El martes pasado acudí una vez más al programa «La Puerta» de Radio Unión Tenerife. El invitado del martes fue Ánghel Morales que ha editado Generación 21, una antología de doce escritores canarios nacidos entre 1960 y 1973. He logrado la ansiada condición de «contertulio habitual» pero como no tengo vocación de todólogo al tratarse un tema del que no tenía mucho que decir apenas hablé.
El único asunto que provocó mi intervención fue el debate en torno a si se podía hablar de «generación literaria» como un mero artificio editorial o había elementos comunes entre los doce autores. No se expresó así, pero creo que en el fondo se debatía si existía una «literatura canaria» o una «literatura hecha en Canarias». Según Ánghel Morales se trata de doce autores que no se conocían personalmente, cultivan géneros diferentes y habían transcendido las fronteras de Canarias. Se trataba entonces de un colectivo heterogéneo cuyo único denominador común es el residir en Canarias y ser representativos de una generación que se ha valido por sí misma y ha conseguido reconocimiento fuera de Canarias. Entre los doce han publicado cincuenta novelas, han ganado numerosos premios y alguno incluso ha conseguido ser traducido a otros idiomas. Intervine para decir que me parecía lógico que algo así sucediera con personas cercanas a mi cohorte demográfica, que ha tenido acceso a la ficción extranjera en cine, TV y literatura, que usa Internet y cuyos referentes ya no son ni locales ni estatales. Que no dependían ya de las editoriales y las élites culturales locales para publicar.
Me quedé dando vueltas a lo que comentó Ánghel Morales de cómo en décadas anteriores se habían consolidado «generaciones literarias» en Canarias sin que necesariamente sus miembros se hubieran distinguido por la calidad y la bonhomía con aquellos que habían logrado mantener al margen. El mundo cultural de una región «de provincias» cualquiera funcionaba hasta hace poco bajo la lógica de la escasez. El espacio en las páginas de cultura de los diarios locales, las subvenciones de las instituciones locales y las publicaciones de las editoriales locales eran limitadas. Por tanto había un proceso de selección que otorgaba un poder tremendo a aquellos con un cargo en el Ateneo, la sala de exposiciones de la caja de ahorros provincial, la concejalía de cultura… Era un mundo cerrado que triangulaba industria cultural, instituciones públicas y artistas funcionando bajo el principio de «¿nos hacemos unas pajillas?».
Además ha existido en las regiones periféricas un interés en «construir» una cultura local con ínfulas de «cultura nacional» en los que la identidad y no la calidad han sido criterios de promoción. Quizás por ello me han entrado ganas de correr en la dirección contraria cada vez que alguien colgaba un marchamo identitario a una obra de arte. «Es de aquí». De acuerdo. Pero su obra sigue siendo una mierda.
¿Y yo? Si mañana publicara en mi otro blog al fin cierto relato postciberpunk que tengo en mente. ¿Eso me convertiría en un «autor canario» aunque mis referencias sean la ciencia ficción anglosajona y mis lectores cuatro amigos desperdigados por el mundo? ¿Es «Guerras Posmodernas» la obra de un sociólogo canario aunque desde que se me ocurriera la idea a que saliera publicada en papel residí en Madrid? ¿Y tiene algo que ver que la chispa que me motivara para escribir ese libro fuera el 11-M, algo ya unido a la historia de Madrid y España? Tampoco me consideraría un sociólogo madrileño, como hicieron pronto compañeros de facultad que se trasladaron en las mismas fechas que yo a vivir a Madrid. Aquella necesidad de racionalizar la amenaza del terrorismo red que podía un día convertirme en picadillo de carne mientras viajaba en un tren de Cercanías me llevó a tratar de entenderlo y dar el paso de querer formar parte de la defensa de España. Supongo que si hubiera estado residiendo en el norte de Israel en el verano de 2007 habría quedado marcado por la lluvia de cohetes de Hizbolá y me habría dedicado con pasión a escribir de la guerras híbridas. O si hubiera vivido cerca de Fukoshima y hubiera sobrevivido estaría germinando en mí el activista antinuclear.
Es tan arbitrario y aleatorio el lugar en que nacemos, nos críamos y vivimos que no deja de sorprenderme esa pasión desmedida en darle valor a las mediocridades producidas por otros cohabitantes del mismo territorio o convertir en asunto épico y moral las polémicas futbolísticas. Creo que será divertido darle vueltas al asunto y escribir sobre ello aplicado a Canarias.
