porque no habían planes de cómo llegar del aeropuerto a la embajada, con las tropas, disparando a los estudiantes que rodeaban y tomaban la embajada, y luego llevarse a los americanos supervivientes de vuelta al aeropuerto, y hacer todo el trayecto de vuelta, era un disparate de operarición.
Decir que Reagan realizó medidas keynesianas no es verdad, con él comenzaron las «desregularizaciones» y la introducción de la «Economía de la oferta» en el gobierno económico de EEUU.
Lo del tema Irán-Contra es una demostración más de la «dureza» (siempre relativa) de Reagan en Política Exterior, porque no fue sino un programa para saltarse un mandato del Congreso que había cortado la financiación para financiar a la contra (la Boland amendments), fue un acto ejecutivo e ilegal, para tumbar a los sandinistas, saltándose a los moderados del Congreso (los demócratas como Boland).
comienzo de su presidencia*
Y por cierto, Obama no es tan blando como Carter, pero es un mariquita de la Política Internacional, como casi todos en el Partido Demócrata después de Jonhson. Es más, el votó en contra de la invasión de Irak, y para colmo se marchó de Irak antes de tiempo, entregando el país a los enemigos de EEUU. De Afgansitán también se marcha antes de tiempo. Rebaja el presupuesto de Defensa y rechaza los ofrecimientos del Congreso para incrementar el gasto militar. Suspendió los programas antimisiles y llegó a acuerdos de reducción mutua nuclear con los rusos, nada que ver con la búsqueda de la administración Bush de lograr la superioridad nuclear estratégica. En el tema de Irán, si hubiera ganado McCain, ya se habría atacado a Irán, porque McCain y Netanyahu tenían la misma visión de cuál era la linea roja que no podía traspasar Irán en su desarrollo nuclear, que es mucho más restrictivo que la línea roja de Obama, que es la que ha terminado imperando en el asuntos ese, y el mismo Netanyahu admitió en público, ante todo el mundo, en la ONU, con el famoso gráfico con la bomba y la mecha. Eso y un largo listado de mariquitadas y blandeces en su Política Exterior y de Defensa.
¿Y qué fue la expansión del gasto de defensa de Reagan sino un enorme paquete de estímulo keynesiano? 😉