He procurado desde hace tiempo, con poco éxito sea dicho, mantener una convocatoria abierta a colaboraciones externas pensando en todos aquellos que tienen algo que aportar y no tienen plataforma para ello. Mis preocupaciones y conversaciones últimamente han tocado la importancia de la demografía, la energía y la industria para el futuro de España. Así que no pude resistirme a abrir las puertas del blog a una reseña del libro La energía nuclear salvará al mundo.
Normalmente mi amigo Jesús me animaría a reseñar más libros aparte de los que hablan de geopolítica para buscar un enfoque distinto y más holístico del asunto. Por este motivo traigo La energía nuclear salvará al mundo de Alfredo García, conocido en las redes de Twitter como @OperadorNuclear.
El libro aborda aspectos como la radiación o las relaciones de fisión en su primera parte, la manera de funcionar de un reactor nuclear, la formación que tiene que tener uno de sus operadores o su supervisor y las aplicaciones de esta fuente de energía más allá de sus usos energéticos: como los usos médicos en radioterapia o en las radiografías que nos hacen en los hospitales, la generación de mutantes en la agricultura o incluso la fabricación de los generadores termoeléctricos de radioisótopos en la industria espacial que alimenta a la sonda espacial Voyager, por ejemplo.
El primer contacto con la energía nuclear lo tuve con programas de televisión en España como los de la cadena de televisión Cuatro cuando Iker Jiménez (“bienvenidos a la nave del misterio”) sobre el accidente nuclear de Chernobyl. Alfredo García desmitifica los tres accidentes que ha tenido esta industria que evoluciona y es tan segura como la industria aeroespacial: los clásicos Chernobyl, Fukushima y el de Three Mile Island y las distintas medidas de seguridad que se tomaron después.
También se suele criticar de esta energía el uso de los residuos nucleares, mitificados en series de ficción como los Simpson. Pero el autor nos quita los fantasmas de este tema explicándonos la clasificación, el transporte y las distintas formas de almacenamiento de los distintos residuos.
Pero no todo son mitos en este libro ya que en la penúltima parte se habla del futuro de esta energía con los reactores de sales fundidas (los MRS) que son capaces de transformar el torio-232 en uranio-233 y aumentando ya las reservas de combustible, ni el uranio ni el torio se van a acabar en mucho tiempo. Por no hablar del futuro de los reactores pequeños modulares (SMR), caracterizados por ser baratos y estandarizables a diferencia de los reactores de segunda generación que se construyeron en Francia.
Antes de leer al autor y a este libro estaba posicionado en contra del uso de la energía nuclear probablemente como consecuencia de ver por un lado programas como los de Iker Jiménez y por otro lado porque cuando tenía trece años me había enterado por las noticias del accidente de Fukushima. Iluso de mí, pensaba que el poder del átomo se podía sustituir por las energías renovables como la eólica, la solar o la biomasa y los biocombustibles de los que había oído hablar en primaria. Todo esto cambió cuando leí a este autor por Twitter, a escuchar los podcast en los que había participado y finalmente a leer este libro.
Por un lado me ha mostrado la seguridad de estas plantas y que no tiene nada que ver el uso de esta energía con sus usos militares que comenzaron con el proyecto Manhattan y las bombas de Hiroshima y Nagasaki, también me ha mostrado las aplicaciones civiles y comunes que tiene esta energía y que he mencionado más arriba.
¿Y qué tiene que ver un libro sobre la energía nuclear en un blog llamado Guerras Posmodernas? El libro me mostró el futuro de esta fuente de energía como un posible sustituto de los combustibles fósiles en muchos procesos. Como ejemplo, existen reactores que se han instalado en vehículos como los submarinos y en el caso de Rusia en rompehielos con los que quiere revitalizar el tráfico marítimo en el Ártico. Otro paradigma en esta industria es el de los reactores pequeños modulares, que además de producir energía también pueden participar en curiosos procesos industriales que requieren temperaturas muy altas que sólo los hidrocarburos eran capaces de realizar. A día de hoy parece que este modelo de reactor está de moda ya que Polonia se está planteando sustituir sus tradicionales centrales térmicas de carbón por los SMR. Y Ucrania y Energoatom están planteando construir un SMR durante la reconstrucción del país tras la guerra.
También me ha sorprendido mucho el poder que tiene Rusia en este campo y en concreto la empresa estatal Rosatom, con una amplia experiencia en la construcción de reactores que países de la Unión Europea como Francia parecen haber perdido y que esperemos que con el cambio en la taxonomía europea para incluir a la energía nuclear como energía verde se recupere lo más rápido posible.
Lo criticable de este libro es la crítica a los combustibles fósiles como causantes del calentamiento global antropogénico debido a las emisiones de dióxido de carbono. En mi opinión, sería plausible sustituir el suministro eléctrico de fuentes de energía fósil por nuclear y renovables que es lo que propone el autor, pero los combustibles fósiles participan en otros procesos industriales que he citado más arriba y que requieren altas temperaturas, por no mencionar la versatilidad. Los plásticos se fabrican con combustibles fósiles, por no hablar del cemento o de los fertilizantes.
Es un libro instructivo e interesante para poder entender cómo funciona esta fuente de energía y el potencial que tiene que tener para garantizar el suministro eléctrico de la Unión Europea en tiempos inestables a escala global
Martyn Melnyk
A ver si nos dejamos de tonterías de cambio climático y demás zarandajas. Hace 20 años se hizo un reportaje que ganó el Oscar (en su categoría) que decía que para estas fechas ya se tenía que haber derretido los polos.
Los verdes son como las sandías, verdes por fuera rojas por dentro. Siempre le han hecho el caldo gordo a Moscú.