Dispuesto a aplicar las lecciones del primer libro quise deshacerme de la pesada carga de dossieres de noticias, artículos académicos e informes de todo tipo que suelen colapsar mi mesa de trabajo. Así que me abrí una cuenta en delicious.com para empezar a recopilar información sobre los temas que quiero explorar en un futuro segundo libro.
Me encontré entonces con la duda de qué etiquetas poner a los enlaces que allí decidí guardar. Todas los conceptos que me venían a la cabeza resultaron ser palabras inglesas:
Netwar, Cyberwar, Smartmob, Hacker, Swarmming, Botnet…
Algunas han encontrado traducción más o menos lograda, como ciberguerra o ciberturba. Pero decidí dejarlas en inglés. De momento. Quedaba la tarea de encontrar un acomodo a estos conceptos en lengua española. No es algo banal o un arrebato de recalcitrante nacionalismo lingüístico español. Mantenemos encendidos debates éticos sobre el uso de las tecnologías y pasamos por alto que el lenguaje en sí es una tecnología más. El lenguaje es una herramienta poderosa que construye realidades. Y que el nuevo mundo se nos presente siempre como un mundo anglosajón no es ni inocente ni inocuo. Sin embargo las cosas más interesantes pasan en lugares como el Estrecho de Taiwán o Georgia. Hoy mismo.