Seguir la sección de noticias internacionales en la prensa desde la caída del Muro de Berlín ha significado tener que aprenderse el nombre de un sin fin de grupos étnicos convertidos en comunidades políticas. De pronto, descubrimos que los atlas del mundo ocultaban una enorme diversidad de territorios de los que nunca nos hablaron. La política internacional se convirtió en una política de comunidades étnicas: Yugoslavia, México, Nigeria, Pakistán, Afganistán, Iraq… Y descubrimos que sobre las líneas gruesas de los mapas se extienden entidades geográficas y políticas que los mapas no mostraban: La Krajina, Trandsniéster, Abjazia, Somalilandia, etc.

La obsolescencia de los mapas la encontré releyendo estos días «The Coming Anarchy«, un artículo de Robert D. Kaplan recogido en el libro homónimo. Kaplan es un realista político cuyos análisis flaquean, según mi punto de vista, por su tendencia al historicismo y al determinismo cultural. Pero posiblemente sin su obra y aquel libro no estaría aquí escribiendo un blog llamado Guerras Posmodernas.
Kaplan decía en febrero de 1994:
[Durante la Era Moderna] la gente se se dejó arrastrar por una entusiasmo por clasificar y definir. El mapa, basado en técnicas científicas de medición, brindaba un modo de clasificar los nuevos organismos nacionales formando un rompecabezas de piezas bien definidas sin zonas de transición entre ellas. «Frontera» es un concepto moderno que no existía en la mentalidad feudal. Y cuando las naciones europeas se adueñaron de territorios remotos al mismo tiempo que las técnicas de impresión hacían que la reproducción de mapas resultara más barata, la cartografía adquirió el poder de influir en los hechos al disponer la manera en que vemos el mundo.
La cartografía no deja de ser en el fondo una ficción. Europa en el momento álgido del imperialismo trazó las fronteras del resto del planeta inventado países. El Oriente Medio medio actual nació de la mente de Sir Mark Sykes y Charles François Geosges-Picot, tiralíneas en mano, hace noventa años. Y la suya no fue necesariamente la única visión de cómo reorganizar la zona.
Asia Central es otro ejemplo de ficción cartográfica. Un mapa de los grupos étnicos en Asia Central muestra el puzzle. Cuenta Luis-Tomás Zapater Espí en «Asia Central: Conflictos étnicos, nuevo nacionalismo e islam«:
El establecimiento de fronteras artificiales entre las repúblicas […] sirvió para evitar que cualquiera de ellas fuera capaz de dar por sí sola el paso hacia la independencia. De hecho, algunas fronteras fueron diseñadas de forma que los habitantes de una república necesitasen forzosamente atravesar el territorio de una república vecina para acceder a determinadas zonas de su propia república, al combinarse en la región la escasez de acceso -debida a las peculiaridades del terreno y a la falta de infraestructuras- con un diseño de fronteras que verdaderamente parece hecho a propósito para ello.
El interés por la cartografía es común en varios blogs que tratan los mismos temas que el mío. En Coming Anarchy, un blog que toma el nombre del libro de Kaplan, usando el Photoshop han retocado los mapas de Oriente Medio, Asia Central y el Sudeste Asiático. Han redibujado las fronteras creando países étnicamente más homogéneos. Aunque la pregunta que queda en el aire al aceptarlo como solución a muchos conflictos armados es ¿no es ese precisamente el objetivo de nacionalista e integristas?

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5 respuestas a “Los mapas mienten”
Los mapas mienten
Seguir la sección de noticias internacionales en la prensa desde la caída del Muro de Berlín ha significado tener que aprenderse el nombre de un sin fin de grupos étnicos convertidos en comunidades políticas. De pronto, descubrimos que los atlas del mu…
holaa me encantooo su pag…besos
[…] Uno percibe en Uruguay que hay mucho por hacer mientras el país busca su lugar en el mundo. Y allí, imaginándome un futuro que incluya visitas a la librería Puro Verso en la peatonal Sarandí, paseos al atardecer por la Rambla y risas con los amigos en torno a unas cervezas, pensé en lo que supone la experiencia del emigrante desde el otro lado del espejo. ¿Aceptaría el funcionario detrás de la ventanilla como pruebas de mi arraigo en el país mi adicción a los alfajores, el número de ejemplares de La Diaria leídos y mi conocimiento de los medios acorazados del Ejército Nacional Uruguayo? ¿Habrá lugar en los formularios para precisar los abrazos, las risas y los afectos compartidos? Las fronteras se vuelven entonces ajenas y arbitrarias. […]
[…] de la lógica de dominación de la metrópoli rusa sobre una infinidad de pueblos euroasiáticos las fronteras internas de la Unión Soviética se establecieron de forma aparentemente caprichosa pero con el objetivo de dividir grupos étnicos o establecer cuñas que apuntasen al corazón de […]
[…] Pakistán. En realidad la frontera afgano-pakistaní es un vestigio de la era colonial británica, una ficción cartográfica. La línea Durand ha sido siempre permeable para los pashtunes de uno y otro lado, unidos por lazos […]