En 2010 tuve la oportunidad de hacer un viaje a Israel en 2010. Alli tuve la rara suerte de poder hablar con políticos, diplomáticos, académicos, abogados, activistas, periodistas, religiosos y empresarios israelíes judíos de todo signo político junto con políticos, activistas y periodistas árabes palestinos e israelíes. Aquello supuso en ocasiones estar escuchando una charla ya a las ocho de la mañana y terminar el día a las once y media de la noche tras hablar en la sobremesa de la cena. Fue la única forma de poder tener una visión tan amplia en un tiempo tan corto. En el grupo de periodistas europeos con el que viajé convertimos en una muletilla dos frases que no paramos de escuchar «It’s not a black and white situation» y «It’s complicated». Que los implicados en primera persona de ambos «bandos» nos dijeran que el conflicto no podía reducirse a una historia en blanco y negro da cuenta de los infinitos matices del asunto. Los isralíes a los que contamos nuestra sensación de ser superados por la realidad nos respondían con una sonrisa «si vuelves a casa con la sensación de entender menos que antes de venir, ¡bienvenido a Oriente Medio!».
El viaje tuvo un efecto inesperado a la vuelta. Cada vez que leía en la prensa española un análisis o una crónica me decía a mí mismo «este no se ha enterado de lo que pasa allí». No es difícil percibir que muchos periodistas viajan con la crónica ya escrita antes de salir de casa y el viaje al lugar sólo sirve para salpicar el texto de testimonios y descripciones de lugar. Desde entonces dejé de tener reparos en tratar un conflicto del que había evitado escribir aquí para hacer reseñas a degüello de libros de autores españoles. Y tras mi última reseña y bromear en Twitter sobre cómo convertirse en España en un experto sobre Oriente Medio, he leído Un Estado y medio: Israel y el conflicto perfecto de Jordi Pérez Colomé. Se trata de un libro electrónico que el autor ha elaborado tras un viaje a la zona para el que realizó un crowdfounding y que además de en su página web, está disponible en Amazon.es. Y ha resultado ser lo más interesante que he leído sobre el tema en español en mucho tiempo.
Un Estado y medio no se parece a nada que haya leído en español sobre el conflicto palestino-israelí porque te aporta perspectivas nuevas, te muestra la complejidad del asunto y el autor da la cara con sus opiniones personales sin las habituales ínfulas literarias vía narrador omnisciente. En Un Estado y medio se nota que Jordi Pérez Colomé se ha recorrido la zona arriba y abajo sin una agenda ideológica tratando de entrevistar a la mayor cantidad de gente posible de los sectores más diversos para mostrar todos los recovecos del asunto. De esa labor sale un relato lleno de matices, voces, intríngulis y problema que te deja tan saturado como nosotros nos sentimos en aquel viaje, con esa sensación de «¿y esto cómo se arregla?».
El libro aparte de presta especial atención a uno de los nudos gordianos del conflicto: El asunto de las poblaciones israelíes levantadas más allá de la línea del armisticio de 1949 o como dice la prensa, «las fronteras de 1967». El libro refleja el vacío legal en el que se inscribe el asunto, la pluralidad de los israelíes judíos que han deciddo establecerse en la zona y el tira y afloja con el gobierno. La conclusión que uno tiene leyendo el libro es que por parte israelí se juega a una política de hechos consumados a toda prisa antes de la siguiente negociación con los árabes. En el bando opuesto encontramos que se ha apostado por retrasar la solución al problema bajo la premisa que en largo plazo todo será peor para Israel. Uno de los árabes palestinos que el autor entrevista apunta a que fin de la hegemonía de Estados Unidos terminará afectando a Israel y otro que la pluralidad de la sociedad israelí terminará por provocar una ruptura interna en el país.

La cuestión es que en el bando palestino parecen no querer nada que parezca una normalización de la situación y queda en el aire la posibilidad de una tercera intifada de unos lideres que no entienden que perdieron todas las veces que optaron por el camino de la violencia. El propio autor llega a preguntarse si los palestinos no comprenden que la violencia como estrategia ha servido en el fondo para legitimar la causa israelí a los ojos del mundo. ¿Cómo de diferente hubiera sido el conflicto si los palestinos hubieran tenido un Ghandi y no un Arafat? Y en medio de ese panorama, Jordi Pérez Colomé encuentra espacios de convivencia, como escuelas mixtas y centros comerciales. ¿Son un espejismo o una ventana al futuro?
Un Estado y medio se promocionó primero en una preventa que permitía el acceso a entradas de blogs privadas a modo de adelanto y daba derecho a recibir el libro en papel. Yo lo compré como libro electrónico una vez lanzado. Pero estaré atento a próximas iniciativas del autor a lugares interesantes. Creo que abre una vía alternativa al periodismo tradicional. Me gustaría ver más iniciativas como esta de periodistas en español que hicieran un trabajo igual de interesante. Por mi parte, sólo me queda recomendarles la lectura del libro y seguir las aventuras de Jordi Pérez Colomé que anda ahora por Cuba.
Yo, para leer libros enteros, ya tengo la vista muy cansada, pero sigue con tus comentarios-resúmenes. Buen trabajo y, por lo menos, buen posicionamiento ideológico.
En realidad, el libro es un reportaje largo. Son unas setenta páginas, dicho de memoria. Se lee en un par de ratos en el transporte público.
Si los palestinos hubieran tenido un Ghandi quizá ya no habría palestinos, quién sabe. Dudo que quienes legitiman la causa israelí necesiten de la violencia de los palestinos para hacerlo.
Yo también viajé a Israel y Palestina en 2010. Allí tuve ocasión de conocer a numerosos activistas y corresponsales españoles. Sin embargo, al contrario de las que recibiste tú, las respuestas que me dieron sí eran en blanco y negro, y se parecían demasiado a los comodines para convertirse en un experto en Oriente Medio, con los que bromeaste en Twitter. Recuerdo especialmente el repetido argumento de «el problema de Palestina es una consecuencia directa del protectorado colonial», ante el que el auditorio profería un silencio reverencial, no importa cuántas veces se dijera. Esta idea está en la base de esa cosmovisión, simplista, desibujada y, si me apuras, desfasada, del mundo: Israel no es más que un trasunto del malvado y neocolonialista Occidente que está dispuesto a todo para hacerle la vida imposible a los palestinos, trasunto a la vez del buen salvaje rousseaniano y la rebeldía.
Por cierto, una visión conflictiva, sin ambages y a pie de calle de Jaffa, barrio-ciudad próximo a Tel Aviv donde coinciden el turismo, los palestinos israelíes y los hebreos israelíes aparece en la sensacional película «Ajami», una especie de «Ciudad de Dios» dirigida por dos directores israelíes: uno de origen palestino y otro hebreo. Es como si mirases por una rendija el conflicto. Absolutamente recomendable, como película y como documento.
Una pregunta, Jesús: ¿No crees que antes que a un Ghandi los palestinos habrían necesitado a un Mandela? Lo digo porque me parece un tipo mucho más realista y menos fanático que venció cuando se dio cuenta de que era imposible hacerlo mediante la fuerza y que, además, reconcilió a ambos bandos.
Pues ahora que lo pienso, ese otro ejemplo hubiera sido incluso mejor.