Es un viejo reflejo. Para mí el año acaba en septiembre, con mi retiro en la isla de La Palma. Aquí duermo sin televisión ni cobertura de móvil. Es siempre un buen lugar para despojarse de todo, leer sin prisas y dejar que el organismo se ralentice. Luego en octubre, con el curso escolar aunque no sea alumno de nada, comenzará un nuevo año para mí.
Tras pasar por Buenos Aires es curioso que donde más extranjero me he sentido ha sido en mi propio país. Allí sentí que no arrastraba ningún bagaje. Yo era simplemente yo. A la vuelta estuve una semana en una casa con televisor y me reencontré con un país donde se habla a gritos, desde las tertulias a las series de ficción. El catálogo de arquetipos humanos que desfilaron por una película de «cine español» que alguien veía una noche mientras yo trataba de leer no paró de generarme una profunda incomodidad. ¿Soy yo uno de ellos? Ahora sé que he vuelto pero sólo temporalmente. Rotas las barreras mentales la segunda vez será más fácil irme. Ahora sé que podría ir a cualquier parte.
Próximamente se podrá oir mi voz de vez en cuando los fines de semana en la Cadena Ser. Y haré una colaboración mensual en Generación.net de temas alejados a los de este blog.
En octubre acudiré a un congreso académico a presentar una comunicación sobre la regulación de Empresas Militares Privadas. No descuidaré las Guerras Posmodernas. Pero ha llegado el momento de empezar a trabajar en sero en los temas de mi segundo libro, que por fin tiene título: «Guerra Distribuida: Guerra, conflicto y activismo en la Sociedad Red».
En noviembre cruzaré por tercera vez el Mediterráneo de esquina a esquina. En esta ocasión no volveré a repetir Turquía. Espero dar buena cuenta en mis Cuadernos de Viaje.
De aquí a fin de año publicaré un buen puñado de artículos en los que he estado trabajando y de los que daré cuenta cuando salgan publicados. Si el Futuro no es lo que esperábamos construiremos otro aún más interesante.