La guerra del fin del mundo

Hay libros que ocupan un lugar en la estantería durante años sin ser abiertos y un día movido por un impulso los lees de un tirón. «How de body?», del fotógrafo holandés Teun Voeten, esperaba ser leído desde octubre de 2010. Con proyectos pendientes sobre el Flanco Sur Profundo era hora de empezar a leer sobre las guerras civiles de África Occidental durante la Posguerra Fría.

Voeten se encontraba en febrero de 1998 en Sierra Leona con intención de hacer un reportaje sobre los niños soldados que los rebeldes de Sierra Leona estaban desmovilizando en medio del enésimo proceso de paz tras la alianza de una junta golpista con los rebeldes. Voeten confiesa que buscaba exactamente una fotos de niños en formación cerrada y con aspecto marcial sabiendo que el tema recibía atención en los medios europeos. Pero para su decepción en los campamentos de acogida de ex-niños soldados encontró rutina y nada de ceremonias militares. Hizo fotos, entrevistas y amigos en la población local en Makeni, en el centro del país. De pronto la mierda golpeó el ventilador. La junta militar fue derrocada por las tropas de ECOMOG, el brazo armado de la unión de países de África Occidental. Los rebeldes volvieron a alzarse en armas. Tanto rebeldes como soldados partidarios de la junta se lanzaron al pillaje, los robos, el asesinato y las violaciones en uno de los países más pobres y devastados por la guerra del planeta.

Teun Voeten se encontró que todo aquello que aseguraba su inmunidad se volatilizó. De pronto se encontró con lo ilusorio de leyes internacionales, su pasaporte de un país soberano y desarrollado, su condición de periodista de un país neutral en el conflicto… Junto con varios sierraleonenses tuvo que huir campo a través y mantenerse escondido después de ser asaltado y robado. Cuando tras dos semanas la situación se estabilizó y contactó con el exterior se encontró con que asociaciones de prensa internacional se habían movilizado para buscarlo en la selva tras darle por desaparecido. Y cuando volvió a casa, sin él haberse quejado, ya le habían buscado ayuda profesional para enfrentar el trastorno por estrés postraumático.

Sin embargo Veuten salió de Sierra Leona con dudas y preguntas que en un segundo viaje al país trató de comprender. Habló con cooperantes internacionales que le contaron como su trabajo se mueve por modas. En aquel momento tocaba «niño soldados» mientras que los proyectos agrícolas tenían problemas para encontrar financiación. Habló con psicólogos que trataban a los niños soldados y se quejaban de la avalancha de organizaciones y entidades dispuesta a ayudar con más buenas intenciones que coordinación y efectividad. También le hablaron del problema de tratar a adolescentes que habían crecido ejerciendo siempre su libre albedrío y que ahora los psicólogos extranjeros trataban de convertir en obedientes niños buenos. Pero sobre todo Veuten tratan de encontrar el por qué de un conflicto delirante protagonizado por «the most insane rebel movement in the world».

Veuten entrevista al antropólogo Paul Richards, autor de «Fighting for the Rain Forest» (1996). Richards es contrario al modelo del «nuevo barbarismo» de Robert D. Kaplan y argumenta que en Sierra Leona se vio el choque de unos revolucionarios de origen rural que chocan contra las élites urbanas que siempre se habían repartido el país. Sin emnbargo cuesta encontrar tanta racionalidad en los actores de un conflicto que degeneró y donde los ideales iniciales se perdieron.

Quizás la clave la da el politólogo Johan Peleman, que habla en términos cercanos a las Guerras Posmodernas (pág. 269):

What are we seeing in Siera Leona is the total collapse of the nation-state. Criminal networks rush in to fill the power vacuum, which is an oasis of lawlessness and institucionalized corruption. Those networks have every reason to make sure the state of chaos continues. And vice versa. The local warlord economy can only exist thanks to its alliances with shady international networks.

En Sierra Leona el Frente Revolucionario Unido lanzó una campaña de terror en las zonas diamantíferas del noreste del país mutilando a machetazos a sus víctimas. Sierra Leona vivió el mayor de los horrores llevado a cabo por hordas de niños borrachos y drogados a los que previamente habían separado de sus familias y en muchos casos obligado a matar a familiares y vecinos para cortar todo lazo. Veuten entrevista al obispo de Makeni, el italiano Giorgio Biguzzi, que le cuenta cómo esas prácticas estaban destinadas a romper el tejido social de Sierra Leona construido siempre sobre una red amplia de familiares y parientes. Y cómo las costumbres ancestrales de respeto a los jefes de poblado, ancianos y embarazadas fueron vulneradas a propósito con humillaciones públicas. Un concepto que esbocé pero que quedó fuera de la primera edición de Guerras Posmodernas y al que habrá que volver: Las guerras anómicas.

La paz volvió a Sierra Leona y volvió a saltar en mil pedazos atrapando en medio a los observadores de Naciones Unidas que supervisaban otro proceso de desarme de la guerrilla. Fue lo que le sucedió en mayo de 2000 al mayor de los Royal Marines Phil Ashby, que tuvo que huir por la selva sin agua y comida durante días. Lo contó en otro libro que leí hace tiempo: Unscathed. Demasiada historia para tan escasa geografía.

3 comentarios sobre “La guerra del fin del mundo

  1. La cita de Peleman, que no conocía, es una descripción perfecta de la descomponsión tal y como aparece en «Los futuros que vienen»… ¿Merece la pena seguir la pista del autor o no entró en modelos más generales tras Sierra Leona?

  2. He tratado de seguir la pista de Peleman y no veo que haya publicado más que «papers» académicos e informes para think tanks de «estudios para la paz». Su campo de estudio es el tráfico de armas y la economía política de los conflictos.

  3. «En Sierra Leona el Frente Revolucionario Unido lanzó una campaña de terror en las zonas diamantíferas del noreste del país mutilando a machetazos a sus víctimas. Sierra Leona vivió el mayor de los horrores llevado a cabo por hordas de niños borrachos y drogados a los que previamente habían separado de sus familias y en muchos casos obligado a matar a familiares y vecinos para cortar todo lazo. Veuten entrevista al obispo de Makeni, el italiano Giorgio Biguzzi, que le cuenta cómo esas prácticas estaban destinadas a romper el tejido social de Sierra Leona construido siempre sobre una red amplia de familiares y parientes. Y cómo las costumbres ancestrales de respeto a los jefes de poblado, ancianos y embarazadas fueron vulneradas a propósito con humillaciones públicas. Un concepto que esbocé pero que quedó fuera de la primera edición de Guerras Posmodernas y al que habrá que volver: Las guerras anómicas. »

    Estas cosas las inventaron los comunistas. Erna práctica común en Vietnam (y no digamos en Camboya), pero ya se sabe la religión socilista todo lo justifica, basta con cukpar al adversario…

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