La semana pasada se publicó el «informe Chilcott» sobre Iraq. Es el trabajo de una comisión de cuatro personas que trató de responder a dos preguntas.
- Si fue correcto y necesario invadir Iraq en marzo de 2003.
- Si el Reino Unido podría o debería haber estado mejor preparado para lo que siguió.
Las conclusiones del informe fueron las siguientes:
- Las conclusiones sobre la severidad de la amenaza presentada por las armas de destrucción masiva de Iraq fueron presentadas con una certeza que no estaba justificadas.
- A pesar de las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. Los planes y preparaciones para el Iraq después de Saddam Hussein fueron completamente inadecuados.
- El Gobierno [británico] falló en alcanzar sus objetivos declarados.
Las primeras conclusión eran algo conocido para quienes leímos en su momento Guerra contra Irak, del que era coautor Scott Ritter, un experto en armas NBQ y ex-inspector de la United Nations Special Commission (UNSCOM). El libro, publicado antes de la invasión, contaba las razones técnicas de por qué el Iraq de Saddam Hussein no podía producir armas NBQ. La segunda conclusión está, para el caso estadounidense, documentado por Tom Ricks en Fiasco. Mencioné estos dos libros, por cierto, en «¿Qué harías tú en un ataque preventivo de Moscú?», donde contaba las ironías de la vida de ser insultado en Internet en su momento por los neocón españoles y ahora por los fans de Putin. Pero me desvío. Volvamos al tema.
La polémica saltó en España porque, haciendo un paralelismo con Reino Unido, se planteó si al ex-presidente del gobierno José María Aznar no debería exigírsele el mismo grado de responsabilidades políticas como a Tony Blair. Y el entonces Ministro de Defensa y hoy embajador español en Reino Unido, Federico Trillo, afirmó: «España no estuvo en guerra en Irak, no se pegó un solo tiro». La frase puede interpretarse como una media verdad o como una mentira.

Tal como el ex-ministro Trillo dijo, España proporcionó «apoyo político» a la invasión. El gobierno de George W. Bush estaba preocupado por el coste político de una acción unilteral que no contaba con el aval de Naciones Unidas. Así que necesitaba arroparse del apoyo de otros países. En la primera rueda de prensa dada en Tampa (Florida) por un portavoz del mando regional estadounidense para Oriente Medio (CENTCOM), apareció un militar estadounidense flanqueado por un oficial danés y otro holandés. Paradójicamente el apoyo militar holandés a la invasión de Iraq fue el despliegue de un submarino bien lejos del campo de batalla. España era el país con más oposición a la invasión de toda Europa. Recuerdo una encuesta en que la suma del «bastante en contra» y el «algo en contra» era de 93%. Así que el gobierno de Aznar no ofreció ninguna contribución al esfuerzo militar, ni siquiera simbólica, como los holandeses. Para el presidente Aznar era importante codearse y retratarse con el presidente de Estados Unidos. Y mientras que en España se habló con insistencia del Trío de las Azores (olvidando al primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso), la prensa anglosajona se centró en George W. Bush y Tony Blair que ele dedican poca atención.

Sin embargo, una vez caído el régimen de Saddam Hussein, España sí desplegó tropas en tareas de eso que ahora se llama «estabilización y apoyo». Los infantes de marina que desembarcaron en el puerto de Umm Qasr repartieron ayuda humanitaria mientras que los especialistas NBQ del Ejército de Tierra quedaron ociosos ante la falta de armas de destrucción masiva que neutralizar. Luego, el país quedó repartido en varias áreas de responsabilidad. Una de ellas fue asumida por una división multinacional en la que se integró una brigada española, la Plus Ultra, que acogió unidades de cuatro países hispanoamericanos. Precisamente el entonces ministro de Defensa y ahora embajador en el Reino Unido, Federico Trillo, protagonizó la anécdota de gritar «¡Viva Honduras!» ante una formación de soldados salvadoreños.
