Oh, Jerusalén

[Como las tres últimas noches en Israel no dispuse de wi-fi iré subiendo en diferido las crónicas de los últimos días. En mi galería de Flickr.com ya he subido una primera tanda fotos del viaje]

¿Qué tienes cuando un grupo de emigrantes de Alemania, Polonia y Rusia fundan un país en un área desértica? Un país adicto al aire acondicionado. Creo que si viviera una temporada aquí estaría todo el día afónico o en cama.

Nos despertamos en la orilla del Mar de Galilea poniendo rumbo sur siguiendo el río Jordán. Hicimos una parada en otro parque temático religioso montado en torno al bautismo en las aguas del río Jordán. Un lugar terriblemente kitsch, cuya principal atracción nos perdimos. Por las fotos en la entrada de la tienda de souvenirs vimos que a cristianos maduritos los meten en el agua con una bata blanca de donde salen chillando de forma histérica. Nos faltó también enterarnos del precio del show.

Seguimos entonces hacia el sur bordeando la frontera con Jordania en una zona que forma parte de los Territorios Ocupados y está bajo control israelí. Llegamos a las afueras de Jericó, un lugar situado a 300 metros bajo el nivel de mar, donde iniciamos el ascenso a Jerusalén. Como es de imaginar, nos agolpamos en la ventana cuando vimos la ciudad antigua y la cúpula dorada de la Mezquita de la Roca.

En Jerusalén nos esperaban dos parlamentarios israelíes, uno del Likud y otro de Kadima, que nos dieron visiones bastantes opuestas sobre los mismos temas. Pudimos ver el hemiciclo donde estaba teniendo el recuento de una votación. Desde la zona destinada al público y tras un cristal blindado pude identificar a Benjamin Netanyahu.

Tras el contacto con los políticos israelíes entramos de nuevo en los Territorios Ocupados para almorzar en Belén y hacer otra visita a Biblialandia. Me ahorraré los comentarios sobre la impresión que me causó la Iglesia de la Natividad, sus peregrinos abriéndose paso a codazos, los guías turísticos jugando a ser los jefes del lugar y el mercadeo de todo tipo. Casi encontré alivio al pasar a la iglesia católica adyacente donde unas mujeres rezaban el rosario en árabe. Creo que para un cristiano que se tome en serio sus creencias Biblialandia le tiene que resultar unn espectáculo ofensivo.

Volvimos a Jerusalén sin librarnos de la visita a la tienda de recuerdos en la que el guía se lleva comisión y sin librarnos del atasco en el control de entrada la zona israelí.

En el hotel sin tiempo de nada escuchamos a un representante de la Autoridad Palestina que hablaba inglés con acento español (su familia reside en Chile) y un periodista árabe con ciudadanía de Israel. Esta última resultó la charla más interesante hasta ahora por aportar datos y perspectivas diferentes que además me resultaron nuevas.

A la salida nos perdimos (literalmente) por las calles de Jerusalén, en lo que es un buen indicio de que nunca más debería dejarme llevar por otros cuando yo ya tengo cierto rodaje en moverme por ciudades extrañas. Nos salvó del apuro un adolescente que chapurreaba inglés y que cuando me oyó hablar en español se indentificó como uruguayo. Así llegamos al restaurante donde terminamos el día antes de volver al hotel.

5 comentarios sobre “Oh, Jerusalén

  1. En la iglesia de la Natividad tendrías que haber gritado tu nombre y sacar un látigo. Habría sido digno de verse… ^O^

  2. Carajo, amigo y camarada, te dejas lo más interesante. ¿Qué dijo el periodista ese que te resultó nuevo?

  3. Le metió un repaso a la Autoridad Palestina que hubiera hecho caer de la silla a cualquier perroflauta español. Y nos contó que los islamistas de HAMAS ganarían en unas elecciones libres mañana mismo en Cisjordania.

  4. ¿Y eso te sorprende? En todos los países árabes/musulmanes en cuanto se deja votar de forma no ya libre, sino semilibre, los islamistas suben como la espuma. En Jordania para pararles los pies tuvieron que impedirles presentarse a las elecciones y hacer cambios en el sistema electoral.

    La ANP es un nido de corrupción e icompetencia que vive de las ayudas de la UE y algún otro estado donante.

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