Jamaica y las Guerras Posmodernas

El lunes 24 de mayo la policía jamaicana entró en el barrio de Tivoli de Kingston con la intención de detener al narcotraficante Michael Christopher «Dudus» Coke. Sobre él pesaba una orden de extradición procedente de EE.UU. por tráfico de droga que el gobierno jamaicano anunció el viernes anterior trataría de hacer efectiva. Entonces comenzaron los disturbios que fueron respondidos con el asalto policial al feudo de Coke que se saldó con decenas de muertos.

¿Dónde establecer en este caso la diferencia entre un asunto meramente policial vinculados a la delincuencia y dónde arranca la revuelta popular de tintes políticos? No sólo es la incapacidad del estado jamaicano de imponer el monopolio de la violencia legítima, del que hablo en el segundo capítulo del libro, es la creación de ese poder paralelo que suple los vacíos dejados por el estado. Un poder que obtiene legimitidad creando orden y proporcionando servicios, como apunto en el cuarto capítulo.

Las dificultades de la policía para capturar a Coke se deben al amplio apoyo popular que tiene. No ya porque dé trabajo en su organización criminal a buen número de jamaicanos, sino porque como contaba El País el pasado día 26:

[C]omo muchos capos jamaicanos es considerado un benefactor por amplios sectores de la población de su zona de control. Frente a la insuficiencia de los servicios ofrecidos por las autoridades públicas, los clanes conceden a menudo ayudas a los vecinos en forma de provisiones alimentarias o apoyo para acceder a servicios sanitarios o educativos.

El día 24 también El País decía, en referencia al status de Coke como uno de los grandes «dones» de la droga en Jamaica:

Se ocupan de pagar los colegios de los niños en las comunidades que viven, y de ayudar a los más necesitados lo que hace que los ciudadanos de estas comunidades les defiendan con su vida si es preciso.

Es probable que en Tivoli (barrio en el que manda Dudus) haya mas armas que toda la policía de Jamaica por lo que el Ejército está tomando las calles, que están bloqueadas por los seguidores de Dudus.

Los narcotraficantes jamaicanos, como sus pares brasileños o como Hezbolá en el Líbano, constituyen un verdadero estado paralelo que proporcionan los servicios sociales que el Estado no puede ofrecer y con una capacidad armada que les permite responde a los desafíos del gobierno.

Es más, la legitimidad obtenida por los servicios sociales proporcionados no es una compensación por la violencia ejercida. Las organizaciones criminales saben que la gente tiende a distinguir entre el gran crimen organizado y la pequeña delincuencia común. Sólo esta última afecta de forma inmediata a la gente.

Al respecto añadía El País el día 30:

Se dice que la razón por la que no hay delincuencia en Tivoli es porque Dudus asegura el Order, el orden absoluto en el barrio. Si alguien tiene un problema no va a la comisaría de policía, va a hablar con los hombres de Dudus.

Brasil, México, Colombia… Ahora Jamaica.

2 comentarios sobre “Jamaica y las Guerras Posmodernas

  1. Estamos volviendo a la Edad Media. Allí tambien los señores de horca y cuchillo conseguian la fidelidad de sus vasallos a base de defenderlos de otros señores de horca y cuchillo o del propio rey.

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