Bravo!! Muy buena!!
«Canarias está llena de gente que canta cuanta añoranza sienten por su tierra. ¡Yo quiero volverrrrrrrrr a mi tierrrraaa guaaanche! Aunque ellos no hayan salido de allí en su puta vida» cuenta Ignatius, un humorista de Granadilla que ha triunfado en Paramount Comedy.
Dentro de la construcción «nacional», es esencial contar con una cultura «nacional» «propia», lo cual se complica cuando no se cuenta con «lengua propia»que es lo ideal total… (así denomina al catalán el estatuto de Catalunya)… pero como se piensa que es esencial contar con cultura nacional para construir nación, pues se fabrica con entusiasmo contando con los ladrillos (a veces, tal cual) que se tengan a mano. Y esa es la historia finalmente… así que, Lobo, si se considera que incorporarte a la literatura-cultura nacional, ayuda al juego, no te preocupes (o preocúpate) que te incorporarán… y si no te muestras muy dispuesto igual empezarán a contar de ti cosas como las falsas leyendas de Galdós limpiandose el polvo de Canarias cuando llegó a Madrid (quien estaba ahí a su lado para certificar eso ¿?¿?¿) y también pueden llamarte «canario de servicio» o esta, mucha mejor, que descubri hace poquito, agárrate que es muy buena: endófobo, que eres un endófobo… Esto viene de una lectura lisérgica de Franz Fanon y Albert Memmi… En fin, que welcome home, compadre…
Yo me mantenía mientras estaba fuera al tanto de la realidad canaria con blogs como CanariasBruta.com, CaspaCanaria.com o el reciente ArchipiélagoMachango.com Con esos nombres el foráneo puede darse una idea de cuánto material humorístico genera las islas. Gracias a ellos aprendí el término «endófobo».
Lo que me ha llamado la atención es reecontrarme con ese mundillo «cultural canario» en el que unos y otros se hacen la pelota y donde se destaca como valor «ser de aquí». Y no es que sienta rechazo por la «cultura canaria». Simplemente me dan repelús los malos poetas y los malos escritores que por componer odas al bienmesabe palmero o escribir un relato erótico donde los protagonistas se meten mano en la playa de las Teresitas esperan que les pongan una plaza en el pueblo.
Hablando del sentido del humor. ¿Cómo es que los miembros de El Supositorio estén en su casa muertos de asco, mientras la TV autonómica mantenga a los insportables Instinto Cómico? ¿Será por que los primeros hacían humor de El Señor de los Anillos, los PowerRangers y las telenovelas sudamericanas?
Es un cuchillo de doble hoja. Por un lado tenemos una red de influencias que sobrepasa ampliamente lo coyuntural del vecindario (lo que convierte el término «artista local» en algo abstante ambiguo), pero por el otro lado perdemos la capacidad de generar mensajes culturales estrechamente relacionados con nuestro contexto. En la dramatúrgia catalana joven, por ejemplo, hacen fortuna soluciones formales y estéticas planteadas en el contexto de la ficción seriada de EEUU. EL problema es que abordan problemáticas propias de los tramos de espectadores de dichas series, que utilizan recursos que tienen sentido en otro medio y que si bien le guiñan el ojo al espectador joven con la complicidad de «tu tambien ves desperate housewifes, eh?» tienen poca capacidad de articular un discurso social, y por lo tanto no aspiran a hacer de espejo de una especificidad.
SANTANDERINO. ECONOMISTA. RESIDENTE EN CANARIAS HACE 13 AÑOS
MI INTERÉS POR LA POLÍTICA, MI PROFESIÓN Y LA RESIDENCIA EN CANARIAS MOTIVAN LA EVOLUCIÓN DE MIS ESTUDIOS: INMIGRACIÓN IRREGULAR MARÍTIMA DESDE EL OTRO LADO DEL BARRANCO…MARÍTIMO; COOPERACIÓN AL DESARROLLO; TRÁFICOS ILEGALES; CRIMEN ORGANIZADO EN AFRICA OCCIDENTAL Y EL SAHEL; ECONOMÍA CANALLA.
SE ES DE DONDE SE PACE, DICE EL REFRÁN.