A última hora de ayer llegaron al albergue juvenil un grupo grande de españoles. El que llevaba la voz cantante hablaba un inglés que habría avergonzado a un estudiante de secundaria de cualquier país europeo. La recepcionista le tuvo que repetir varias frases con la información más elemental. Yo me mantuve en un sofá con el portátil sobre las rodillas observando de reojo la escena un tanto divertido. No me identifiqué como español pero recibí un «hola» como saludo de los que entraron más rezagados. Españoles cosmopolitas por el mundo a más no poder.
La cosa habría quedado así si no es porque esta mañana me han despertado sus gritos. El albergue ocupa un edificio al que se llega cruzando un patio. Y en ese patio alguno, con lo que sonaba como un megáfono, me despertó hilvanando simpáticos chascarrillos sobre no sé qué de una polla grande. Luego vino música. ¿Un radiocassette? Y el remate fue la interpretación de simpáticas canciones: El «Hala Madrid», el himno español tarareado, el himno español con la letra de Pemán) y por último el «Cara al Sol».
Y lo siento, pero yo pediré asilo político en algún país serio o luchar por la libre tenencia de armas de fuego automáticas. Cada vez que viajo por el extranjero me encuentro con un grupo de españoles que se cree que por estar en un sitio donde nadie les conoce se pueden comportar como energúmenos. Puede que alguien diga que eso hacen británicos o alemanes, sin ir más lejos. Pero es que los guiris hacen el idiota borrachos en zonas turísticas. A los españoles los ves haciendo el idiota de día, sobrios y en plena capital de un país. Me saca de quicio esa falta de civismo y educación.
Si en los países civilizados el pago del billete en el transporte público funciona en muchos casos por la buena fe de los viajeros en hacerlo, el españolito medio cree que la falta de controles es una invitación a no pagar. «¿Pero tú pagas el billete de metro? ¡Con lo fácil que es aquí colarse!» te dicen muy ufanos mirando al resto de viajeros como si fueran idiotas por pagar. Yo en cambio admiro ver que en Berlín no hay tornos a la entrada. Y en Viena los periódicos cuelgan en bolsas de plástico en las farolas donde los transeúntes dejan el dinero y se llevan un ejemplar. ¿Se imaginan algo así en España?
La «picaresca española» mal entendida se toma a menudo como un orgullo nacional, pero en realidad lo que denota es lo atrasado que está este país con respecto a los países civilizados de Europa. Cierto es que dan ganas de enrollar el alambre de espino en el bate de aluminio y atacar…
Cuanta razón tienes… Esos españoles sacando periódicos de los puestos en los que todos lo holandeses dejan su monedita sin que nadie se la pida… Que vergüenza. Siempre me pregunto lo mismo ¿Para que demonios querian un periódico que no pueden leer porque no entienden el idioma?
Y algo que ya empieza a pasar menos pero que cuando era pequeña y vivía en Holanda me avergonzaba mucho era que los españoles tiraran papelotes por la calle, uy, me ponía de los nervios, esas calles impolutas y ellos dejando su rastro ·hispánico»
Eso si, de compararse con los ingleses de Benidorm nada eh¡ Que también he vivido en Benidorm y eso es insuperable, lo nuestro es quedar de palurdillo vacilones, vale, pero lo de ellos…. eso no tiene nombre, bueno, si: vandalismo, analfabetismo, degeneración absoluta…
Aaaaaa, también odio a los españoles que viajan dando por hecho que les van a timar allá donde vayan y acosan a los camareros, a las dependientas y a todo el mundo con eso de que «a mi no me vas a engañar ehhhh» agh.
Sinceramente, me dieron ganas de ponerme a gritar por la ventana «¡Gora ETA!» o alguna burrada así. Sólo por tocar los cojones.Y es que me apuesto algo que el grupillo de fachas impresentables este se trataba del típico grupo de meapilas en peregrinación a algún santuario católico.
Sábado 19 de junio de 2004. Un familiar mío y yo viajamos a Lisboa para presenciar el Portugal-España de la Eurocopa que se iba a jugar al día siguiente. Por la mañana visitamos la preciosa Sintra y después de comer paseamos por las calles de Rossío, la Baixa y el Chiado (digresión: tanto en Sintra como en Lisboa pudimos ver muchísimos seguidores croatas e ingleses, pues sus selecciones se enfrentaban dos días después, y pese a su mala fama no vi a ninguno cometer ningún acto incívico).
A muchos les parecerá pueril, pero me hacía mucha ilusión sentarme a tomar un galão en el café A Brasileira, donde tantas obras creó Fernando Pessoa. Aunque eso suponía perdernos alguna de las atracciones lisboetas, pues andábamos escasos de tiempo, logré convencer a mi acompañante. Fue un momento muy especial para mí, y al salir de esa joya modernista me sentía encantado de la vida. Pero la sensación de felicidad apenas duró unos segundos. A apenas cinco metros de la entrada del café y de la estatua de Pessoa que la flanquea, había un nutrido grupo de españoles sentados en una terraza (tal vez la de la propia A Brasileira; no lo recuerdo) cantando a pleno pulmón el Cara al sol. Mi acompañante y yo bajamos por la rúa Garrett en dirección a la Baixa a buen paso, sin hacer comentario alguno y rezando para que ningún transeúnte nos reconociera como españoles y pudiera asociarnos con esos energúmenos. Me he sentido avergonzado de ser español muchas veces, pero esa fue una de las peores.
Sí, es muy injusto afirmar que cuando los españoles salen al extranjero se comportan de forma así de maleducada. No lo niego; al contrario. Puedo dar fe de que quienes han viajado conmigo han sido cívicos y respetuosos. Toda generalización es abusiva; pero, como decía alguien que no recuerdo, también hay veces que los abusos son generalizados.
Hace cinco años estuve en Budapest, y por la noche, en la zona turística parecia que solo habia españoles. Por el mreo tono al hablar. Hablamos altísimo. En todo el tiempo que estuve en Hungría solo oí gritar una vez a un local. Nosotros no es que gritáramos pero es que hablamos muy alto.
Respecto a lo del cara al sol, no preocuparse, que en otros paises no saben lo que cantan. Igual hasta les gusta.
Pues yo no sé donde vais de vacaciones pero yo a todos los sitios que he ido me he comportado correctamente y todos los españoles con los que por casualidad me he topado se han comportado tan correctamente como yo. Alguno ha habido que estaba a la altura del hombre de las cavernas y que me ha dado vergüenza ajena, pero eso pasa con TODO el mundo, españoles y no españoles. No os vendáis tan barato.