«El nuevo Leviatán: Una historia política de la red» de Enrique Alonso

Kr01 Internet se ha convertido en un servicio etéreo y ubicuo que damos por supuesto. Pero creo que pocos conocen lo que hay en sus entrañas. Enrique Alonso, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, nos cuenta cómo se organiza y quién manda en Internet. No son cuestiones triviales y sin embargo resulta un asunto completamente oscuro para la mayoría. El libro hace un recorrido histórico desde los inicios del proyecto ARPANET. Enrique Alonso destaca cómo en el principio un grupo reducido tuvo libertad de actuación y se impuso su visión. Uno de los asuntos que me llevó a comprar el libro fue a conocer más sobre el famoso mito, que yo mismo he repetido, de que la organización distribuida de la red responde al objetivo de ser capaz de sobrevivir a un ataque nuclear. Pero Enrique Alonso da una versión alternativa. Según él, de ser verdaderamente un proyecto militar, ARPANET hubiera tenido capas y capas de seguridad. Según cuenta, simplemente se diseñó tan abierto y modular para ser capaz de conectar ordenadores muy diferentes en un proyecto que tuvo una enorme rotación de desarrolladores. Ya desde el comienzo tuvo un peso enorme las decisiones y acciones de un número limitado de personajes (Vint CerfRobert KahnJon Postel, etc.), a los que Enrique Alonso llama «gurús en la sociedad de la información» y que ejercieron una especie de liderazgo carismático.

La cuestión crucial es el crecimiento exponencial de Internet en los años 90 y cómo las instituciones que controlaban Internet crecieron a la par. Hoy la infraestructura física que constituye Internet la componen un puñado de empresas, las operadoras de nivel Tier 1 (AT&T, Sprint, Verizon, Deutsche Telekom…) y en las organizaciones que controlan Internet tienen un importante peso instituciones y empresas estadounidenses. Por no hablar, de lo que Enrique Alonso llama «agentes sistémicos», esos proveedores de servicios en Internet como Google y Facebook, que acaparan una gran porcentaje del tráfico. Todo esto constituye una asimetría de poder en un espacio que resulta tan básico como Internet. El final del libro queda abierto, por supuesto. Lo interesante es que cualquier debate sobre el futuro de Internet pasa por conocer cómo funciona y qué implicaciones tienen los cambios, pero no parece que el funcionamiento de Internet sea un tema muy conocido. El libro es desde luego, un punto de partida. Yo por mi parte, seguiré leyendo e indagando en los orígenes de Internet y la sociedad red.

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