El viernes 11 de junio tuve el privilegio de presentar mi libro «Guerras Posmodernas» en el Tercio de Armada (TEAR) cuya base está en San Fernando de Cádiz. El TEAR es la unidad expedicionaria de la Infantería de Marina española. Esto significa que su organización, sus materiales y su doctrina están orientados a proyectar fuerzas lejos de España. Por lo que para mí se trató de hablar no ante personas que tratamos de entender y desentrañar la realidad, sino ante oficiales de una unidad militar que la ha vivido de primera mano en Bosnia, Líbano, Iraq, Afganistán, Chad o Haití.
La especialidad del TEAR como unidad expedicionaria son las operaciones anfibias, que son los ataques lanzados desde el mar sobre una costa hostil o potencialmente hostil (véase aquí o aquí). Para el TEAR esto implica por ejemplo que todo su material ha de poder ser embarcado y trasladado a tierra por sus propios medios o en las embarcaciones de la Armada. Ese vínculo es tal que la Infantería de Marina española forma parte de la Armada.
El TEAR además tiene la necesidad de ser autosuficiente en cuanto capacidades operativas. Si uno repasa los batallones y grupos que lo forman se encontrará una lista extensa de capacidades y recursos que van desde los carros de combate, a Guerra Electrónica o Defensa Antiaérea, pero también excavadoras o potabilizadoras de agua.
Los que estuvieron en mi charla del día 11 saben todo esto que he explicado de sobra. Aquel día hablé de Guerras Posmodernas y del Flanco Sur Profundo. Lo que no hice fue dar hechas las conclusiones sobre cómo afectará la trasformación de los conflictos armados al TEAR. Lo hago aquí sintiéndome libro para hablar y errar.
«Posmodernidad» es una palabra polisémica dentro de las ciencias sociales. Puede hacer referencia al fin de un período histórico de cinco siglos según los términos empleados por la historografía inglesa o a la crisis de los valores e instituciones de la sociedad industrial. En cualquier caso se constata que la institución del Estado-Nación ha perdido su papel como acto fundamental del orden internacional, bien por la emergencia de nuevos actores o bien por la debilidad de los estados ex-coloniales creados artificialmente por las potencias europeas.
El número de guerras entre Estados-Nación cayó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo en picado tras el fin de la Guerra Fría. Los antiguos enemigos como Francia-Alemania o Chile-Argentina forman alianzas regionales y crean unidades militares multinacionales para la acción exterior bajo bandera de la UE o la ONU. Los actuales rivales como India y Pakistán mantienen o buscan una alianza con Estados Unidos. Mientras que en la crisis nuclear iraní tienen un papel EE.UU., Israel, Arabia Saudita, China, Rusia, Brasil y Turquía ofreciendo palo y/o zanahoria. Difícil imaginar que la sangre llegue al río.
Lo que veremos en el futuro no nos sorprenderá. Veremos colapsarse el aparato estatal de países como sucedió en Albania, Haití, el antiguo Zaire o Somalia. Veremos violencia y disturbios en el interior de los países con connotaciones étnicas como en Bolivia, Nigeria, Kirguistán o Indonesia cuando distintas comunidades entre en conflictos por la administración de los recursos del país.
Ya no estarán La Habana, Trípoli, Moscú o Pekín para financiar guerrillas revolucionarias, por lo que los contendientes de los conflictos armados tendrán que autofinanciarse con la explotación de recursos naturales o los tráficos ilícitos de todo tipo. Veremos hacerse borrosas las barreras entre insurgencia y delincuencia organizada cuando los delincuentes monten un estado paralelo y desafíen al estado como en Brasil o Jamaica.
Todos esas crisis y estallidos de violencia pasarán por delante de nuestros ojos no ya por la TV. El Efecto CNN es historia. Estamos en la era de Internet, en la que cualquiera puede subir un vídeo a Youtube y prender la mecha para que se difunda en blogs, foros y servicios como Twitter, Menéame o Facebook. Y por cualquiera se entiende desde un activista en contra de la presencia de las tropas de su país en un país extranjero al miembro de una organización insurgente.
