Quien me esté siguiendo en Twitter notó que me tomé todo el asunto de la NSA y Edward Snowden con bastante cinismo y desgana. Uno corre el riesgo de ser un eterno rebotado que no se conmueve con la última calamidad, pero no me digan que les pilló por sorpresa. Después del 11-S no hay amigo cercano que no haya bromeado conmigo en algún momento, hablando por teléfono o chateando por Internet, sobre la posibilidad de que nuestra conversación estuviera siendo monitorizada. La posibilidad de estar siendo espiados es algo que asumimos hace mucho tiempo. Pero mucho antes de la proliferación de servicios en Internet donde contar nuestra vida, la Unión Europea investigó y publicó un informe sobre la red Echelon en 2001. Recuerdo leer sobre la red Echelon en la edición española de Le Monde Diplomatique. Buscando en Internet encontré un vestigio arqueológico: Un artículo sobre Echelon en la página web del sindicato UGT con fecha de 1999.
Tienes razón, Jesús. Lo sabíamos antes de 2001 y sabíamos tras 2001 que los recursos destinados a ello se redoblaron, hasta el punto de que la sobreexposición pública era, en ocasiones, necesario para una cierta privacidad de parte de nuestras comunicaciones.
No obstante, yo cuento con que, si es ahora cuando mucha gente ha espabilado, es ahora cuando tenemos la oportunidad de hacer algunos cambios y cultivar un poco la reoscurización de parte de la red, considerando además que los técnicos también parecen haberse puesto las pilas.
Totalmente de acuerdo. A mi la única razón creíble que se me ocurre para todo este revuelo es algo así como que se le ha ido de las manos: los políticos, primero, exagerarían por exceso antes que por defecto la reacción, no vaya a ser que los votantes se sientan invadidos y no bien representados, pero luego, la propia ciudadanía al ver a sus presidentes, por ejemplo la de Brasil cancalando una reunión con Obama, exagerando las reacciones, han tomado por escándalo lo que era algo sabido, y otra vez los políticos acoplándose al vaiven furioso de sus votantes, además de todo esto y ya de colofón, una prensa pazguata y aburrida dando oxígeno a tanta quema inútil.