Kaddisch

Chimenea del crematorio de Auschwitz En el primer aniversario del 11-M estuve en el Atocha Workshop organizado por la Fundación Safe Democracy. La primera intervención la llevó a cabo una psiquiatra estadounindense que contó la angustia de supervivientes de los campos de exterminio nazis residentes en Nueva York al ver la columna de humo elevándose en el cielo sobre donde una vez estuvieron las Torres Gemelas. Evocaba en ellos el recuerdo de las columnas de humo sobre las chimeneas de los campos de exterminio. Y la imagen del horror que una vez vivieron y pensaron habían dejado atrás para siempre se repetía ante sus ojos.

Crematorio de BirkenauEl minibús de nuestro tour guiado por los campos de Auschwitz nos dejó en el lado opuesto a la entrada, entre los árboles que una vez escondieron los crematorios. Cuando cruzamos el monumento que se erige donde terminan las vías del tren encontramos el Crematorio II. Entonces vi un señor mayor avanzar más allá de la cinta roja y blanca que delimita el perímetro de lo que fue una vez las cámaras de gas y el crematorio. Apartó la cinta, ignorando el cartel de «no pasar», con un gesto brusco y caminó con pasos raudos y enérgicos. Lo vi encaramarse a los escombros y dejar encima de una losa de cemento un chubasquero, un cartera de mano y el bastón. Estaba cansado. Carraspeó y dejó caer un buen salivazo en el suelo. Posiblemente había caminado lo más rápido que su edad y sus fuerzas le permitían, temiendo que alguien le detuviera o le llamara la atención. Se quedó un buen rato con las manos apoyadas en la losa de cemento donde había dejado sus cosas. Al rato, mientras mi grupo se alejaba, paseó cabizbajo a un lado y otro de aquel montón de escombros. Nosotros éramos turistas, él no.

Judíos de visita en BirkenauAvanzamos siguiendo las vías del tren, en lo que una vez fue la explanada donde sobre la marcha eran clasificados los enviados al campo. Más del 70% de los judíos que llegaban eran enviados directamente a las cámaras de gas, donde entraban convencidos que iban a recibir una ducha y ser desinfectados. Los que se resistían eran asesinados en el lugar. Hoy, al lado de las alambradas y sobre la hierba, vi a un grupo de judíos estadounidenses. Uno de ellos se paseaba leyendo de un libro. No fui capaz de entender sus palabras. Pero les seguí observando durante mi visita a Birkenau. Cuando terminaron se pusieron en pie y alguien sacó una bandera de Israel que junto con flores colocaron al pie de la alambrada para hacerse fotos. Ellos llevaban kipá. Ellas una falda sobre los pantalones y algunas se cubrieron la cabeza. Aquel grupo me resultó inquietante. ¿Qué habrían aprendido de su viaje a Auschwitz? ¿Con qué soñarían a su regreso a Estados Unido? ¿Sueños de venganza y más Sufa o Merkava Mk.IV? ¿Sueños de un mundo mejor? Y nosotros, ¿qué hemos aprendido? Placa en Birkenau

Mis fotos de Auschwitz y Birkenau (Auschwitz II) en Flickr.

2 comentarios sobre “Kaddisch

  1. No se que tienen este tipo de lugares, pero el horror cometido por humanos deja una imprenta en el lugar, una solemnidad que no podrias romper aunque quisieras. A mi me paso en Tuol Sleng y los Killing Fields en Phnom Penh. Rabia, terror, indignacion…Todo se mezcla para dejarte un poco mas vacio y a la vez mas lleno. Vacio de amor a tus iguales por haber sido capaces de tal atrocidad tanto los que hicieron como los que dejaron hacer. Lleno, porque de pronto te vuelves un poquito mas sereno, mas sabio, y te haces mayor en unos segundos.

  2. Me estremezco pensando en aquel que no era en turista. El la historia que puede llevar detrás, y en el valor para pisar aquel lugar. Pero es bueno que la historia se recuerde, porque los pueblos que la olvidan están condenados a repetirla.

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