Indistintamente que consideremos a Marruecos la principal amenaza sobre Ceuta, Melilla y Canarias o esperemos que en el futuro se sigan produciendo guerras posmodernas las crisis que requieran de las fuerzas armadas españolas no ocurrirán sobre suelo penisular. Será necesario el envío de una unidad expedicionaria.
La información fluirá libre y abundantemente sobre acontecimientos ocurridos en lugares lejanos. La presión de la opinión pública será fácilmente perceptible y la respuesta tendrá que ser rápida.
Las posibilidades son múltiples: Evacuación de civiles, misiones de pacificación (peacemaking), mantenimiento de paz (peacekeeping), misiones humanitarias… Hará falta una unidad militar que sea capaz de entrar en un país en guerra para enfrentarse a fuerzas convencionales y también que sea igualmente capaz a la finalización de las hostilidades de mantener el orden público y dotar de los servicios básicos a campamentos para refugiados.
Puestos a buscar una unidad que responda a estos requerimientos dentro de las Fuerzas Armadas españolas sólo encontramos una: El Tercio de Armada. Es la única que suma los requisitos de disponibilidad, modularidad y autonomía para formar una Fuerza de Infantería de Marina Expedicionaria que salga con rapidez hacia donde se le ordene con una combinación de medios adaptados para la misión y contando con el respaldo logístico del grupo aeronaval de la Armada que lo transporta hasta su destino.
El Ejército de Tierra, más grande y con más medios, está organizado de tal manera que cuando quiere crear una fuerza para una misión en el exterior tiene que recurrir a elementos de unidades que están en distintas esquinas de España, los tiene que reunir durante un tiempo en un lugar para pasar el necesario período de adaptación a trabajar juntos y sólo entonces los envía. Un sistema que funciona cuando se trata de dar el relevo a un contigente que está ya establecido sobre el terreno pero no para atender una crisis urgente.
Las FIMEX que sean enviadas a las crisis futuras habrán de convivir en el terreno con una multiplicidad de actores: Autoridades locales, organismos multinacionales, agencias de cooperación estatales, organizaciones no gubernamentales, empresas militares privadas, entidades religiosas, medios de comunicación, etc.
El mando de las futuras FIMEXs tendrán que navegar por una red de relaciones políticas complejas. Tendrá que considerar la percepción que de su trabajo tenga la opinión pública española y la población local, sabiendo que en su contra juegan desde los periodistas a la caza de un titular envenenado a los rumores disparatados que circulan de boca en boca en países con escasa tradición de prensa libre.
Estas tareas tienen una definición clara: Cooperación Cívico-Militar (CIMIC), Operaciones Psicológicas (PSYOP), Operaciones de Información (InfoOp), Asuntos Públicos llevados en una Oficina especializada (PAO)… Los elementos de la ensalada de siglas resultante tiene un denominador común: No implican disparar una sola bala. Son lo que se denominan Operaciones No Cinéticas. No desplazarán a las capacidades tradicionales. El TEAR seguirá necesitando de sus carros de combate, sus misiles y sus fusileros. Prepararse para las Operaciones No Cinéticas no requiere comprar ningún sistemas de armas adicional. Su elemento clave es la capacitación del personal. Y serán cada vez más importantes.
La Infantería de Marina española está o ha estado, como mencioné al principio, en Bosnia, Líbano, Iraq, Afganistán, Chad y Haití. Lugares como las arenas de Chad, las carreteras nevadas de Bosnia y las montañas de Afganistán están bien lejos del mar. Hace poco el Teniente General George J. Flynn de la infantería de marina estadounidense decía:
“In eight years of a land war, where the Corps has been acting as if we are a second land army, we need to get back to our amphibious, expeditionary roots.”
