Menudos aliados de la clase obrera

Leí hace poco en alguna parte que está bien fiarse del instinto para desconfiar de alguien o algo pero no de los buenos presentimientos. Por lo visto gracias a la evolución nuestro cerebro es capaz de captar cosas que no cuadran y dan mala espina, aunque no seamos capaces de explicar la desazón. Me pasa algo parecido con personajes, hechos o incluso ideas. Algo me dice que no me fíe. Que hay algo más. Y a veces pasa bastante tiempo hasta que se hace evidente que había trampa. Pero esa sensación siempre estuvo ahí.

El otro día salió a la luz que uno de esos revolucionarios de salón que pululan con cierto éxito por Twitter coleccionaba relaciones con adolescentes que habían quedado deslumbradas por su verbo florido, su compromiso político y su aura de estrella de las redes sociales. Después de que la primera venció la vergüenza de ser tomada como una adolescente crédula que había hecho el idiota con un hombre mayor que ella, la cosa pudo haber quedado como un asunto privado con diferentes interpretaciones. Pero entonces apareció una segunda chica y resultó que era una práctica habitual del personaje y no un episodio puntual eso de tratar a menores como elementos desechables y practicar sexo no seguro en serie.

Y ahí me encajó todo. Porque en su momento le había dado vueltas a la aparición de este tipo de personajes que te sueltan un chascarrillo sobre la corrupción del PP, luego te hacen un comentario sarcástico defendiendo tesis conspirativas sobre el 11-S y por último te ponen un comentario pretendidamente emocionado en el aniversario de la muerte de algún dictador. La única explicación que encontré es que se trataba de pura pose. En una Europa aburrida donde han muerto las utopías, ser de izquierda radical ha quedado como un patrón de consumo cultural y por tanto de identidad. Pero me faltaba un elemento. No se trataba de épater le bourgeois, que ahora recicla y hace turismo solidario, sino de deslumbrar a adolescentes. «Me alegro que te gusten mis tuits riéndome de la monarquía. Send nudes«.

No me fío un pelo de todos estos personajes cuyo tema favorito es que en España vivimos bajo un régimen autoritario pero su ideal de democracia es una dictadura lejana en el tiempo o el espacio. No me fío nada de toda esa gente que te dice que «todo patriota es un idiota» o el «patriotismo es el último refugio de los canallas» pero se retrata exultante al lado de una bandera que no es la de su D.N.I. Y no me fío de todos esos que quieren romper el tablero y luego descubres en su biografía «hijo de». Por eso nunca entenderán por qué para mí fue un hito poder vender mis análisis al IBEX 35. Ellos supongo lo verían como algo deleznable. Pero esa es la diferencia. Yo soy un chico canario de clase obrera que estudió en la universidad pública, hizo horas extras como un idiota en un back-office y cobró una mierda durante años por un artículo. Cobrar del IBEX 35 significó darle un respiro a mis padres y poder ser optimista de cara al futuro, cuando me toque a mí cuidar de ellos. Esa es mi revolución. Darle un respiro a mis padres llegando a fin de mes. Los otros son «aliados». Send nudes.

 

6 comentarios sobre “Menudos aliados de la clase obrera

  1. Es muy fácil hablar de revolución cuando tienes una buena cuenta corriente y no pasas agobios a final de mes. Es muy fácil en esas circunstancias hablarle a alguien de clase obrera de condiciones laborales.

  2. Todo el que no predique con el ejemplo, y desgraciadamente hay muchos, no debería tener credibilidad alguna. Pero estamos rodeados. No se ve una salida fácil

  3. Menuda absurdez pretender desprestigiar ciertas ideas, las que sean, por lo idiota o deleznable que sea uno de las que dice defenderlas. Al nivel de la deriva que va cogiendo este blog.

  4. Enhorabuena, has dicho lo que muchos pensamos y nos hemos visto a relegar a nuestra vida privada. La avalancha inhumana, matonesca, que se mueve como una masa acrítica ha convertido las RR.SS., y en particular Twitter, en lugares tóxicos.

    Lo que por desgracia convierte en hechos consumados una ideología pretendidamente «cool», que llega con exclusividad a la opinión publicada y aupan hacia la hegemonía culturoide.

    Luego se sorprenden cuando la gente, hastiada, el «lumpen» que debe ser guiado como un rebaño, se revuelve y posiciona a «extremistas» en lugares de poder.

    Tratar de condicionar a los ciudadanos, dirigirles e insultarles, siempre provoca su reacción.

    Nuevamente gracias.

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