Los soldados españoles se desplegaron en Nayaf y Diwaniya. La primera alberga uno de los lugares más sagrados para los musulmanes chiíes. Y mientras los soldados españoles aplicaban una política de mano izquierda y dejar hacer para no soliviantar la población, las milicias chiíes del lugar iban acumulando fuerzas gracias a la actividad económica generada en la ciudad por las multitudinarias peregrinaciones. En una fallo calamitoso de los servicios de inteligencia y la inteligencia militar española, pasó inadvertido que el país se estaba convirtiendo en un barril de pólvora, con el líder chií Moqtada Al Sadr escalando su desafío a la Autoridad Provisional de la Coalición, el gobierno de ocupación estadounidense. Tras la detención de un lugarteniente de Al Sadr, el 4 de abril de 2004 estalló en una revuelta chií que duró tres meses. Los soldados españoles sí «pegaron tiros». Los relatos españoles sobre la batalla de Nayaf insisten siempre en lo sorpresivo del levantamiento y centran la responsabilidad en la acción estadounidense, cuando las crónicas estadounidenses cuentan la situación política en el país como un choque de trenes inevitable.
El 17 de abril tomó posesión de su cargo como presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. A las 24 horas ordenó la retirada de las tropas en «el menor tiempo posible». Lo que iba a ser la Brigada Plus Ultra III se transforma en Contingente de Apoyo al Repliegue (CONAPRE). La precipitada retirada española dejó un «agujero» en los planes estadounidenses, obligando a algunas unidades a prolongar su estancia en el país y obligar a otras a adelantar su salida de Estados Unidos. Convirtió a España en un aliado de tercera y las relaciones con Estados Unidos se enfriaron bastante.
Así que cuando hablemos de las consecuencias de la voladura del Estado iraquí en la invasión de 2003, no es correcto decir que el gobierno de Aznar tiene una responsabilidad como «autor material». Su apoyo fue meramente político. Lo cual no le exime de algún tipo de responsabilidad. Tampoco es correcto decir que no hubo soldados españoles pegando tiros en Iraq, porque hubo tiros y muertos. Así que lo que hemos visto es un debate político entre dos bandos que retuercen los hechos para convertirlos en munición.
Un total de 11 militares españoles murieron en Iraq. Aquí están sus nombres ordenados por orden cronológico de fallecimiento.
Capitán de navío Manuel Martín-Oar Fernández-Heredia (Armada, adscrito al Autoridad Provisional de la Coalición).
Sargento Luis Antonio Puga Gándara (Ejército de Tierra).
Sargento 1º José Antonio Bernal Gómez (Ejército del Aire, asdcrito al CNI).
Comandante José Merino Olivera (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Comandante José Carlos Rodríguez Pérez (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Comandante Alberto Martínez González (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Comandante Carlos Baró Ollero (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Brigada José Lucas Egea (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Brigada Alfonso Vega Calvo (Ejército de Tierra, adscrito al CNI).
Sargento 1º Luis Ignacio Zanón Tarazona (Ejército del Aire, adscrito al CNI).
Comandante Gonzalo Pérez García (Guardia Civil).
Las municiones químicas encontradas escondidas entre munición convencional, ¿correspondía a restos de los arsenales antiguos?
Si las resoluciones de la ONU decían que era Saddam quien debía demostrar la destrucción de su programa de armas químicas, ¿daba eso el casus belli en 1998?
¿Crees que justo antes de la guerra se llevó armamento químico a Siria, el que ha sido usado, o sería un arsenal propio?
En todo caso, lo que sí parece claro es que tantos la coalición invasora, como quienes se oponían a la guerra, no estaban realmente preocupados por los iraquíes sino por los contratos (o por la teconstrucción de Irak o con Saddam). Y que la posguerra que se había imaginado era un cuento de hadas.
Trillo es un impresentable que no duda en mentir cuando lo cree necesario. Para mí es alguien completamente desacreditado, sobre todo desde el asunto del YAK-42. Aznar es un trepa que solo buscaba ascender social y políticamente acercándose (y siendo un complaciente tiralevitas) a Bush. Sin duda que también tiene responsabilidades en el asunto de la invasión de 2003: mintió, como también hicieron Bush y Blair.
Lo que hace ahora el PP (como las últimas declaraciones de Marhuenda) es vergonzoso y cobarde. Como no les interesa que se hable de la invasión de 2003 lo que hacen es lo que han hecho siempre, negar que haya ocurrido. Son incapaces de aceptar sus responsabilidades, son unos cobardes.
Si pero los tiros que pegaron los soldados españoles fueron después de la guerra y en misión de paz, únicamente para autodefensa. Porque una de las características de la presencia en Iraq de las FAS españolas fue la negativa a realizar acciones ofensivas. En Afganistán ya fue otra cosa.
Entiendo que cuando los soldados españoles fueron a Irak, también lo hicieron los franceses. Haciendo sido el gobierno de Chirac completamente contrario a «la Guerra de Irak», o sea, a la invasión.