Precisamente hace poco tuvo lugar el ejercicio Dawn Blitz en la costa de California. Ha sido el primer ejercicio anfibio desde el 11-S de la infantería de marina estadounidense, los marines. Allí, como aquí, se viven tiempos de recortes presupuestarios. Y cada rama de las fuerzas armadas se ve obligada mientras da vueltas el hacha sobre su cabeza a justificar la existencia de unidades, la continuidad de programas y la necesidad de proyectos. Es una tarea intelectual a la que los marines, el Cuerpo de Marines y sus partidarios se han lanzado. Me gustaría pensar que en España «Guerras Posmodernas» podría aportar ideas a ese debate.
Me parece a mí que las «guerras» del «futuro» serán menos «violentas». Hace poco estuve leyendo sobre los recortes presupuestarios en USA en materia de armamento, han pasado de hacer aviones y cosas superultramodernas y sin rival y que cuestan chorrocientos millones básicamente porque para «pelearse» en Afganistán no les hacen falta…
http://lapizarradeyuri.blogspot.com/2009/08/obama-cancela-grandes-proyectos.html
No sé si el colega este se habrá comprado tu libro, pero me estuve acordando de ti todo el rato mientras leía este post de su blog.
¿Menos «violentas»? Hmm… Creo haber leído en alguna parte estimaciones sobre que el número de víctimas mortales de los conflictos armados ha ido descendiendo.
Lo que estoy seguro es que en el futuro veremos pocas grandes ofensivas mecanizadas, con uso masivo de artillería y aviación al estilo de la Guerra del Golfo de 1991 y la invasión de Iraq de 2003. De hecho ambos ejemplos corresponden a intervenciones de Estados Unidos, que es de los pocos países que se puede permitir el lujo de ir interviniendo por ahí atendiendo sólo a las cuestiones de política interna.
Pero que veamos menos «grandes fuegos artificiales» con cacharrería «high tech» no implica que las guerras sean menos letales. El genocidio ruandés se hizo con machetes y animado por una emisora de radio. Y la guerra con más muertos desde la caída del Muro de Berlín es la suma de conflictos internos en el antiguo Zaire.
Respecto al F-22 Raptor en EE.UU. tienen a un secretario del Departamento de Defensa (el ministro de Defensa) que ha decidido ir a por todos esos proyectos faraónicos para combatir en las posibles «guerras del futuro» y dar prioridad a los programas que respondan a necesidades del presente en Iraq y Afganistán. De ahí que los marines hayan tocado zafarrancho de combate intelectual y se hayan lanzado a presentar argumentos e ideas.
El zafarrancho de combate también se ha dado en el US Army, el Asymmetric Warfare Group es probablemente la unidad con mayor impacto desde 2006, tanto sobre el campo de batalla como en temas básicos como la formación previa al despliegue, la preparación y actualización de los Field Manual y Handbooks, la doctrina Foreign Internal Defense, el Rapid Fielding y la aplicación de equipamiento COTS.
De hecho el Army ha conseguido algo impensable hace unos años, ser referencia en temas COIN y de guerra no convencional, asesorando al Center for Irregular Warfare (USMC) y a la Irregular Warfare Office (US Navy). En 10 años veremos más estructuras como el AWG siendo copiadas por varios países, y el Army ha creado una oficina que asesora directamente al Chief of Staff sobre guerra asimétrica.
Entiendo lo que expones y creo que tienes mucho acierto a la hora de describir el tipo de amenza y misiones a las que las FFAA de las naciones se tendrán (y ya tienen en buena medida) que enfrentarse, pero no sé hasta qué punto el TEAR es la «única» unidad capaz de asumir los nuevos retos de velocidad de despliegue, autonomía y atención a objetivos militares y civiles. Mas bien yo la pondría como un ejemplo más de cómo las unidades militares de las FFAA en España se están reestructurando, pero nunca como la única o la «abanderada» de la nueva estrategia.