Periodistas buscando su público

Ya conté una vez que, mientras otros adolescentes pasaban sus crisis de la adolescencia de juerga o leyendo a Nietzche, yo me quedé fascinando con los reporteros de guerra. Abandonarlo todo y dejar un bonito cadáver. Más tarde me interesé por las guerras desde el plano académico y constaté que el valor de los reporteros en las guerras se había devaluado. Los grupos revolucionarios y de liberación nacional durante la Guerra Fría querían que alguien contara al mundo su historia. Hoy los señores de la guerra, terroristas y narcotraficantes no quieren testigos incómodos. Así que según qué guerras, la vida de un periodista vale poco. De hecho, todos los años mueren una cantidad enorme en guerras perdidas.

En mi última visita a la Universidad Europea de Madrid les conté a los alumnos de “Cultura digital/empresas culturales” sobre la crisis de los medios de comunicación de masas como instituciones que son de la era industrial. Y puestos a buscar ejemplos de alternativas expuse el caso de dos periodistas. El primero es Michael Yon, veterano de las fuerzas especiales de Estados Unidos y convertido en periodista freelance. Se dedicó a cubrir la guerra de Iraq desde el punto de vista del soldado raso cuando el panorama mediático se dividía en EE.UU. entre los que decían que todo iba bien en Iraq para defender a la administración Bush y los que decían que todo iba mal para atacar a la administración Bush. El suyo no era un periodismo patriotero pero tampoco neutral. Sus lectores hacían contribuciones y compraban su libro para permitirle seguir allí. Empezó a vender crónicas a periódicos que no se podían permitir tener un corresponal. Y así se convirtió en una pequeña celebridad en el mundillo de los aficionados a los temas militares y los interesados en lo que estaba pasando en Iraq.

El otro caso del que les hablé es el de Antonio Pampliega. Lo conocí a través de una carta suya publicada en El País donde contaba cómo se había endeudado para cubrir guerras y países en conflicto, encontrándose el desinterés de la prensa española. Se quejaba del desinterés de los medios por sus crónicas sobre el sufrimiento de gente en lugares perdidos. No cuesta entender cómo eso chocaba con el imperativo informativo de noticias de actualidad. Pampliega no encaja en el arquetipo de reportero apolíneo y escribía sobre los sirios, muertos que a nadie interesa. Las crónicas sobre los muertos y los refugiados son relevantes según de dónde sean.

Alberto Arce contaba en Misrata Calling:

Antes de zarpar, recibo un email del editor de uno de los medios de comunicación más importantes de España: “Tuvimos un equipo en Libia durante semanas y la situación se ha enquistado. Ha perdido interés informativo”. Otro editor, esta vez desde un periódico, me escribe sutilmente en la misma dirección pero traspasando una línea: “Yo tengo mano en la web, pero no me dan presupuesto, solo pagan en el papel. Lo he pasado hacia arriba”. Y arriba se quedó. Sería el último email recibido. A ellos no les interesa. A nosotros, sí. Se llama periodismo pese a la prensa.

Hubo cosas de aquella carta en El País que no me terminó de convencer por su estilo. Y ese énfasis en el «periodismo humanitario» del que me quejaba el otro día me hace preguntar cuál era la historia de sus crónicas. Qué las distinguía y las hacía relevantes. A lo mejor sus crónicas eran brillantes y llenas de interés. No lo sé. A veces hay que saber buscar el relato. Yo les decía a los alumnos de la Universidad Europea de Madrid que se hicieran periodistas especialistas en algo y buscaran su público. Jorge Jiménez reparó en que yo hablaba del mundo de habla hispana y no me limitaba a hablar del mercado español. Internet convierte al mundo entero tu público y más cuando el mayor público de clase media de habla española ya no está en España, sino en Hispanoamérica.

En este tiempo descubrí que Pampliega protagoniza un pequeño documental sobre su caso. Su solución al problema fue vender las crónicas a agencias internacionales. Y va a lanzar un libro sobre Siria como coordinador de los varios autores para el que ha pedido apoyo a los futuros lectores, es decir, crowdfunding. De las 75 aportaciones que pedía ha logrado 272 (la mía fue la 270ª) antes de la fecha límite. Me alegro que encontrara su camino. No pude escoger mejor ejemplo para mi charla.

3 comentarios sobre “Periodistas buscando su público

  1. Es interesante el video. Pero me ha parecido un tanto quejica, es como si un abogado pone un bufete y se queja de que no le vayan clientes. O uno que pone un bar y se queja de que no le entran clientes. La mentalidad debe cambiar.
    Aunque desde luego lo que le ofrecieron con doble página pero de gratis es de juzgado de guardia jajajaajajajaj

    Pd, y la nota frívola. Si se esmerase en estar un poco cachas y más guapo igual vendía más reportajes jajajajajajj

  2. Arturo Pérez-Reverte contó en su momento el cambio del modelo del periodismo de guerra. Antes te ibas con una Olivetti, mandabas crónicas por télex y a la vuelta vendías una crónica. Hoy unas fotos de hace una semana ya no son noticia. El periodismo cambió. Y con él tendrán que cambiar los periodistas.

    La referencia a su físico no es trivial. Me viene a la mente el caso de un reportero cuyo producto no eran historias, era él. Tenías que ver los comentarios de las lectoras. Es algo que se extiende a todos los hábitos. Ahí tienes el periodismo deportivo.

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